El propietario del camping de Sant Antoni, Marco Fiorini, denuncia el abandono que sufre el acceso a su propiedad, «una tierra de nadie» con franjas de servidumbre dependientes de diferentes administraciones por la carretera y el torrente de es Regueró. Además, también advierte de las molestias y problemas higiénicos que ocasiona una casa okupada a la entrada de su negocio, una zona en la que ya se han producido dos incendios en los dos últimos años y donde «vive una mujer muy agresiva que necesitaría asistencia».

Además de la mujer problemática, es esta casa viven «otras cinco o seis personas que no son violentas, pero hacen sus necesidades en la entrada del camping, con un problema de higiene y de imagen terrible», lamenta el empresario. Fiorini recuerda que tanto el terreno como su negocio «estaban completamente en decadencia» cuando lo adquirió en 2010. «Las instalaciones parecían Sarajevo», afirma mientras enseña fotografías de todos los montones de basura que se acumulaban junto al torrente de es Regueró, ya dentro de su propiedad.

Reformas

Reformas

Ahora lamenta que, a pesar de haber reformado el camping y sus accesos, los turistas tengan que encontrarse con el foco de suciedad que genera la casa okupada y la que se acumula junto a los contenedores del camino, nada más entrar desde la rotonda, además de un barco que lleva allí abandonado dos años. «El problema es que, aunque los servicios de limpieza vienen y se llevan la basura, hay gente muy guarra que aprovecha que esto está escondido por las cañas y la vegetación y dejan todo tipo de residuos para no molestarse en llevarlos donde corresponde», se resigna.

Pero lo que más le preocupa es que se repita alguno de los dos incendios que se produjeron junto al torrente y la casa okupada en los dos últimos años, uno que se originó en un coche robado y otro que tuvo que sofocar él mismo con los extintores del camping. «La mujer sale a increpar a la gente que llega por el camino, aunque sean familias con niños, y ayer se presentó en la entrada y empezó a enseñar los pechos», señala.

Fiorini ya envió cartas advirtiendo de la degradación de la zona tanto al Ayuntamiento como al Consell de Ibiza. Agradece que el Consistorio colocó piedras junto al camino para acabar con otro de los problemas que sufría, ya que «el solar junto a la carretera se convirtió en un aparcamiento de los camiones que venían de la península y embarcaban al día siguiente». Sin embargo, insiste en que la vegetación descontrolada facilita que los contenedores que quedan ocultos se conviertan en un punto «donde la gente guarra tira de todo sin control».