Felip Cirer Costa (Ibiza, 1956) es, además de uno de los principales divulgadores de la Historia de las Pitiusas y profesor de Lengua y Literatura catalana en el instituto Sa Colomina, director de la Enciclopèdia d´Ibiza i Formentera desde hace 18 años. Por haber culminado esa magna obra, que ha requerido más de dos décadas para completar sus 13 volúmenes y en la que han colaborado 348 personas, Diario de Ibiza le ha concedido el Premio a la Promoción Cultural y Educativa 2018.

¿Cuándo se acaba una enciclopedia? ¿Tiene fin?

La enciclopedia, como tal, no ha de tener una fecha límite de finalización. Por ejemplo, si miramos la enciclopedia de Mallorca, nos damos cuenta de que ha quedado muy anticuada. Está totalmente pasada de moda. ¿Por qué? Porque no ha sido actualizada. En su momento fue muy buena, pero hace 20 años que fue acabada y desde entonces no se ha hecho nada. Está muerta. De la nuestra, de momento, estamos actualizando voces y elaborando un suplemento. A partir de ahora, todas la ampliaciones y añadidos que se hagan solo aparecerán en la edición digital, que es la que tiene más éxito.

La enciclopedia es un ser vivo al que hay que alimentar para que no muera.

Claro. Y hay que pensar que las personas que la comenzaron hace más de 20 años están ya muy cansadas. Es, por tanto, muy difícil ilusionarlas para volver a comenzar. De ahí que la revisión se haga con muy pocos colaboradores.

Comenzó cuando sólo se concebía una obra de estas características en papel. Pero con el paso del tiempo se ha convertido en una obra virtual que se puede consultar en Internet. ¿Se siguen vendiendo los tomos?

Todavía se venden, y la prueba es que tuvimos que reeditar el tercer volumen, que se había agotado. Aún hay gente que quiere leer en papel. Pero, realmente, los jóvenes van a la edición digital. Lo notamos por el tipo de descargas que hay [de voces en formato pdf] y por las impresiones que se producen.

¿Por qué sabe que son jóvenes?

Cada vez que un instituto encarga un trabajo, notamos cómo se visitan unas voces concretas. Un día, sin saber por qué, se dispara una voz o un tema específico. ¿Qué ha pasado? Puede ser consecuencia de algo puntual, como que se dé un premio a un ibicenco o que se muera un determinado personaje. Eso es lógico, pero no tanto lo que ocurre con otras voces, cuyo incremento está ligado a esos trabajos de instituto. Por ejemplo, de repente se han llegado a producir 200 descargas de la voz de Josep Clapés i Juan.

¿Cómo fueron sus inicios como director?

La Enciclopèdia empezó en el año 1989, cuando Ildefons Joan Marí presentó una moción en el pleno del Consell en la que proponía crear la Enciclopèdia. Fue aprobada por unanimidad. En 1995 ya se publicó el primer volumen. En esa época, yo era un simple colaborador. Cuando estaba a punto de salir el tercer volumen, el director, Joan Marí Tur [a la vez conseller de Cultura], nos pidió, a Joan Albert Ribas y a mí, que hiciéramos el trabajo de cerrarlo, pues había una serie de dificultades. Teníamos que revisar lo que había, completar lo que faltara y buscar ilustraciones. Era un trabajo que sólo duraría tres meses. Para el cuarto volumen, Joan Marí Tur dejó de ser conseller y director, y la nueva consellera de Cultura, Fanny Tur, me pidió que asumiera la dirección. Lo acepté con mucho gusto y responsabilidad. Pero siempre lo vi como algo eventual.

Dieciocho años de eventualidad.

Pensé que duraría muy poco tiempo. Prueba de eso es que nunca he tenido una tarjeta de visita que diga que soy el director de la Enciclopèdia, ni un papel timbrado con mi nombre ni nada. Siempre me lo planteé como un cargo eventual, por poco tiempo, pues mi trabajo es la enseñanza. Y al final han pasado 18 años.

¿Temió en algún momento que peligraba su publicación?

No. Por parte de los políticos, todos han apoyado mucho esta obra. Nunca he pensado que peligrara con ninguno de los consellers con los que he sido director, que han sido Fanny Tur, Carolina Torres, Marià Torres y Pepita Costa. Y cuando acabamos el último volumen, el 13, David Ribas me pidió continuar para crear un suplemento, el volumen 14, que saldrá en un par de meses. Y desde Formentera, sus conselleres de Cultura, Sonia Cardona y Susana Labrador, me han ayudado y me han apoyado en este asunto. No puedo más que expresar mi agradecimiento a todos los políticos. De todos los colores.

¿Ha disfrutado con este trabajo?

Todo lo que sea saber un poquito más sobre temas de las Pitiusas, siempre me gusta mucho. Eso sí, he de decir que he hecho un gran sacrificio personal: me paso casi todo el día pensando en la Enciclopèdia. Puedo estar haciendo otras cosas pero, al mismo tiempo, pienso en la Enciclopèdia, si falta algo, si hay que recuperar algo de tal personaje, si hay que pedir alguna colaboración€ Ocupa mucho tiempo. Pero cuando las cosas te agradan, aunque supongan dificultades, se disfrutan.

De dónde saca el tiempo para hacer tantas cosas: da clases, escribe libros, redacta artículos para Diario de Ibiza, dirige la Enciclopèdia€ No para.

Y no te cuento los hobbies que tengo, que son unos cuantos. Primero, he de admitir que soy muy desorganizado...

