Este jueves, 16.30 horas. Con media hora de adelanto, el crucero ´Marella Spirit´ suelta amarras para abandonar el puerto de es Botafoc. Desde aproximadamente una hora antes de partir, ya tenía en marcha sus motores y un penacho de humo blanquecino emanaba de su gran chimenea. No es una humareda negra, espesa ni de aspecto amenazante, pero suficiente para que cualquier persona situada a cien metros del barco (o más, con el viento a favor) note que está respirando algo desagradable, que se infiltra por sus vías respiratorias. Su cubierta está llena de turistas que, ajenos a lo que sale de esa gran chimenea, toman fotos de Dalt Vila mientras el barco enfila su proa mar adentro.

Cada vez con más insistencia, organizaciones y expertos medioambientales alertan de los peligros que supone la contaminación atmosférica que emana de los grandes cruceros. No es un asunto banal. Todo en estos barcos es superlativo y, por tanto, también lo son sus motores y sus correspondientes tanques de combustible. Esos motores no queman precisamente esencia de azahar, sino fuel oil (uno de los combustibles más contaminantes) y con él se lanza a la atmósfera dióxido de carbono (CO2), óxido de azufre (causante la lluvia ácida), óxidos de nitrógeno y partículas ultrafinas, especialmente dañinas para la salud.

Uno de los barcos más grandes de los que vienen a Ibiza este verano es el ´Celebrity Reflection´, de 315 metros de eslora y cuyos motores diésel (de 22.848 caballos de potencia en total) queman todos los días 240 metros cúbicos de combustible (10 metros cúbicos cada hora). Su voltaje alcanza los 67,2 megawatios. Más de 4.300 personas viajan a bordo. Ni el famoso ´Titanic´ tenía estas dimensiones.

Prohibido en tierra, no en el mar

Entidades como Oceana, Ecologistas en Acción y la alemana Nature and Biodiversity Conservation Union (NABU) han estudiado las emisiones que provocan estos motores y son unánimes al advertir de que estar en la cubierta de un crucero de lujo tomando el sol no es lo más saludable, pero tampoco lo es estar en las zonas próximas al puerto donde se encuentran estos buques. «Ello es debido a que los cruceros usan un fuel oil pesado, cien veces más tóxico que el diésel que utilizan automóviles y camiones, y tiene hasta 3.500 veces más contenido de azufre. De hecho, este tipo de combustible está prohibido en tierra, donde es considerado un residuo peligroso», afirma Maria García, portavoz estatal de Ecologistas en Acción a Diario de Ibiza. Al llegar a puerto, los cruceros están obligados a usar diésel oil marino, que es menos contaminante.

Uno de los elementos más perjudiciales que emite el humo de los cruceros son las partículas ultrafinas. Son tan pequeñas (una milésima del diámetro de un cabello) que pueden entrar en el torrente sanguíneo a través de los pulmones. Varias mediciones del nivel de estas partículas realizadas en cubierta de cruceros por la organización alemana NABU revela que en la avenida de una gran ciudad suele haber una emisión de 20.000 partículas por centímetro cúbico, pero sobre la cubierta de un crucero se respiran hasta 380.000 partículas. «Las navieras exponen a sus pasajeros a cargas de contaminantes altamente nocivas para la salud», afirma el responsable de política de transporte de NABU, Daniel Rieger, quien lamenta que la industria del sector responda siempre con «buenas intenciones» pero con escasos cambios.

Pero el problema no se limitaría sólo a la cubierta donde los pasajeros toman el sol. Ecologistas en Acción tomó también mediciones en el puerto de Barcelona cuando había cruceros y detectó niveles igualmente excesivos: 428.000 partículas ultrafinas frente a las 20.000 o 30.000 que había en la avenida Meridiana. Según la entidad, las emisiones pueden llegar hasta 400 kilómetros más allá del puerto.

La situación empeora cuando coinciden en el mismo puerto tres o cuatro cruceros, como llega a suceder en Ibiza.

Daniel Rieger destacó en una rueda de prensa celebrada en Palma el año pasado que «la contaminación producida por un único crucero equivale a la de un millón de coches». Los 173 cruceros que pasarán este año por el puerto de Ibiza dan idea de la magnitud que puede tener el problema en la isla.

NABU, tal vez la entidad que más estudia el impacto ambiental de los cruceros en Europa, publica todos los años un ranking de buques contaminantes, y buena parte de los que vienen a Ibiza figuran en el último ranking de 2017.

