Cada verano, desde hace ya ocho temporadas, Joan Gràcia (Barcelona, 1957) da un respiro a su larga relación de 39 años con la compañía de teatro gestual Tricicle y viaja rumbo a Ibiza. Aquí, además de aprovechar para darse algún que otro chapuzón, ejerce de director artístico de los espectáculos del restaurante, club y cabaret Lío, la Flower Power de Pacha y el hotel Destino. Confiesa que, después de tantos años de giras y fines de semana fuera de casa, es «muy fácil y agradable ver cómo trabajan otros» interpretando sobre el escenario lo que él y su equipo han ideado.

¿Cómo es su día a día como director artístico?

Es intenso. Mantengo reuniones de trabajo muy diferentes, con el equipo creativo, de ensayo, para tratar sobre el futuro de Lío y estudiar dónde se pueden abrir nuevos negocios... El día a día de ahora es quizás un poco más tranquilo que antes de haber estrenado la temporada. Ahora el trabajo se centra en hacer la escaleta que marca cómo será el espectáculo nocturno, porque en el Lío cada día es diferente, pero realmente cuando tenemos más trabajo es en el mes anterior al opening, tanto en Lío como en Pacha y Destino. Es entonces cuando hay una mayor intensidad de ensayos y de encuentros con el director musical, con los coreógrafos, los diseñadores de vestuario, el iluminador...

En el caso de Pacha, ¿la reforma de sus instalaciones ha supuesto también cambios en la Flower Power?

Me encargaron renovar esta fiesta y a partir de enero empezamos a pensar cómo sería la decoración y el vestuario, que son absolutamente nuevos. Conservamos el espíritu de la Flower de siempre, simplemente hemos adaptado la decoración a la remodelación de la discoteca.

¿De qué forma empezó su aventura con el Grupo Pacha?

Conozco a Ricardo Urgell de años atrás, antes de llegar a Ibiza. Me pidió opinión acerca de Lío y sobre la idea de asociarse con Cirque du Soleil, a mí me pareció muy buena opción, pero al final rechazó esta posibilidad y me preguntó a mí si yo, que llevaba muchos años dentro del espectáculo, me atrevería a llevar la dirección artística y aquí estoy siete años después.

¿Le costó decidirse?

Cuando me lo ofreció no lo dudé, porque, además, contaba con gente cercana que me podía ayudar muchísimo. Piensa que yo soy el director pero esto es un trabajo colectivo muy importante. Yo puedo tener una idea pero quien me ayuda a desarrollarla es el director musical, el coreógrafo y los propios artistas. Ellos proponen muchas cosas que están en el espectáculo. Es muy importante el equipo humano que hay en Lío. Todo el mundo está encantado de estar aquí trabajando, ofrecen lo mejor de sí mismos y eso se nota en el show. No hay nada mejor en el mundo del espectáculo que divertirse para poder divertir, como en todos los trabajos. Si no disfrutas lo que haces seguramente el resultado no será el mismo.

Gràcia, comiendo una piruleta durante la entrevista. Foto: Toni Escobar

Cada año proponen una temática diferente. ¿Cuál es la de esta temporada?

El hilo conductor del espectáculo este año tiene que ver con la comida y la bebida. Nos hemos basado en la esencia de una película de los años 70 que se llama ´La Grande Bouffe´ (´La gran comilona´), en la que los protagonistas deciden encerrarse en una casa para morir comiendo, bebiendo y teniendo sexo. Ese hedonismo y ese culto al placer se identifica con Lío, porque lo que hacemos aquí es esencialmente dar placer. La gente viene a disfrutar de la ubicación, de la comida, de la bebida y de un espectáculo de cabaret que tienen todos estos componentes vinculados con la parte sensual de la vida.

¿Qué ingredientes considera que son imprescindibles para que funcione un espectáculo?

La sorpresa es una de las condiciones básicas que se debe dar en un espectáculo. Eso y conectar con el público. En Lío ahora los clientes ya saben a que vienen, pero continuamos sorprendiéndolos con cosas nuevas. Cuando empezó, la gente no estaba acostumbrada a ir a un restaurante y después de estar cenando una hora acabar todo el mundo bailando. Tenemos que pensar que Lío no es un cabaret donde se cena, sino que es un restaurante donde hay espectáculo que acompaña a la cena.

¿Se interactúa mucho con el público?

Sí, los artistas están constantemente en contacto con el público. Cuando terminan no se van al camerino, se quedan en la sala y la gente puede decirles si les ha gustado o no su actuación. Eso hace que el público se integre y termine siendo un artista más.

¿Qué famosos le han sorprendido más de todos los que han visitado Lío estos años?

Por aquí ha pasado gente muy divertida, como Johnny Depp, que no quiso entrar por la puerta principal y lo hizo por los camerinos y luego se fue a saludar, parecía que venía de la película ´Piratas del Caribe´. Anne Hathaway se subió al escenario en un número y estuvo exquisita, simpática y agradable, nada diva. Ha pasado mucha otra gente famosa como Shakira, Arnold Schwarzenegger, Leonardo di Caprio y, por supuesto, jugadores de fútbol todas las selecciones.

