Las fuertes lluvias que cayeron ayer sobre la isla provocaron un nuevo vertido de aguas fecales en el Parque Natural de ses Salines. Una alcantarilla próxima a la carretera, a una distancia de 50 metros, aproximadamente, de una discoteca de la zona, se desbordó tras no soportar el fuerte caudal de agua y vertió todo tipo de residuos, fundamentalmente toallitas, además de compresas y tampones. Un grupo de tres personas comprometidas con el medio ambiente grabaron un vídeo (ver en diariodeibiza.es) en el que se puede ver la porquería que sale de la alcantarilla y la laguna de agua «maloliente» que se creó junto a la carretera de ses Salines.

La historia se repite de nuevo, y en muy poco tiempo. A finales de agosto, media docena de vecinos de la zona denunciaron ante la Guardia Civil un vertido de aguas residuales, que se produjo también en el enclave natural protegido, como consecuencia de una fuerte tormenta. Los denunciantes sostienen que, con las fuertes lluvias, sus terrenos se inundan de aguas pestilentes, toallitas húmedas y otros residuos, y que hace «varios años» que el alcalde, Josep Marí Ribas, tiene conocimiento de esta situación. El segundo teniente de alcalde, Ángel Guerrero, reconoció entonces el problema, pero aseguró que no tenía constancia de las quejas de los vecinos. Guerrero explicó que la bomba que se encuentra en la entrada de la depuradora de Platja d'en Bossa, para que las aguas fecales pasen por un filtro de arena, no es capaz de absorber todo lo que entra cuando se producen lluvias torrenciales. El volumen aumenta porque hay redes de pluviales conectadas a las de fecales.