Una persona mayor. Paciente crónico. Con varias enfermedades que, aunque no se van a curar, se pueden controlar. O sólo con una, pero con afección severa. Alguien que, paradójicamente, puede empeorar con entradas y salidas constantes del hospital. Que es más que posible que tenga un calendario lleno de marcas indicando las visitas al médico de familia, a la enfermera, las consultas con el especialista y los días que tiene que ir a la farmacia a buscar sus muchos fármacos. Un paciente que es más que probable que, con cada ingreso en el hospital, pierda capacidad cognitiva. Un paciente con el que el objetivo es mantener el máximo tiempo posible su autonomía, su estado y su calidad de vida. A eso, precisamente, se dedican en cuerpo y alma las enfermeras gestoras de casos del Área de Salud de Ibiza y Formentera.

Para conseguirlo es importante la implicación y colaboración del resto de profesionales del Área de Salud. Por eso, Eva Moreno, enfermera gestora del Hospital Can Misses; José Luis Parajuá, neurólogo, y Maria Tresserra, médico de familia que ejerce como experta y asesora en el programa, tratan de acercarlo a sus compañeros. Moreno tiene varios carteles informativos plastificados que, explica, colgará, repartidos por el hospital, dentro de un tiempo.

Servicios implicados

La idea es que no sólo las enfermeras gestoras de casos sean «proactivas» y localicen a través de los diferentes sistemas de historia clínica a los pacientes susceptibles de incluir en el programa, sino que otros profesionales estén también alerta para derivárselos. Aunque algunos ya lo hacen, confían en que esto aumente con el tiempo. De momento, Urgencias y Medicina Interna son los dos servicios en los que encuentran a más pacientes crónicos susceptibles de entrar en el programa. El de Neurología es otro de los servicios con los que más estrechamente trabajan, ya que muchos de estos enfermos padecen alguna demencia, ya ha puesto en marcha una consulta específica para personas que se encuentran en fase avanzada de la enfermedad, explican refiriéndose a la que ha puesto en marcha este verano José Luis Parajuá.

Las actuaciones con estos pacientes son muy variadas. Desde hacer un análisis exhaustivo de la medicación que toman para reducirlas y minimizar, con ello, el riesgo de sufrir los efectos secundarios, a ofrecerles la hospitalización a domicilio, siempre que sea posible, cuando requieran un ingreso hospitalario. También concentrar las citas con los profesionales sanitarios y derivarlos a la unidad de cuidados paliativos cuando sea necesario.

Reducir la medicación, en muchos casos, hace que el paciente se sienta mejor. Y eludir la hospitalización evita, no sólo las infecciones nosocomiales (las contraídas en el ámbito sanitario) sino también, en la mayoría de los casos, la pérdida de capacidad cognitiva. Es habitual, explican las expertas, que tras pasar unos días ingresados en el hospital los pacientes presenten un peor resultado en el test de Barthel, que mide la capacidad cognitiva. Algunos, el día que tienen que acudir al hospital para consultas o pruebas, ya acaban agotados, hay que pensar en lo que les afecta pasar varios días en él.

Tanto Moreno como Tresserra destacan que la familia, los cuidadores, son «básicos». De hecho, las personas que tienen a su cargo a estos pacientes se incluyen también en el programa que, recuerda, es «voluntario». También es importante, señalan, la coordinación con los trabajadores sociales del Área de Salud. «Se trata de darle una vuelta, buscar otro enfoque», concluye Eva Moreno.