Hemos dejado que se pierdan, sin relato, los viejos oficios de la mar, embarcaciones y aparejos, el utillaje de los astilleros y, lo que es peor, una memoria oral que era un tesoro patrimonial único. Me pregunto qué podemos decir de la condición marítima y portuaria de Ibiza, parte sustantiva de nuestra historia, quienes, en el mejor de los casos, hemos sido sólo espectadores y testigos de que aquel mundo desaparecía.

La casualidad me ha proporcionado noticias de la iniciativa que el 1995 tuvo el Ayuntamiento de Vila para crear el que había de ser Museu Marítim d´Eivissa i Formentera. La elaboración del proyecto museístico fue encomendada a Pere Vilàs Gil, investigador que conoce por lo menudo nuestra historia marítima, de la que ha publicado numerosos estudios en rotativos y revistas, además de obras que nos hablan de nuestros muelles, astilleros, barcos, navegaciones, faros, personajes, etc. Es el caso, entre otros trabajos, de ´Senyals lluminosos de les Pitiuses´, ´Notes per a la història marítima d´Eivissa i Formentera´, ´Història d´un corsari´. El hecho de que la referida propuesta para el futuro Museo no llegara a buen puerto y quedara en vía muerta, siendo que el proyecto se había completado y presentado al Consistorio al año siguiente (1996) con un planteamiento concienzudo y pragmático, motiva estas rayas que quieren ser de reconocimiento al autor del referido proyecto museístico, Pere Vilàs, pero que también son notas de desazón y desencanto. No sólo por el perjuicio que el hecho de no sacar adelante el proyecto ha supuesto para los ibicencos, sino, sobre todo, por la pérdida que ello ha significado para el patrimonio.

En un cajón

En cualquier caso, el solo hecho de que aquel proyecto museístico no llegara a la calle, no se haya conocido y esté hoy en no sé qué cajón de no sé qué despacho, me hace pensar que conviene, aunque sea a vuela pluma, esquemáticamente, sacarlo a luz. Que Pere Vilàs hiciera diana en su planteamiento del futuro museo, dado el conocimiento que tiene de nuestra historia marítima, era previsible, pero no lo era tanto la originalidad del proyecto que, dejando de lado las visiones generalistas que presentan la mayoría de museos y que van desde la prehistoria a nuestros días, -una visión en la que suelen coincidir y repetirse-, lo que hace Vilàs es ajustarse estrictamente a nuestra historia y recoger sus capítulos esenciales, aquello que nos atañe y nos explica.

Con una premisa determinante: siempre en función del material disponible. A partir de aquí, el proyecto museístico se concreta en una pormenorizada memoria temática que proyecta seis salas en el futuro museo: Cors, Cabotatge, Construcció Naval, Navegació Esportiva, Pesca i Senyals Marítims. Acompañando en cada apartado una pormenorizada relación de los materiales que habían de dar contenido a cada sala y especificando el fondo de particulares o de instituciones del que provienen.

Es el caso de la familia Fornàs, Prats, Manyà y Misses; del Fons del Club de Jubilats del Mar y de las col·leccions de David Morgan, Vicent LLuc, Torres Riera, Antoni Ribas, Cofraria de Pescadors d´Eivisssa, Autoritat Portuària de Balears, Capitania Marítima del Port d´Eivissa, Institut d´Estudis Eivissencs, Escola d´Arts i Oficis, Ajuntament d´Eivissa, etc. El proyecto incluía propuestas sobre la posible ubicación del museo, organigrama, adquisiciones que convenía hacer (maquetas, utillaje, etc), así como referencia a los espacios complementarios comunes en este tipo de instituciones, Arxiu, Biblioteca, Sala d´Actes, Taller de recerca, investigación, documentación, restauración, etc. El proyecto aportaba criterios de exhibición didácticos, sociológicos y culturales, finalizando con una estimación presupuestaria ajustada.

Un error

Y esto es más o menos lo que quería decir, con la intención de dar a conocer un trabajo que me parece modélico y del que pienso que no se tenía noticia a pie de calle. También he creído, en mi modesta opinión, que convenía advertir del tremendo error que supone que una isla,- con la dilatada historia marítima que tiene Ibiza, una de la ciudades portuarias más antiguas del Mediterráneo-, no disponga de un museo que preserve un legado de siglos.

Y aunque dudo que algún día lleguemos a verlo, insisto en que resulta desconcertante y descorazonador saber que todo el fondo de materiales que en su momento se dieron como disponibles queden ahora dispersos, ocultos al común y sin poder contribuir, como correspondería, a explicar quienes somos y de dónde venimos. Un hecho me parece incontestable: desde que tenemos memoria, el mar ha dado vida a la isla y a sus habitantes. La civilización nos vino del mar, ha estado siempre ligada al mar y sin él nuestra historia no puede explicarse. A partir de aquí, es evidente que nuestro patrimonio tendrá una severa carencia si no conseguimos explicar nuestra historia desde el mar.