En la naturaleza, el fenómeno óptico de la iridiscencia no es una rareza. Puede observarse en alas de mariposa y de libélula, en la brillante negrura de las alas de cuervos y cormoranes, en las plumas de colibríes y en los reflejos metálicos de los ojos de los gatos. Incluso se ha descubierto que hubo un dinosaurio, un microraptor similar a un cuervo, que seducía usando los destellos iridiscentes de su plumaje. En todas estas superficies, plumas y ojos, el tono de la luz varía según el ángulo desde el cual se iluminan y observan. Y así parecen cambiar de color y mostrarnos el arco iris.

Eso es la iridiscencia, el resultado de la interferencia de ondas de luz, y es muy característica, asimismo, del interior de muchas conchas de moluscos marinos, de los que puede destacarse la oreja de mar, también conocida como oreja de Venus, abalón y orella de rei en algunas zonas de Balears. Es un gasterópodo, el género Haliotis, cuyas conchas se encuentran en las playas con cierta frecuencia, destacando sobre la arena por su brillo nacarado y los espectaculares colores de su interior, producto de la dieta del animal. Además, el abalón es un molusco muy popular, no sólo por su abundancia sino también porque, en las islas, a menudo se incluía en las paellas y algunas especies son un manjar de la gastronomía de diversos lugares del mundo; en A Coruña, por ejemplo, se cría y comercializa una variedad de origen asiática que se vende a precio de ostras en restaurantes de Taiwán y Japón. En Balears, la actual ley que regula el marisqueo prohíbe la captura de moluscos (tanto bivalvos como gasterópodos) fuera de zonas declaradas de producción.

En las Pitiüses, el haliótido más común es Haliotis lamellosa, una especie que se considera propia del Mediterráneo, aunque también puede verse con asiduidad H. tuberculata, más habitual en aguas de Galicia. Las dos fueron encontradas, como referencia, durante las prospecciones que llevó a cabo la organización Oceana hace una década en diferentes puntos del mar balear, incluyendo zonas como ses Bledes, es Vedrà, es Freus y sa Llosa de Santa Eulària. En el informe de ese proyecto se cita la presencia de orejas de mar en tramos de entre 12 y 18 metros de profundidad; la mayoría de las citas bibliográficas sobre el hábitat prioritario de las especies del género Haliotis lo situan a profundidades de menos de 50 metros y con preferencia en aguas someras.

Confusión

En ocasiones, se ha citado a H. lamellosa como una subespecie de H. tuberculata, por lo que existe cierta confusión sobre la existencia de dos variedades en el Mediterráneo; Oceana, en el citado informe, considera que las dos especies están presentes en las islas.

Se han descrito más de cien especies distintas de haliótidos, caracterizadas todas ellas por el interior iridiscente de sus conchas, su forma de oreja, la espiral de dos o tres vueltas en un extremo y la serie de orificios respiratorios que tienen en un lateral para expulsar agua y asirse más fuertemente a la roca en caso de peligro, y por los que el animal puede extraer unos pequeños tentáculos sensoriales. Hace 260 años que Carlos Linneo, el creador de la clasificación de los seres vivos, describió por primera vez Haliotis en su obra Systema naturae. Pero estos moluscos gasterópodos, aún sin nombre, ya estaban en el planeta en la era en la que apareció el Homo sapiens; en la fauna malacológica del Cuaternario marino de la isla del Aire, en Menorca, o en Cala Pi, en Mallorca, se han encontrado restos de la especie H. lamellosa, lo que prueba su antiguo origen y convierte a este molusco iridiscente en lo que suele conocerse popularmente como un 'fósil viviente'.