Un crucero, más que un barco, es una ciudad flotante, con todas las consecuencias que ello conlleva. Las 4.000 personas que llegan a ir a bordo de los grandes buques que vienen a Ibiza generan grandes cantidades de residuos, tanto sólidos como líquidos. Un estudio de la organización Oceana detallaba hace unos años que un crucero con capacidad para unos 2.000-3.000 pasajeros puede llegar a generar cada día cerca de 1.000 toneladas de residuos, entre aguas grises (550.000-800.000 litros), aguas negras (100.000-115.000), aguas oleosas de sentinas (13.500-26.000 litros), residuos sólidos (7.000-10.500 kilos) y residuos tóxicos (60-130 kilos).

Las aguas grises son las procedentes de lavaplatos, duchas, lavanderías, grifos de cocina y similares. Este tipo de residuo (menos contaminante que las aguas negras) son lanzadas mayoritariamente al mar. Las aguas negras, por su parte, son las de tipo fecal, recogidas en los inodoros y que, por su alta capacidad contaminante, deben ser previamente tratadas a bordo antes de lanzarse al mar, o descargarse en instalaciones en tierra. Las aguas oleosas de sentina son aquellas que proceden de motores y maquinaria de todo tipo, con alto contenido en aceites, gasolina, limaduras metálicas, pintura grasa y otras sustancias. Un gran barco de crucero puede generar varias toneladas de agua de sentina al día, y deben ser depuradas o bien descargadas en tierra, pero una parte de ellas acaba también en el mar.

Al margen de ello, los numerosos restaurantes, bares, discotecas y otros servicios que prestan los cruceros a sus pasajeros generan una gran cantidad de basura en forma de residuos sólidos: envases, cartones, cristal, restos de comida... Una parte es reciclada en tierra, otra es incinerada a bordo y otra es arrojada al mar, sobre todo restos orgánicos.

Vertidos permitidos por ley

La normativa internacional, como el convenio Marpol, prohíbe a los buques, incluyendo los cruceros, lanzar al mar plásticos, papeles, vidrio o metales. Sin embargo, sí permite que se puedan lanzar al mar aguas sucias, siempre que sea a cierta distancia de la costa, e incluso aguas de sentina tratadas, siempre que su contenido en aceite no exceda de 15 partes por millón, tal y como recuerda Sönke Diesener, responsable de Política de Transporte de la organización alemana Nature and Biodiversity Conservation Union (NABU). Es más, el mismo convenio Marpol permite lanzar al mar residuos de comida a más de 12 millas de la costa y, si estos residuos están desmenuzados o triturados, a tan solo tres millas de la costa. Sönke Diesener afirma que «el vertido de desechos biodegradables al mar contribuye a la degradación del medio ambiente marino por los excesivos nutrientes, que provocan el crecimiento excesivo de las algas, consumen oxígeno del agua y lleva a la muerte de los peces, así como de los arrecifes de coral».

En cuanto a las aguas de sentina, NABU admite que hay barcos que «van más allá de los estándares internacionales y adoptan la descarga cero», sin embargo, esto no siempre es así. En el Mediterráneo, «hay barcos que aplican la descarga cero mientras que otros arrojan biosólidos y aguas residuales allí donde está permitido».

La progresiva mejora de los sistemas de depuración a bordo y de tratamiento de residuos es algo que resaltan dos de las grandes empresas de cruceros que operan en Ibiza: MSC y Costa. El presidente de la primera de estas compañías, Emiliano González, afirma: «En los barcos nuevos incorporamos ya los últimos sistema disponibles, y en los más antiguos hay plantas muy avanzadas de tratamiento de aguas residuales, que en algunos casos se reutilizan en el propio barco, e incluso, aunque parezca raro, a veces se convierte casi en potable. Lo que no se trata de este modo, se descarga en puerto cuando llegamos, cumpliendo la reglamentación establecida».

MSC: «Vertidos mínimos»

Ahora bien, González admite que sus barcos también vierten aguas residuales al mar. «A partir de una cierta distancia de la costa, la reglamentación permite, efectivamente, verter un porcentaje de aguas residuales, que nosotros intentamos evitar al máximo. Lo que se vierte al mar es mínimo, concretamente aquello que por un exceso de consumo obliga, en un momento determinado de la navegación, a verter una cantidad mínima», que no pudo cuantificar.

Los conservacionistas de NABU admiten que «los buques nuevos cuentan con sistemas avanzados de tratamiento de aguas residuales, por lo que incluso el agua descargada alcanza niveles de calidad comparables a las instalaciones en tierra firme».

Sea como sea, lo cierto es que hoy en día muchos de los cruceros que atracan en Ibiza a lo largo del año vierten cantidades significativas de materia contaminante al mar. Así lo demuestra el documento oficial de la empresa Costa Cruceros, titulado Sustainabilitiy Report 2017, que en su página 133 incluye un cuadro explicativo, sumamente detallado, con todos los tipos de residuos que genera la flota de esta empresa (15 cruceros navegando en la actualidad en el Mediterráneo).

Según ese cuadro, del total de aguas grises producidas por la flota de Costa, es de 2,94 millones de metros cúbicos, de los cuales prácticamente todos se lanzan al mar (2,89 millones de metros cúbicos). El resto, se descargan en tierra. En cuanto a aguas residuales, se observa la misma tendencia: casi todas ellas son vertidas al Mediterráneo (515.252 metros cúbicos) tras ser debidamente tratadas, mientras que sólo 3.237 metros cúbicos son descargados en tierra. La empresa no especifica qué grado de depuración tiene cada una de estas cantidades. Diario de Ibiza trató de recabar más datos sobre estos vertidos, pero la compañía declinó hacer cualquier comentario y se remitió al contenido de su informe.

Incluso las aguas de sentina se lanzan también mayoritariamente al mar (supuestamente cumpliendo los niveles autorizados de contaminantes). De las 32.095 metros cúbicos de aguas oleosas producidas por Costa Cruceros en 2017, 26.893 fueron descargadas al mar y las 5.201 restantes, en tierra.

Los cruceros de esta empresa produjeron el año pasado 113.275 metros cúbicos de residuos sólidos, de los cuales el 13,2% fueron lanzados al mar. El 84,3% fue descargado en tierra y un 2,5% fue incinerado a bordo.

«¿Quién controla?»

Las entidades conservacionistas expresan siempre la misma preocupación: «¿Quién controla que se cumplan los límites y las reglamentaciones?». ¿Cómo saber que realmente el agua de sentina o las aguas negras vertidas por un barco cumplen siempre los parámetros autorizados? ¿O que realmente esos vertidos se hacen a la distancia de la costa legalmente exigida?

La organización NABU considera que «el mejor método para proteger el medio ambiente es mantener las aguas residuales tratadas a bordo y descargarlas en las instalaciones del puerto».

El sector de los cruceros no para de crecer. El mayor barco del mundo, el 'Harmony of the Seas', ha sido botado este mismo año y recala todas las semanas en el puerto de Palma. Tiene capacidad para 6.780 pasajeros y 2.100 tripulantes. Su eslora es de 362 metros. Si no viene a Ibiza es porque no cabe en el puerto.

Pero la industria no se conforma aún. Actualmente hay en construcción 95 barcos de crucero en los principales astilleros de Europa. Su reto consiste en adaptarse a un medio ambiente marino cada vez más enfermo y amenazado.