Coches abandonados desde hace meses y un alcantarillado que no filtra y vierte aguas residuales todos los días del año. Son algunos de los problemas que, desde hace años, arrastra Montecristo, el polígono industrial situado en Sant Rafel.

En los barrios de Can Llaudis y Can Sala, próximos al polígono, los vecinos están hartos de la dejadez por parte de las instituciones hacia la zona, repleta de talleres y almacenes. «No es tan grande el polígono como para que los concejales del Ayuntamiento no puedan ver los problemas que hay aquí y solucionarlos», cuenta indignado Francisco Vergel, presidente de la asociación de vecinos del barrio de Can Llaudis desde hace veinte años. El abandono de los vehículos en las calles de la zona, entre los que se pueden encontrar desde coches y camiones hasta lanchas con grafitis, no cesa en los últimos años.

Desde el Ayuntamiento de Sant Antoni se han llevado a cabo en diversas ocasiones operaciones de retiradas de los vehículos abandonados, aunque desde Medio Ambiente han reconocido la incapacidad para controlar y gestionar la ingente cantidad de coches que se acumula en la zona. El concejal de Medio Ambiente, Pablo Valdés, manifestó hace algún tiempo que «el resultado no está siendo eficiente», en el control de las basuras, y conminó a los propietarios de los negocios de la zona a «implicarse y ver de qué manera se puede eliminar el problema, o minimizarlo», señaló. Vergel sin embargo, insiste en que el Ayuntamiento «no hace lo suficiente» para acabar con los graves problemas de Montecristo.

Aguas residuales

Otro de los problemas que causa indignación entre las cerca de 170 familias que residen en la zona es el pésimo mantenimiento de la red de saneamiento de la que dispone el polígono. En toda la zona de Montecristo, únicamente hay alcantarilla, explica Vergel, que vierte aguas residuales hacia la carretera de acceso a los barrios de Can Llaudis y Can Sala. El agua, cuya marca en el asfalto es más que notable, atraviesa gran parte de la calzada hasta llegar a la tierra de las fincas próximas, cuyos algarrobos se han secado como consecuencia de los líquidos pestilentes que vierte el alcantarillado, afirma Vergel.

Asimismo, la abundante presencia de basura en toda la zona ha propiciado la aparición de mosquitos tigre, cuya presencia se detectó por primera vez hace tres veranos.