¿Por qué vuela un cohete? Esta es la pregunta que han tratado de responder los talleres de cohetes de agua que durante dos días han tenido lugar en Jesús, organizados por la Comisión de Fiestas y con las colaboración de la Agrupación Astronómica de Ibiza. Casi cincuenta personas, la mitad niños, han aprendido jugando cómo se impulsa un cohete, desde el Saturno V que llevó el hombre a la Luna hasta uno elaborado con una simple botella grande de plástico.

Un cohete de agua es un sistema en el cual se produce la expulsión hacia atrás de una parte de su masa (el agua), lo que provoca un empuje que propulsa el resto del conjunto hacia adelante. La presión del aire que tiene la botella dentro se ha aumentado mediante una bomba neumática y, repentinamente, el agua que ese aire está empujando sale disparada al abrirse una pequeña válvula situada en su parte inferior.

Esto es lo que pudieron comprobar los chavales asistentes al curso desarrollado en dos jornadas en el centro cultural de Jesús, donde primero tuvieron que elaborar sus propios cohetes. Un par de botellas de refresco de litro y medio, una válvula de plástico que hace las funciones de tobera y motor, cinta aislante y poco más es todo cuanto se necesita. Las aletas en su base no son sólo un capricho estético, sino que son necesarias para asegurar una trayectoria más o menos rectilínea en el aire.

Gracias a las explicaciones de los dos monitores, Marilú Jaén y Joan Roig, al segundo día fue posible trasladarse a la 'base de lanzamiento', un solar situado allí cerca donde ya había instalado previamente un par de lanzadores. Se trataba de dos artilugios, a modo de rampa, en los que se introducía el cohete, con un tercio de su capacidad lleno de agua.

Acto seguido, se aumenta su presión interior con una bomba y el sistema queda ya listo para lanzar. Mediante un mando accionado con cable, a cierta distancia, se abre la válvula de la base. Inmediatamente, el cohete sale despedido lanzando un chorro continuo por su base, hasta que el 'combustible' se agota. Entonces, el cohete cae al suelo, no sin antes haber ascendido hasta casi 50 metros de altura.

«De lo que se trata es de estimular el conocimiento de la ciencia y enseñar cómo funciona un cohete», explicó Marilú Jaén al terminar la jornada. «Es una forma fácil de entender el principio de acción-reacción, que es lo que mueve a un cohete», añadió.

«Los niños se lo pasan muy bien y los padres también se implican mucho», señaló. Por ello, y ante el gran interés suscitado, está previsto organizar otro taller, de un único día de duración, para el 11 de este mes, sin descartar otros en el futuro.

El próximo año se cumplen 50 años de la llegada del hombre a la Luna. «Esperemos que si alguno de estos niños llega a la NASA el día de mañana se acuerden de nosotros», bromeaban Joan Roig y Marilú Jaén.