«Puesto que el episodio de contaminación fecal analizado no es un suceso aislado, nos hallamos ante un grave problema crónico de salud pública, de grave contaminación de recursos naturales». Esta es la conclusión más relevante del informe de la consultora ambiental Duna Baleares sobre el análisis de siete muestras de agua y de tierra de la zona agrícola de Prat d'en Fita, en el Parque Natural de ses Salines, tras el vertido de aguas residuales del pasado 17 de agosto tras una tromba, que, en algunos puntos, superó los 50 litros en una hora.

Los vertidos de fecales, que se han repetido con las tormentas de los últimos días, también tienen «posibles efectos nocivos para la fauna protegida de este espacio natural», según agrega el informe, encargado por el abogado de los propietarios afectados por la contaminación y que ha presentado una denuncia en el juzgado.

La cosecha afectada por el vertido del 17 de agosto «se ha perdido totalmente» ya que «no es apta para el consumo humano». El agua de los pozos analizada tampoco se puede consumir, ni siquiera para la higiene y el baño, según concluye el informe efectuado sobre el análisis de siete muestras de agua de distintos puntos afectados por los vertidos. La zona afectada alcanza una superficie de 450.000 metros cuadrados: 70.000 metros cuadrados de cultivos de regadío: tomates, cebollas, pimientos, calabazas, pepino, berenjena, col, melón, sandía... y 235.000 de campos de secano y barbecho.

No se puede ni regar

«La contaminación de las aguas subterráneas y el suelo de las fincas afectadas supone un riesgo para la salud de las personas que habitan en las fincas o hacen uso de ellas, así como para las personas que puedan consumir los cultivos que se riegan con las aguas del acuífero superficial del Prat d'en Fita», añade. Hay que tener en cuenta que el acuífero superficial de esta zona constituye un recurso natural «imprescindible» para las fincas afectadas, tanto para el riego de sus cultivos como para el uso doméstico.

En cinco casos, el agua no se puede emplear para regar los cultivos con el sistema de inundación que se utiliza, aunque sí por el sistema de goteo, mientras que en otros dos no se puede usar de ninguna manera, según revela el informe avanzado por el Periódico de Ibiza y Formentera.

El estudio concluye que existe «una clara relación» entre la contaminación fecal de las aguas del acuífero superficial y los vertidos de aguas fecales, «por el rebose del colector de la depuradora de Can Bossa», que se ha repetido varias veces en el último mes.

Contaminación en sa Sal Rossa

El informe resalta que se ha producido «una contaminación fecal muy intensa de los suelos agrícolas afectados, que en algunas muestras presentan unos niveles de contaminación fecal muy superiores, en varios órdenes de magnitud, a los que tienen habitualmente los lodos de las depuradoras».

La inundación de aguas residuales ha alcanzado, a través del cauce del torrente de Ca na Parra, los estanques de sa Sal Rossa, en una superficie de 170.000 metros cuadrados, donde viven «especies protegidas de aves acuáticas». Este espacio no sólo es Lugar de Importancia Comunitaria (LIC), sino también Zona Especial de Conservación para las Aves (ZEPA).

La contaminación afecta a la zona del torrente, en la cabecera de la pista del aeropuerto, junto al DC-10, y se extiende por el margen derecho de la carretera y el izquierdo por los estanques de sa Sal Rossa, hasta la zona hotelera.

El informe señala que la calidad del agua de los pozos de la zona, algunos de más de 100 años, se ve afectada por «una contaminación fecal crónica» no sólo por «los episodios sucesivos de rebose del colector de Sant Jordi» cuando llueve fuerte, «sino probablemente también por fugas permanentes de aguas residuales de dicha canalización, ya obsoleta, de fibrocemento sin soldadura y de 25 años de antigüedad.

Reacción de las instituciones

Sin embargo, el segundo teniente de alcalde de Sant Josep, Ángel Luis Guerrero, niega que la canalización esté deteriorada («en el último mes se ha analizado muchas veces con cámaras», explica) y atribuye los vertidos a un problema del bombeo de la depuradora, cuya competencia corresponde a la Agencia Balear del Agua (Abaqua), dependiente de la conselleria balear de Medio Ambiente. Las dos partes mantendrán una reunión in situ en la depuradora a finales de esta semana para aclarar el origen del problema y buscar una solución inmediata, según Guerrero.

«No nos gusta nada esta situación. No se puede continuar de esta manera», indica el concejal, que señala que, según el criterio de los técnicos municipales, el problema es que cuando llueve mucho, «el agua no entra en la depuradora y circula en dirección contraria con velocidad y presión (efecto golpe de ariete)», lo que provoca que el agua rebose por el punto más débil, las tapas de las alcantarillas. «Si aportamos demasiado caudal, habrá que hacer una balsa de laminación para enviar el agua poco a poco o Abaqua tendrá que poner bombas más potentes», vaticina.

El conseller insular de Medio Ambiente, Gonzalo Juan, indicó que este problema «preocupa, y mucho», por lo que ayer mismo se puso en contacto con el Ayuntamiento para buscar una solución. Juan indica que después de que el Consistorio y la empresa pública del Govern balear se hayan echado la culpa sobre las deficiencias de la red de aguas fecales, destaca que las dos partes se han puesto de acuerdo en que hay que arreglar de inmediato la situación.