Los responsables de la industria de cruceros, tanto los grandes astilleros europeos que los construyen como las tres o cuatro principales navieras que los explotan destacan los «grandes avances» que se están produciendo en los últimos años por «hacer más sostenible» la industria. El presidente de MSC Cruceros en España, Emiliano González, explicó a este diario que la instalación de filtros y catalizadores en los barcos de MSC es la principal muestra de la preocupación de la empresa por el medio ambiente. En 2020 entrará en vigor una nueva normativa europea que obliga a instalar este tipo de filtros para reducir las emisiones contaminantes al aire. «Desde hace tres años estamos incorporando estos catalizadores a los barcos antiguos, al objeto de cumplir con la reglamentación en 2020», afirma González. «Nuestros protocolos internos a veces van mucho más allá de lo que estipulan los reguladores internacionales», añade.

MSC también alude a la progresiva introducción de un nuevo tipo de combustible que cambiaría drásticamente el panorama: el Gas Natural Licuado. «Cinco de nuestros próximos barcos, dentro de los diez que tenemos pendientes de entregar hasta 2026, van a incorporar gas natural, y el primero llegará en 2022», anuncia. Será el inicio de una introducción gradual de este combustible más limpio.

González, por otra parte, se muestra rotundo al afirmar que «no es cierto que cuanto más grande sea un crucero más contamine». «Los grandes astilleros avanzan a pasos agigantados e incorporan nuevas tecnologías, con independencia del tamaño del barco», afirma.

Un crucero saliendo este jueves de Ibiza a primera hora de la tarde. Foto: J.Ll. Ferrer

Otro de los gigantes del sector, el italiano Costa Cruceros, alude también al gas natural y afirma que el próximo año recibirá de los astilleros su primer crucero que funcionará al 100% con gas: el Costa Smeralda. También Costa anuncia la instalación de equipos en sus escapes que reducirán en los buques existentes el 90% de óxidos de nitrógeno, óxidos de azufre y partículas ultrafinas.

Ahora bien, el gas natural no parece que vaya a sustituir al fuel oil y el gasoil marino a corto plazo de forma general. La propia revista corporativa del gran astillero alemán Meyer Werft admite que «hasta ahora no ha sido posible implementar motores que funcionen únicamente con gas». «Se están desarrollando motores que lo usan, pero se está tardando demasiado tiempo en implementarse», añade la publicación.

Tanto los alemanes de NABU como Maria García, de Ecologistas en Acción, lo tienen claro: «Las afirmaciones de estas empresas son más bien propaganda verde para apuntar mejoras tecnológicas futuribles y evitar regulaciones que obligen a usar combustibles con poco contenido en azufre», afirma García. Esta portavoz y NABU señalan, respecto a la instalación de filtros para partículas, que «el sector anunció el año pasado que 23 barcos estarían operando con filtros. La verdad es que no hay un solo filtro funcionando actualmente», señalan. «Sólo hay dos cruceros de la compañía AIDA que los llevan y no los utilizan. La razón es sencilla: el requisito para usar filtros es que los barcos usen fueloil con un máximo de 0,5% de azufre y es lo que no quieren», añade García.

Sönke Diesener, de NABU, añade que los límites de azufre que entrarán en vigor en 2020 serán un paso adelante. «El contenido en azufre seguirá siendo 100 veces mayor que el que contiene el combustible en carretera, pero será una gran mejora porque hoy se permite que sea 3.500 veces mayor».

Jaume Adrover, miembro de la organización mallorquina Terraferida, lamenta que «no se cuestionen los grandes impactos ambientales que generan los cruceros. Sólo se habla de las cifras económicas, y eso que casi todos los cruceros están domiciliados en paraísos fiscales».

Esta organización ha elaborado un listado de reclamaciones, entre las que figuran «la instalación de una estación que mida la calidad del aire en los puertos y que los datos estén disponibles on line para toda la población». Adrover no entiende por qué la Autoridad Portuaria no ofrece esta información, pese a que la han solicitado formalmente por escrito. La Autoridad Portuaria respondió a este diario que «en breve» darán los resultados de las mediciones hechas en el puerto de Palma. En Ibiza no hay estaciones de medición, pero «el objetivo es implantarla», señala.

Pero la principal reclamación de todos los expertos y entidades conservacionistas es que el Mediterráneo pase a ser declarado Zona de Control de Emisiones (ECA), como ya lo es el Mar Báltico y otras partes del mundo. En las ECA la ley obliga a reducir fuertemente las emisiones de los barcos a la atmósfera. Adrover opina que «el Govern balear debería liderar esta petición, porque se dividiría por 100 la emisión permitida de contaminantes», señala.

Y es que, de momento, las mejoras y reducciones de contaminación fuera de las ECA siguen siendo más una esperanza para el futuro que una realidad del presente.