La Policía Nacional ha detenido de un hombre de origen marroquí, de 38 años de edad y con numerosos antecedentes policiales, tras amenazar de muerte a los clientes de un bar con una pistola, informaron ayer desde la comisaría de Ibiza a través de un comunicado. En la operación, llevada a cabo la semana pasada, los agentes también intervinieron en el domicilio del acusado 1.500 pastillas de éxtasis.

Según explicaron testigos presenciales a los investigadores de la Policía Nacional, el individuo entró en un establecimiento del barrio de ses Figueretes, en Vila, empuñando un arma de fuego y amenazó de muerte a la clientela. Al llegar la policía comenzó una persecución que finalizó cuando el detenido, que opuso resistencia, intentaba entrar en su domicilio.

En el momento de la detención, los agentes le intervinieron un cartucho de revólver de 6 milímetros y, posteriormente, encontraron el arma de fuego que había utilizado en sus amenazas. Se trata de un arma de fogueo, que, tras el análisis de la policía científica, se descubrió que había sido modificada para ser utilizada como un arma real de calibre 6 milímetros, es decir, compatible con la munición que se le había intervenido al individuo.

En el domicilio del sospechoso, los agentes de la Policía Nacional observaron una bolsa abierta que contenía lo que parecía una gran cantidad de pastillas de éxtasis. Los agentes llevaron los comprimidos a comisaría, donde comprobaron que se trata de unas 1.500 pastillas de MDMA -principio activo del éxtasis-.

En Santa Eulària

Por otra parte, las tres personas que la Guardia Civil de Santa Eulària detuvo la semana pasada como presuntos integrantes de una banda dedicada a los hurtos en comercios de la Villa del Río, quedaron en libertad con cargos tras declarar en el juzgado de guardia. La Guardia Civil inició una investigación tras recibir varias denuncias por hurto en establecimientos comerciales, robos en los que se utilizaba el mismo modus operandi. Los agentes observaron que en todos los ilícitos participaban tres personas -dos hombres y una mujer- con diferentes roles. Mientras uno de ellos establecía conversación con la persona que les atendía en cada caso, otro accedía al interior del local y aprovechando la distracción ejercida sobre el propietario o dependiente, entraba en las oficinas y sustraía los máximos efectos posibles, siendo esperado por el tercer miembro del grupo con el vehículo preparado para su huida. En todos los casos cada uno de ellos ejercía siempre la misma función.