Uno de los pasajeros de un ferri que zarpaba de Formentera hacia Ibiza tuvo la suerte de que entre el pasaje había una médico gracias a la cual continúa con vida.

El martes de la semana pasada, este hombre, un francés de 47 años de edad que reside en Ibiza, tomó en Formentera la barca de Baleària de las diez de la mañana con destino al puerto de Vila. Sufrió una parada cardíaca cuando subió al ferri para comprar su billete. .

Los primeros en atenderle y en practicar maniobras de recuperación cardiorrespiratoria fueron los propios marineros de la embarcación. "Estoy muy orgulloso de muy tripulación", dijo al respecto el capitán del barco, que subrayó la buena preparación de los marineros, que supieron mantener con vida al hombre.

Por suerte, en ese mismo ferri viajaba una de las doctoras del servicio de Urgencias del Hospital de Formentera, Vivian Silvia Orte Ramos, a quien todo el mundo conoce en la isla como Vivi.

La doctora se puso manos a la obra y comenzó con las maniobras de reanimación cardiorrespiratoria allí mismo, sobre la proa del barco. Fueron momentos de mucha tensión.

La doctora llegó a utilizar el desfibrilador del ferri de Baleària y, finalmente, logró recuperar las constantes vitales del hombre y mantenerlo con vida hasta la llegada de sus compañeros del centro médico.

De Formentera a Can Misses

De Formentera a Can Misses

El personal de una UVI móvil del servicio del 061 de Formentera terminó de estabilizar al hombre y organizó su traslado al Hospital de Formentera. Allí se tomó la decisión de trasladarlo a Can Misses, donde quedó ingresado en la Unidad de Cuidados Intensivos. En un principio, los médicos calificaron su estado de estable dentro de la gravedad. Tres días después, la evolución del paciente era buena.

Unas pocas horas antes del suceso en el ferri de Baleària amarrado en el puerto de la Savina, poco después de las diez de la noche del lunes, la doctora Orte tuvo que atender a una mujer que se despeñó en los acantilados de Cala Saona, en Formentera.

La mujer estaba sentada en la zona de acantilados acompañada por un hombre, poco después de la puesta de sol. Los organismos de rescate explicaron que cayó desde una altura de unos 10 metros. Los servicios médicos, con la doctora Orte al frente, accedieron por tierra al lugar donde quedó el cuerpo de la mujer. Trataron de reanimarla, pero los golpes que sufrió en la caída ya habían acabado con su vida.

Aún no se sabe con certeza qué es lo que ocurrió, pero se cree que la mujer estaba sentada sobre un pareo al borde del acantilado y que, cuando se levantó, podría haberse enredado un tobillo con la tela, lo que hizo que se tropezara y que, finalmente, se despeñara. Tenía 38 años de edad.