La república independiente del 'gas de la risa' gobierna a sus anchas en 300 metros del paseo de s´Arenal de Sant Antoni. Una veintena de traficantes, todos africanos, venden a la vista, sin disimulos, cápsulas de óxido nitroso (N2O) a los turistas. Durante una hora del pasado sábado, de 19.50 a 20.50, nadie, ninguna fuerza policial, interrumpió el fructífero negocio de esa droga low cost.

Los vendedores se sitúan en dos tramos: el primero, de unos 100 metros, entre la avenida del Doctor Fleming y el torrente de es Regueró, frente a los locales situados a un lado del paseo; el segundo, de unos 200 metros, acaba en las casetas varadero. Es decir, están junto a donde hay marcha para proporcionar sus «tortazos al cerebro», cuentan quienes lo han probado.

Basta con fijarse en el suelo para saber dónde se venden por centenares: está lleno de globos de colores, hasta el punto de que parece el escenario de la celebración de un cumpleaños multitudinario. Cientos de plásticos y de frascos metálicos alfombraban el sábado la playa, quizás más que otros días porque poco antes se había producido la victoria de Inglaterra frente a Suecia en el Mundial de fútbol.

Los dealers no se esconden. Es más, se publicitan y marcan su territorio con globos hinchados que portan en las manos. No dudan, además, en sugerir (en inglés) a quienes pasan a su lado si quieren probar: «¿Lo quieres intentar?». La mayoría lleva la mercancía dentro de riñoneras o en los bolsillos de los pantalones, pero algunos no se cortan un pelo y portan decenas de cápsulas en bolsas de plástico que transparentan su contenido.

A pares

Nada menos que nueve ´camellos´ del ´gas de la risa´ vendían su mercancía a las puertas de un local de ocio del paseo, del que salían los clientes para adquirir sus dosis. Las comercian a pares: dos por cinco euros. Han bajado precios respecto al pasado año, cuando sólo uno costaba cinco euros en ses Variades.

Precisamente, parece que el negocio se expande geográficamente: de la zona de la puesta de sol al paseo principal de Sant Antoni, donde la venta impune de esta droga, que noquea a quien la inhala, convive con las pocas familias que se atreven a pasear por allí.

El sábado, mientras una veintena de personas se dedicaban a distribuir el gas tanto en el paseo como en la playa de s´Arenal (alfombrada de centenares de frascos), el Ayuntamiento de Sant Antoni comunicaba que el jueves había detenido a un individuo por vender óxido nitroso y que el 1 de julio había intervenido un centenar de artículos.

Los traficantes comercian e instruyen sin temor a los compradores sobre cómo han de tomar el N2O. Algunos consumidores acaban tirados en el paseo. El sábado, uno de ellos era incapaz de ponerse de pie tras inhalar una cápsula, mientras sus amigos intentaban reanimarlo. Se encontraba a escasos tres metros de la entrada de un beach club. A su lado había otros dos jóvenes, sentados en la escalera y groguis, a pesar de lo cual los traficantes intentaban venderles más ´gas de la risa´.

Además de los globos (muchos terminarán en el mar) y cápsulas que acaban en la arena y en las jardineras del paseo, la playa se llena de botellas y latas como consecuencia de otra moda: los botellones al atardecer.