Tras cinco años seguidos con importantes caídas en la producción por los efectos de la sequía, las bodegas de las Pitiusas han disfrutado de una buena temporada de lluvias que les permite una importante recuperación en la cosecha, con un aumento respecto a 2017 que va del 20% hasta el 30% en el mejor de los casos. El año pasado por estas mismas fechas, la cosecha de uvas daba unos resultados un 20% por debajo de 2016 y hasta del 40% en comparación a 2012.

Las bodegas Terramoll de Formentera finalizaron la semana pasada la recogida de su variedad más tardía, la monastrell de pie franco, mientras que a principios de agosto ya empezaron con las más tempranas. «La uva blanca la pudimos tener toda recogida antes de las lluvias de agosto, después se nos paró un poco el proceso de maduración y esperamos unos diez días para recoger la uva primero para los caldos rosados y luego, para el tinto», explica el enólogo y director de explotación, José Abalde.

Este enólogo se muestra optimista respecto a los resultados de esta vendimia, «tanto en producción como en calidad, con un 30% más que el año pasado». Toda la cosecha ya se ha convertido en mosto a la espera de fermentación, pero, con los 34.000 kilos de uva recolectados, Abalde calcula que se obtendrán entre 17.000 y 20.000 litros de vino.

Las bodegas Terramoll cuentan en la Mola con 15 hectáreas de viñedos en producción, 13 de ellas en propiedad y las otras dos en alquiler, además de otra hectárea con plantas de un año y medio que todavía no dan uvas. Por su parte, las bodegas Can Rich cuentan con 17,5 hectáreas de explotación en su finca homónima de Buscastell, más otras 4,5 en ses Salines, de las que 2,5 son vides plantadas en febrero.

Vuelta a la normalidad

Vuelta a la normalidad

Esta bodega también ha finalizado toda la vendimia y ha podido recoger «80.000 litros, mientras que el año pasado obtuvimos entre 55.000 y 60.000», explica su propietario, Joan Riera. «Llevábamos cinco años con tanta sequía que ahora las plantas se han recuperado con las lluvias de invierno», subraya.

A pesa de este considerable aumento, Riera matiza que la de este año «no es una producción exagerada, sino que es una vuelta a la normalidad». «En un año con una cosecha excepcional, podríamos llegar hasta los 100.000 litros, pero llevábamos unos años que nos quedábamos en 60.000 litros como máximo porque no llovía ni gota», recuerda.

La fuerte sequía obligó a este productor a recurrir a los sistemas de regadío hace tres años para garantizar la supervivencia de los viñedos. «Aunque sólo se usa de manera puntual y este año no lo hemos utilizado, sin el regadío hubiéramos perdido muchas plantas», advierte. «La uva cabernet sauvignon, por ejemplo, puede aguantar dos años de sequía, pero al tercero ya se empieza a morir», detalla este productor.

Al igual que en el caso de Can Rich, la bodega Can Maymó también tuvo que instalar regadío hace tres años para salvar viñedos, al que recurrió hasta la temporada pasada. La finca central de Can Maymó se encuentra en Sant Mateu, pero también cuenta con una explotación en Santa Agnès y otra en Santa Gertrudis, siete hectáreas en propiedad, aunque también suele comprar uva a algún vecino.

En Can Maymó todavía les queda uva para recoger hasta mañana, según prevé Costa, pero aventura con seguridad que podrá obtener entre 24.000 y 25.000 litros de vino, «cuando el año pasado nos quedamos en 18.000», compara.

Merma en la calidad

Merma en la calidad

No obstante, este productor también advierte de que, pese al aumento en la producción, las lluvias de este año también supondrán una ligera merma en la calidad de los caldos.

«Cuando una persona muy sedienta pilla una jarra de agua, puede bebérsela casi por completo. Con las parras es parecido y, como tenían tanta falta, han absorbido mucha agua», ejemplifica. Así, el líquido acaba hinchando la fruta, de manera que «cuanta más agua hay en la uva, menos chicha tiene».

Al contrario que el resto de bodegas consultadas, Ibizkus todavía cuenta con la mitad de sus explotaciones por recoger. Sin embargo, a falta de datos concretos, su enólogo, David Álvarez, augura que su producción aumentará en un 25% respecto al año pasado.

Demanda de blancos y rosados

Demanda de blancos y rosados

Todos los productores de vino de las Pitiusas coincide en señalar que los caldos que cuentan con mejor salida en el mercado son los blancos y rosados. «Como la demanda principal de los vinos de la tierra viene de parte de los turistas, en verano apetece más tomarse un vino fresquito», apunta Joan Riera, que lamenta que «a la gente de aquí todavía le cuesta apostar por la producción local».

Desde Formentera, José Abalde destaca que este mercado estacional y la demanda de los turistas provoca que «las Pitiusas sean el único lugar de España donde se consume tanto rosado o más que tinto». «Esto es impensable en la península», sentencia.