Los endocrinos deben estar más alerta de la situación ósea de sus pacientes diabéticos que se inyectan insulina. Es una de las conclusiones que saca Eladio Losada, endocrino del Área de Salud de Eivissa y Formentera, del segundo estudio que ha publicado sobre el riesgo de fracturas óseas en los pacientes de diabetes tipo II que siguen tratamiento con insulina. En el primero de estos estudios el médico ligó «la influencia del tratamiento con insulina al riesgo de fracturas óseas en pacientes con diabetes tipo II con un diagnóstico reciente», explica Losada, que detalla que en este segundo lo que hace es comparar este riesgo con el de pacientes con tratamientos con pastillas: «Tanto insulina como orales o también las combinaciones más frecuentes del tratamiento estándar con metformina».

Los resultados de ese estudio se publicarán en Osteoporosis International, una prestigiosa revista de metabolismo óseo, en un artículo titulado ´Real-world antidiabetic drug use and fracture risk in 12.277 patients with type 2 diabetes mellitus: a nested case-control study´. En estos momentos ya se puede leer en la edición web de la publicación y en breve saldrá en papel. En el estudio, con Losada han colaborado otros doctores: Prieto Alhambra, de la Universidad de Oxford; Soldevila, Mauricio y Puig-Domingo, del Hospital Germans Trias i Pujol, y Díez-Pérez y Nogués, del Hospital del Mar. Losada explica que el estudio es parte del programa de Doctorado que está preparando y que se ha hecho utilizando la base de datos de Atención Primaria de Cataluña. «Tiene cinco millones y medio de personas y un montón de datos. Lo bueno es que la muestra es muy similar a la nuestra, por lo que los resultados que se obtienen son muy extrapolables a Eivissa», indica.Diabetes y huesos: tema caliente

«En los resultados del estudio se observa que el uso de insulina en monoterapia en pacientes con diabetes mellitus tipo 2 provoca un aumento del riesgo de fractura ósea, comparado con el tratamiento con metformina sola. Este aumento del riesgo no se observó en ningún antidiabético oral solo o en combinación entre ellos», señala un breve extracto del artículo. «Hay que pensar que son estudios retrospectivos, de manera que no se puede apuntar a una causalidad, pero da una pista de las hipótesis que se pueden formular», matiza el médico, que recalca que el de la diabetes y los huesos «se está convirtiendo en un tema caliente» entre los profesionales. Genera mucho debate porque no hay unas conclusiones claras. «La insulina no deja de ser un marcador de la severidad de la enfermedad. Ponemos insulina cuando peor está el paciente», explica el médico del Área de Salud Pitiusa.

Él mismo matiza: «La insulina provoca un riesgo de hipoglucemia atribuido a un aumento de los riesgos de fracturas por las caídas». Reconoce que una de las cosas que le ha llamado la atención de los resultados de este estudio es que este peligro de fracturas también se aprecia «en pacientes con un diagnóstico reciente que, en teoría, no están tan fastidiados».

El endocrino explica que los profesionales, en el caso de la diabetes tipo II, como en los últimos años ha aumentado el «arsenal terapéutico», se va retrasando cada vez más el tratamiento con insulina. A pesar de esto, recalca que esta sustancia es «básica» para los diabéticos de tipo I -«no podrían vivir sin ella porque tienen una falta total de insulina»- y «fundamental» para los de tipo II, cuyo cuerpo, aunque genera insulina, no lo hace en cantidades suficientes «para conseguir unos valores glucémicos normales» y su organismo tiene que «trabajar el doble o el triple» para conseguir el mismo efecto.

La insulina no es la causa

El médico defiende que al ser la insulina un factor más, el riesgo de que los enfermos de diabetes sufran fracturas óseas aumenta cuando estos pacientes no están bien controlados. Insiste, además, en que no se puede decir directamente que la causa de las fracturas es la insulina: «Eso crearía cierta alarma: ´me pongo insulina, me voy a fracturar más´. No. Las fracturas están determinadas por muchos factores y la insulina sería una más. Además, si a esos pacientes no les administráramos insulina sería peor». Así, lo que Losada considera que dice el estudio es que los profesionales que tratan a las personas diabéticas, sobre todo los endocrinos, deben preocuparse de «hacer un estudio de la situación ósea del paciente para poder tomar decisiones», así como para controlarla.

El médico recuerda que la diabetes es una enfermedad que requiere de mucho autocontrol por parte de los pacientes, que deben seguir unos hábitos de alimentación y ejercicio físico, así como regular la medicación. Reconoce, además, que el ritmo de vida en la actualidad no facilita, precisamente, seguir todas las paulas. «El pan nuestro de cada día es que se olviden de mirar cómo están», indica Losada, que añade que la diabetes, al ser una enfermedad crónica, «crea una rutina y genera una sensación de falsa seguridad y fallos por exceso de confianza». «Uno de los motivos por los que los pacientes empeoran es porque han perdido el miedo. Se encuentran bien, no tienen bajadas de azúcar... Y eso hace que abandonen ligeramente el tratamiento», insiste el endocrino, que señala que, en general, cuando se llevan un susto, vuelven a extremar ese autocontrol.

Las Claves

Diabetes

Tipo I y tipo II

Hay dos tipos de diabetes: la I y la II. La primera suele aparecer en niños o adolescentes y se produce cuando el páncreas deja de producir insulina. La segunda está asociada a un estilo de vida sedentario y poco saludable y, aunque el páncreas genera insulina, no lo hace en cantidades suficientes.

Evolución

Una epidemia en el futuro, segun la OMS

La prospección para el futuro que ha hecho la Organización Mundial de la Salud sobre la diabetes es que esta enfermedad alcanzará el grado de epidemia y afectará cada vez a personas más jóvenes. Un incremento ligado, sobre todo al estilo de vida, el sedentarismo y la obesidad.