Cuando una persona prepara las maletas para marcharse de vacaciones no piensa que no vaya a regresar. Sin embargo, el sueño de una noche de verano en Ibiza se ha convertido en una pesadilla para los allegados de los, al menos, trece turistas que han perdido la vida, por causas no naturales, desde junio al 17 de agosto. La última víctima mortal en la isla se registró anoche en un barco atracado en el puerto de Ibiza donde falleció un hombre en una caída mortal, según las primeras informaciones.

La penúltima víctima mortal fue en la madrugada del pasado viernes: un español de 22 años falleció tras consumir drogas. El balance lo completan un muerto en un accidente de tráfico en ses Païsses; siete, por ahogamiento (dos en piscinas), otro después de tomar sustancias estupefacientes y una víctima de un presunto homicidio ocurrido en Sant Antoni.

La primera víctima mortal se registró la tarde del 23 de junio en Platges de Comte, en Sant Josep. Un hombre de 46 años de edad sufrió un colapso y falleció tras lanzarse al mar desde un velero, a unos 300 metros de la costa.

La segunda víctima moría una semana después en Sant Antoni, en la avenida de ses Païsses. Era un británico de 34 años que perdió la vida tras invadir la calzada y ser arrollado por un autobús en la noche del día 30.

No habían pasado ni 48 horas cuando un niño de cuatro años de edad falleció ahogado en el hotel Stella Maris, de Sant Antoni, después de caer a la piscina del establecimiento, sin que los servicios sanitarios que se desplazaron al lugar de los hechos pudieran hacer nada por salvarle la vida.

Una semana después se registró otro ahogamiento, esta vez en una villa de Sant Agustí. Un británico de 19 años falleció en una piscina de una finca particular. Los amigos explicaron a la Guardia Civil que había consumido drogas.

El fin de semana del 14 al 15 de julio una turista portuguesa de 70 años murió en la UCI de Can Misses una semana después de caer desplomada en la playa de es Pouet. Esta misma playa fue el escenario de otro ahogamiento el 20 de julio, cuando un bañista británico de 65 años entró en parada cardiorrespiratoria.

La combinación de éxtasis, cocaína y ketamina fue un cóctel mortal para Jack McDonnel, un británico de 22 años. Solamente llevaba unas horas en Ibiza cuando falleció en el ambulatorio de Sant Antoni.

Cadáveres flotando

Siete días después, un triatleta ibicenco halló por la mañana el cadáver de un joven, no se ha confirmado aún su nacionalidad, flotando en es Pouet. Nadie ha reclamado su cuerpo. También flotando, pero en la bocana del puerto de Sant Antoni, encontraron el 5 de agosto el cadáver de Anwaar Lahrichi-Freenwod, un británico de 24 años. Los resultados de la autopsia determinaron que falleció ahogado, pero la familia cree que es una muerte violenta.

La Guardia Civil también investiga la muerte de un sevillano de 33 años que el 6 de agosto se coló en un hotel de es Canar, sufrió un colapso y cayó a la piscina.

Por último, hace una semana, un inglés de 23 años, Conor Lee, murió tras una pelea en el passeig de s'Arenal. La jueza mandó a prisión al presunto autor material del crimen.