Las Festes de la Terra arrancaron ayer en el claustro del Ayuntamiento de Ibiza con un fugaz discurso inaugural del alcalde, Rafa Ruiz, que destacó el papel de la música como «hilo conductor» del programa de este año, y con el concierto del pianista ibicenco Llorenç Prats y la violonchelista húngara Eszter Karasszon, que deleitaron al público con sus interpretaciones de piezas de Claude Debussy, Manuel de Falla y David Popper, entre otros compositores clásicos.

La ola de calor que llegó a las Pitiusas se hizo notar hasta la caída del sol y si no que se lo pregunten al centenar de asistentes al acto inaugural de les Festes de la Terra, sobre todo a los que se dejaron el abanico en casa. Solo pasaban cinco minutos de las 21 horas cuando el alcalde de Ibiza comenzó una improvisada intervención en la que destacó el esfuerzo para contar con «artistas de calidad» para el programa de este año. A continuación, Ruiz sustituyó la manida expresión 'marco incomparable' por «marco histórico» para referirse a Dalt Vila. «Con este calor a veces nos cuesta subir al corazón de la ciudad Patrimonio de la Humanidad», comentó el alcalde de Ibiza, mientras aún había personas que, con abanico en mano, llegaban exhaustas tras ascender a pie hasta el lugar del acto. Los últimos en llegar escucharon por los pelos las últimas palabras del discurso de Ruiz, dedicadas, un año más, a la Casa de la Música. Si en 2016 el alcalde de Ibiza aprovechó esta misma celebración para anunciar ese proyecto, ayer manifestó que esperaba concluirlo en este mandato.

Tras el breve discurso inaugural el público disfrutó del concierto 'Cordes a l'aire', que corrió a cargo del dúo formado por Prats, presentado por Ruiz como un músico de «reconocido prestigio», y de Karasszon. Era la segunda vez que ambos tocaban en la isla, la primera fue el 18 de noviembre del año pasado en el Centro Cultural de Jesús, pero no por ello el músico ibicenco estaba menos nervioso. «Es una actuación especial porque es ante gente que conozco y quiero ofrecer un repertorio diferente al que interpretamos el año pasado», explicó Prats antes del concierto.

Para comenzar, ambos tocaron el 'Intermezzo de Goyescas', compuesta por Enrique Granados. Después siguieron las piezas «más curiosas» de la noche, ambas de Debussy. La velada, que estaba previsto que durase una hora, continuó con las piezas 'Waldesruhe', de Dvorak; con las 'Siete canciones populares' de Manuel de Falla, entre otras, y concluyó, en honor al país en el que nació Karasszon y donde Prats ha madurado como músico, con 'Rapsodia húngara', de David Popper.

«Lo mejor de la música clásica es que persiste al paso del tiempo», valoró el pianista ibicenco. Seguro que los asistentes que le vieron tocar ayer por primera vez también recordarán su actuación.