Las clases, este curso, de los alumnos de primero de Secundaria del instituto Quartó del Rei, en Santa Eulària, durarán dos horas en vez de 50 minutos, que es lo habitual. También colocarán los pupitres de forma diferente. Son algunos de los cambios que ha hecho la dirección del centro para adaptarse a unas clases en las que los libros de texto se sustituyen por chromebooks. Pero supondrá mucho más que eso, afirma el director del centro, Antonio Márquez, poco antes de participar, junto con los coordinadores TIC del instituto en un curso de formación sobre estos dispositivos. Márquez asegura que es el cambio metodológico y pedagógico por el que apuestan y que implantarán, año a año, hasta que alcance a todos los cursos.

Una de las ventajas, importantes para Márquez, de este cambio es cómo facilitará la inclusión de todos los escolares: «Se podrá adaptar a las necesidades y capacidades de cada alumno. Ninguno tiene porqué saber qué están haciendo los demás». Asegura que los chavales que este curso cambiarán en sus mochilas los libros de texto por esta especie de tabletas saldrán del instituto no sólo con los conocimientos habituales, sino también con muchos otros: control de la ofimática, hacer relatos a través de las imágenes y todo aquello que sus profesores sean capaces de imaginar.

«Renovación pedagógica»

En esto le da la razón Rafa Recio, director del instituto Algarb, otro de los que se suma este curso a la iniciativa de la conselleria: la capacidad creativa y el compromiso de los profesores es imprescindible para que cambiar los libros por dispositivos electrónicos vaya «mucho más allá» de un cambio de formato de los materiales escolares. El director explica que la condición que puso al claustro para sumarse a este proyecto de la conselleria de Educación fue clara: «Que implicara una auténtica renovación pedagógica»

Recio destaca que en el centro no desaparecerán los libros de texto. De hecho, estos días están preparando unos «carritos» con los ejemplares que las familias de los alumnos están devolviendo al banco de libros por si en algún momento es necesario o les apetece recurrir a ellos. En cada clase de primero habrá uno de estos carritos.

En ambos casos las familias, a las que ya se informó del cambio, adquieren el dispositivo escogido por el centro. Los dos han optado por los chromebooks y por modelos y empresas que ofrecen por entre 330 y 347 euros los paquetes básicos (cada familia puede escoger luego si paga un seguro y otros complementos). No lo pagarán todo. La conselleria aporta 70 euros por alumno y, en el caso de Sant Jordi, recibirán también una ayuda del Ayuntamiento. «Están reforzados, pensados para la escuela. Son duros y aguantan los líquidos. Están pensados contra el salvajismo», afirma Recio.

Márquez destaca que no será necesario que los alumnos cuenten con wifi en casa para trabajar con los dispositivos. Podrán hacerlo off-line y cuando lleguen al centro, se conectará y se actualizará todo. En los dos institutos están a la espera de que lleguen los dispositivos. Tienen algunos, los de los docentes, que ya han estado trasteando con ellos y que durante el verano han asistido a algunas formaciones específicas. Recio señala que han solicitado al Centre de Professors que organice un curso sobre este tema a lo largo del curso.

Aurelio Francés, jefe de estudios y responsable en el instituto Algarb de la iniciativa, defiende que este sistema potencia «la libertad» de los docentes. El límite se lo marcarán ellos mismos: «Te obliga a salir de la zona de confort que suponen los libros de texto y te deja frente a un abismo». Para él, una de las grandes ventajas es que los dispositivos electrónicos harán «más atractivas» las clases a los alumnos.

Lo primero que han preguntado los padres en los dos centros es cómo se controla aquello a lo que los chavales pueden acceder a través de las tabletas. «No tendrán conexión a Facebook», señala, como ejemplo, el director del Quartó del Rei. Los dispositivos cuentan con un sistema que permite limitar los contenidos a los que se puede acceder y, además, desde el centro podrán controlar las aplicaciones, las páginas y si alguno de los alumnos, avispado, consigue desbloquear ese control. «Si detectamos que alguno tiene aptitudes de hacker lo enviaremos a tecnología», bromea el jefe de estudios del Algarb, que detalla que desde el centro también se programarán las descargas de los programas y aplicaciones: «Si hace falta para un día, se podrá planificar que se descargue en todos los dispositivos a las tres de la mañana de ese día, así cuando lleguen al centro ya la tendrán».

El director del Quartó del Rei detalla que se entregará a los alumnos una cuenta de correo asociada al chromebook y una clave. Todo ello se dará también a los padres, por si quieren entrar en el sistema con el dispositivo de sus hijos. Muchos, además, están preocupados por si sabrán ayudar a sus hijos con los deberes con el nuevo sistema. «Seguramente en octubre organicemos una jornada de formación para los padres, explica Márquez

Recio reconoce que la acogida de la iniciativa ha sido desigual. En todos los colectivos: «Los hay que lo recibieron ilusionados, otros que no lo recibieron mal y también están los más románticos, que no lo acaban de ver». «Los cambios cuestan», concluye.