¿Supongo que ya habrán contactado con usted para exportar la idea de Lío a otros países?

Tenemos la intención de abrir algún que otro Lío en el mundo. Lógicamente buscamos ubicaciones que sean similares a Ibiza, donde la gente viene a divertirse, a disfrutar del día y de la noche y de los placeres que da la isla. Lo que sí podemos afirmar es que hemos creado escuela. Antes de abrir Lío los dinner show en París se contaban con los dedos de la mano. Ahora hay un montón en el mundo, hemos creado tendencia.

¿Cómo ve los derroteros que está tomando Ibiza enfocándose cada vez más en el turismo de lujo?

Yo creo que hay muchas Ibizas. La del lujo ya existía, aunque, de pronto, ha explotado, pero sigue habiendo ese hotel rural pequeñito y el restaurante que ofrece menús. Es verdad que han aparecido restaurantes como Lío, locales donde el lujo se ha instalado y el lujo, desgraciadamente, es caro, pero también es cierto que Ibiza lo necesitaba porque había mucho turismo de masa, casi de hooligans, que tampoco es el turismo adecuado. Soy nuevo en este plaza, llevo siete años en la isla, tampoco puedo hablar mucho de esta evolución. Yo creo que lo que le está pasando a Eivissa no le va mal si no todo el mundo coge este derrotero. Lo que sí es cierto es que hay quién debería pensar en los precios y en la amplitud de ofertas.

¿Hay algo de lo que le ha aportado su experiencia en Tricicle que aplique a su trabajo como director artístico?

Todos los años que llevo en Tricicle me han dado el ritmo del espectáculo. La comedia necesita un ritmo importante, acelerado, que aquí también aplico. Además, piensa que el humor tiene una respuesta inmediata, si tu haces un gag o cuentas un chiste y la gente no se ríe has fracasado, por lo tanto estás constantemente pensando en cuál es la reacción del público y esto es una de las cosas que más aplicamos aquí: ver la respuesta que tiene el público para mejorar los números, cambiarlos o quitarlos.

¿Compagina bien Tricicle y su trabajo en el Grupo Pacha?

Sí, porque en Tricicle siempre nos damos vacaciones entre mayo y septiembre, por eso llevamos casi 40 años juntos. Si los matrimonios se diesen dos meses de vacaciones al año no habría tantos divorcios. Con Tricicle pasa esto, nos damos este periodo de descanso y cada uno hace lo que quiere.

Llevan desde 2017 con el espectáculo ´Hits´, con en que se anunciaba la despedida de Tricicle. ¿Ya hay fecha para el último show?

Nos vamos a despedir en 2019, que es cuando cumplimos 40 años. Nacimos un 1 de noviembre de 1979, por tanto la fecha de despedida será más o menos el 1 de noviembre de 2019, si luego estamos dos meses más nadie nos va a multar por haber dicho esa fecha.

Háblenos del espectáculo de ´Hits´.

Creo que es el mejor espectáculo que ha hecho Tricicle porque hemos escogido lo mejor de estos años. Hemos combinado lo que ha funcionado más entre el público y lo que más nos ha gustado a nosotros. La gente que ha visto sólo los últimos espectáculos puede ver cosas de hace 40 años superdivertidas y que siguen estando vigentes.

En todos estos años que lleva Tricicle de carrera ¿ha cambiado mucho el sentido del humor en España?

Creo que hay menos sentido del humor y, sobre todo, últimamente. Después de 1975 España vivió una etapa gloriosa de apertura, todo el mundo podía hacer y decir lo que quería. En estos momentos puedes decir algo y si a un colectivo le ofende es capaz de denunciarte y un juez es capaz de aceptar esa denuncia por imposible que parezca. Está ganando la intolerancia, y la intolerancia va en contra del humor o, mejor, del buen humor. Una persona intolerante tiene mal humor seguro. Deberíamos ser cada vez más abiertos y tolerantes y no es así.

No sé si le gustaría hablar de política y, en concreto, del panorama en Cataluña?

No me gusta demasiado hablar de política, pero con lo que he hablado de la tolerancia ya puedes ver por dónde voy. Tolerancia es lo que debería haber en todos los sentidos.

¿Con qué disfruta más, con Tricicle o de director de espectáculos?

Son disfrutes diferentes. En el escenario cuando uno ve que el público se ríe o aplaude es maravilloso, lo que pasa es que 40 años viajando, trabajando todos los fines de semana, excepto en verano, pesan, entonces es muy fácil y muy agradable ver cómo trabajan otros, sobre todo si lo que hacen es algo que has pensado con tu equipo y lo ves traducido en un escenario.

¿Volverá a los escenarios después de Tricicle?

Decimos que nos retiramos, pero no sé, quizás dentro de dos o tres años nos pica el gusanillo o nos llaman de Broadway y volvemos como los toreros que se cortan la coleta, pero luego les crece. ¿Quién sabe en un futuro? Quizás podemos actuar en Lío, en un Lío de la Vegas.