La captura de serpientes con las trampas que gestiona la conselleria balear de Medio Ambiente ha bajado, en lo que llevamos de temporada, un 35% en Ibiza y un 40% en Formentera. Hasta el pasado día 13 se han cazado 362 ofidios en Ibiza y 330 en Formentera, cuando el verano pasado, a estas alturas, ya se habían capturado más de mil, según el coordinador del proyecto para combatir la invasión de serpientes en las Pitiüses, Víctor Colomar, veterinario del Consorcio de Recuperación de Fauna de Balears (Cofib) del Govern.

Hay que tener en cuenta que este año el Govern ha aumentado el número de trampas, en un 20% aproximado, en cada isla. La conselleria de Medio Ambiente controla 221 trampas en Ibiza y 193 en Formentera. Todas ellas colocadas en zonas estratégicas.

Aparte están las trampas de la Federación de Caza de Balears y las instaladas por particulares, cuya cuantía, sumadas a las del Govern, puede alcanzar un millar, según Colomar, que agradece tanta participación. «Para mí este proyecto, junto al de Mallorca de la avispa asiática, es el trabajo con la sinergia social más bestia en el que he trabajado. Se ha movilizado mucha gente por el miedo a las serpientes y se han desbordado mis expectativas», afirma.

Colomar sostiene que no puede asegurar que ahora hay menos culebras, pero sí que «dónde se está trabajando con intensidad se están notando los resultados». Una teoría que podría explicar la bajada de capturas es que este año la primavera ha sido más lluviosa y fría y el calor ha tardado en llegar, pero, por otra parte, con la llegada de la canícula debería haber aumentado el número de reptiles atrapados y no ha sido así. «A día de hoy esperábamos registrar como mínimo el mismo número de capturas [que el año pasado]», indica. Este año, además, la temporada de captura de reptiles empezó un mes antes.

«Se les está haciendo daño»

La segunda explicación es que desde 2016 se han cazado más de 3.000 ofidios en las Pitiüses, lo cual, dice Colomar, «ha de tener un impacto sobre la población». «Intuitivamente, por lo que estamos viendo y consensuando [a la espera de analizar todos los datos al final de la campaña, con los resultados además de laboratorio de los ejemplares atrapados], le debemos estar haciendo bastante daño», recalca.

El técnico del Cofib también apunta que el año pasado «mucha gente» que, haciendo «una labor extraordinaria», cazaba «11 ó 12 serpientes» en trampas particulares y este verano sólo una. «Nos está pasando lo mismo a nosotros. Si el año que viene se estabiliza esta tendencia a la baja será bueno, pero es complicado hacer previsiones», subraya.

Cuando arrancó el proyecto para combatir esta plaga, el objetivo era el de «intentar erradicarla en Formentera y alcanzar en Ibiza una densidad suficientemente baja para que sea compatible con la vida de las lagartijas». «El objetivo era ambicioso de partida. En tres años vemos que la población se resiente bastante pronto», dice el veterinario del Cofib, que añade que, por ejemplo, «en zonas pequeñas de Mallorca, con poblaciones de serpientes acorraladas, se tarda entre cinco o seis años en que el trabajo se note porque son especies invasoras y muy resistentes».

Así, Colomar apunta que en Formentera se ven «indicios de debilidad» en la invasión de culebras. Pero considera que el proyecto tiene que «evolucionar» y buscar otros «métodos alternativos», ya que a medida de que se reduce la densidad de reptiles en las zonas con trampas, estas pierden efectividad. Reconoce que con el sistema actual de trampas será «muy difícil», si «no se da un golpe de efecto», la erradicación total. En todo caso, sigue siendo «optimista». Ya lo era, dice, hace tres años, cuando la situación no pintaba nada bien.

Los métodos alternativos podrían ser el uso de perros adiestrados para detectar serpientes y rodear la zona con trampas o el uso de algún producto tóxico que afecte sólo a las serpientes (cebos envenenados), como se está haciendo en la isla de Guam, en el Pacífico, aunque Colomar reconoce que en Europa es «difícil» por la legislación actual.