La planta de triaje del vertedero de Ca na Putxa, prevista en el Plan Director Sectorial de Residuos desde el año 2001, ya ha superado los trámites burocráticos que han paralizado el proyecto en los últimos años y han empezado los trabajos para iniciar las obras y tenerla en funcionamiento en un plazo de dos años. Esta infraestructura permitirá que se puedan separar los residuos orgánicos en el vertedero y cumplir así, por fin, con la legislación ambiental europea.

¿Será un vertedero legal ya en 2020? «Bueno, sería una manera de calificarlo», responde el conseller de Medio Ambiente, Gonzalo Juan, que visita los sondeos geotécnicos previos a la construcción de la planta. La infraestructura se tiene que levantar sobre un suelo que ya había sido utilizado décadas atrás para depositar la basura, en una época en que ésta se quemaba. Por ello, las muestras que se extraen del subsuelo parecen carbón.

«Todavía huele a quemado», explica el geólogo Manuel Rollán, junto a las cajas con el material extraído en cada una de las seis catas que se llevan a cabo en el terreno. En su interior, las muestras están ordenadas por la profundidad de la sondas, que perforan hasta que llegan al tono claro que marca el sustrato rocoso. La capa de residuos se ha llegado a encontrar hasta los 19 metros de profundidad en uno de los puntos.

Gas metano para electricidad

Gas metano para electricidad

«Estos trabajos servirán ahora para determinar la capacidad portante del terreno antes de comenzar la cimentación», explica el gerente de Giref, la UTE que gestiona el vertedero, Toni Roig. En función del resultado, se sabrá si una parte de los residuos carbonizados del subsuelo deberán trasladarse al vertedero colindante, en funcionamiento desde 2005, para poder levantar todo el proyecto para la gestión integral de los residuos.

Las futuras instalaciones contarán con una planta de biometanización para la materia orgánica, «que es la descomposición anaerobia de los residuos, similar al compostaje pero en unos depósitos cerrados en vez de al aire libre», detalla la técnica en gestión de residuos del Consell, Elba Montes. Este proceso permite obtener biogás, que se puede reutilizar como combustible y se destinará a producción eléctrica para el autoconsumo de la planta. Así, las instalaciones también contarán con «una central eléctrica importante, de 2.000 kilovatios de potencia», añade Roig.

Precisamente, este sistema de biometanización ha provocado otro de los retrasos que ha sufrido el proyecto, puesto que la contrata inicial de 2007 se había modificado y, para el tratamiento de la materia orgánica, se optó por el proceso de compostaje. Pero el Consell Consultiu de Balears obligó a la institución insular a volver a las condiciones iniciales e incluir la tecnología de la biometanización.

En estos momentos, los residuos que llegan a Ca na Putxa se entierran en las celdas del vertedero sin ninguna selección previa para retirar elementos impropios como plásticos o hierros. No obstante, esta falta de separación afecta exclusivamente a la basura que llega al vertedero, ya que todos los residuos que se depositan en los contenedores de recogida selectiva «van a parar a la estación de transferencia de residuos para acabar en las plantas de reciclaje que hay fuera de la isla», resaltó Elba Montes. Así, cuando finalice la planta de triaje, se contará con otro contenedor en las calles destinado a «la recogida selectiva de la materia orgánica para que no se entierre en el vertedero».

Celdas de 20.000 metros

Celdas de 20.000 metros

Los residuos que llegan a Ca na Putxa se entierran en celdas, grandes perforaciones con una superficie de 20.000 metros cuadrados donde caben «entre 600.000 y 700.000 toneladas de basuras», detalla Toni Roig frente a uno de estos depósitos todavía libre de residuos. Se trata de la sexta celda que se ha habilitado en Ca na Putxa, de un total de siete previstas antes de que se clausure el vertedero. El plan director calcula que le queda una vida útil de diez años, pero este plazo puede alargarse con la puesta en marcha de la planta de triaje, ya que debería suponer «que se tenga que enterrar mucho menos material, además de que cada vez se recicla más», matiza Gonzalo Juan.

El conseller confía en la posibilidad de que, una vez completado el espacio disponible en Ca na Putxa, los residuos que todavía se gestionan en Ibiza puedan trasladarse fuera de la isla.

Cierre del veredero

Cierre del veredero

Pero el cierre definitivo del vertedero no sería inmediato, sino que deberá ir acompañado de una vigilancia durante 30 años, «con muestreos para comprobar que no hay gases y controles de las aguas subterráneas», detalla Roig.

Para prevenir estos riesgos, las celdas se impermeabilizan y los jugos lixiviados van a parar a una depuradora que ya se autoabastece con el biogás que se extrae de las celdas. Una vez clausurado, los 150.000 metros cuadrados del vertedero se taparán con tierra y se recuperará la vegetación de la zona, inicialmente con arbustos, «porque los árboles podrían perforar el paquete de impermeabilización».