El agua, el principal recurso para el suministro a la población balear, se encuentra en mal estado, según los datos publicados por la dirección general de Recursos Hídricos. El 57% del agua potable que alberga el subsuelo de Balears y que es la alberca fundamental para proveer a los ciudadanos está afectada por nitratos o cloruros, o forma parte de acuíferos sobreexplotados: 50 de las 87 masas de aguas de la Comunitat Autònoma están en mal estado.

Pero ese porcentaje es aún más elevado en Ibiza, donde el 68,8% de sus masas de agua tienen serios problemas. Si se añade Formentera, ese porcentaje se eleva al 75%, las tres cuartas partes, según se detalla en la revisión anticipada del Plan Hidrológico de Balears.

De las 16 masas de agua de la isla de Ibiza, 11 se hallan en mal estado, bien por contaminación, por salinidad o por sobreexplotación. Sólo están en buen estado las del Port de Sant Miquel, Sant Agustí, Río de Santa Eulària, Sant Llorenç y es Canar.

Si bien ninguna está afectada por un exceso de nitratos, la mitad (más la de Formentera) tienen demasiados cloruros, es decir, un exceso de sal, cuando no están totalmente salinizadas. Sólo aprobaron esos análisis las masas de Portinatx, Port de Sant Miquel, Santa Agnès, Sant Agustí, Cala Llonga, el Río de Santa Eulària, Sant Llorenç y es Canar.

Y en nueve casos, es decir, más de la mitad (56,3%), están sobreexplotadas. Junto a Formentera, las que peor están son las de sa Serra Grossa, Santa Gertrudis, Cala Tarida, Roca Llisa y es Pla de Sant Antoni.

El Plan Hidrológico, que revisa anticipadamente el Govern y que está a punto de finalizar su período de exposición pública, advierte de la gravedad de la situación y pronostica, además, un horizonte aún peor en solo unos años: las bolsas de agua potable en malas condiciones llegarán al 74% en el año 2021 si no se toman medidas contundentes. Sólo dos masas de las Pitiüses (Sant Llorenç y Port de Sant Miquel) no están en riesgo de perder en 2021 el buen estado del que gozan.

No obstante, estos datos recogen la situación de los acuíferos en 2015, cuando la sequía era crítica, de manera que no tienen en cuenta cómo se recargaron a finales de 2016 y comienzos de 2017, ni que desde hace un año se abastece a buena parte de Sant Josep con agua desalada, lo que ha supuesto un alivio para las masas de esa zona.