Quién lo diría.

Pues sí. Tengo todo por en medio. Me cunde porque me levanto cada día muy pronto. No sé por qué, pero a las 6 de la mañana ya estoy trabajando y preparando las clases del día. Procuro sacar tiempo para todo.

¿Por qué se decidió hace casi 30 años elaborar una enciclopedia de las Pitiusas?

Surgió en un momento en el que todas las regiones de España estaban creando sus propias enciclopedias. En Balears teníamos la de Mallorca y la de Menorca, ya en funcionamiento. Ildefons Joan hizo una propuesta en el Consell en ese sentido. Hemos de pensar, además, que en ese mismo momento se estaba culminando la enciclopedia de Extremadura, que dirigía un ibicenco, Paco Mayans Jofre. Estábamos en un contexto en el que todas las comunidades autónomas tenían su propia enciclopedia, lo que significó una gran aportación al conocimiento de cada región. Y las Pitiusas se sumaron a esa moda.

¿Volvería a aceptar la dirección de la Enciclopèdia?

Sí. Ahora con más razón, pues la experiencia ayuda mucho. Ya no se cometerían algunos errores.

¿Por ejemplo?

No se han de decir en público, pero los ha habido. Procuramos enmendarlos en la edición digital a medida que podemos.

¿Contiene alguna voz que retiraría o que nunca hubiera introducido?

Sí, por supuesto. Pero no soy yo quien decide ponerlas. Hay un consejo de redacción. Todas la voces, antes de ser escritas, se someten al acuerdo de ese consejo de redacción. Algunas voces que se anunciaron que se harían, finalmente no se incluyeron porque no se consideró oportuno. Es un trabajo vivo y, por tanto, susceptible de muchos cambios y muchas interpretaciones.

Seguro que algún volumen le dio más guerra que otros.

Los que más dificultades dieron fueron los números 11 y 12, los de los pueblos. Hacer esas voces fue muy difícil porque eran áreas muy concretas y no teníamos tanta gente como parece para poder abarcar ese trabajo. Escribir sobre cada pueblo suponía, para cada caso, una monografía. Fue muy complicado, pero lo conseguimos.

¿Se han cambiado los criterios de elección de voces a lo largo de la historia de la Enciclopèdia?

El trabajo lo encontré ya comenzado, de manera que seguí con los mismos criterios. Al principio se hizo un listado de voces, un documento muy extenso, de voces susceptibles de poder entrar en la Enciclopèdia. Todos los colaboradores aportaron voces, depuradas luego en el consejo de redacción. Los criterios se han ido ajustando cada vez más. Ahora pensamos que son más importantes las personas y los hechos que las cosas.

¿Cree que la población valora la Enciclopèdia?

Sí, y la prueba la tenemos en el número de consultas que se hacen en la edición digital, que son sorprendentes, 410.774 desde el año 2015, desde que fue colgada en Internet.

¿Ha sido el trabajo de su vida?

No. Es uno más de los trabajos que hago. Hay otras cosas: la vida no se limita a una enciclopedia.

¿A quiénes destacaría de todos los colaboradores que han participado?

Ha sido un honor poder trabajar con gente como Marià Villangómez, Enric Fajarnés, Evelio Verdera, Bartomeu Escandell, Jaume Verdera o Joan Marí Cardona.

Se publica en catalán, pero quizás no todos escribieron las voces en esa lengua.

Cada uno ha entregado las voces como ha querido. De la misma manera que dicen que Messi firmó su contrato en una servilleta de papel de un restaurante, algunas voces nos han llegado en unas condiciones muy especiales, que no serían aceptadas en cualquier otro sitio. Nosotros lo hemos aceptado todo. Nos han llegado de mil maneras diferentes, y en castellano, catalán o inglés. O tras haber pasado por un traductor automático. Escritas a mano o a máquina. El trabajo de director también ha consistido en traducir todo eso. Es un trabajo silencioso, que no se ve.

En 20 años habrán cambiado muchos procedimientos.

En sus inicios, a comienzos de los años 90, aún no había correo electrónico. Funcionábamos a partir de comunicaciones postales. Disponer de un fax ya era un gran avance. Recuerdo en mi primer año como director, en 1999, haber pasado algunas tardes haciendo de cartero por toda Ibiza para dejar en los buzones de los colaboradores las cartas con los encargos de las voces que les correspondían. Yo hacía ese reparto, buzón a buzón. Nos enviaban las fotos a la Enciclopèdia y nosotros las remitíamos a una imprenta para que las digitalizaran. Nos las devolvían y luego nosotros las debíamos entregar de nuevo a los colaboradores. Todo ha cambiado mucho. El sistema con el que empezamos era artesanal.

Algunas voces han provocado quejas.

Las quejas, muchas veces, se producen por envidia, porque un personaje tiene 10 líneas más que otro.

Por ejemplo, la de Joan Marí Tur.

Eso es natural. Esa voz la hizo una persona que tiene todas nuestras garantías, Joan Prats. A una persona de su categoría intelectual me es muy difícil cortarle algo. Se condensó lo que se pudo. Y hay que pensar que Marí Tur ocupó 50 años de la vida pública de la isla. Lo comparaban con Antoni Marí Calbet, el presidente del Consell, que tuvo unos años muy intensos, pero pocos comparados con los del ex conseller de Cultura, que desde sus 20 años de edad ya ocupó cargos. Son quejas que se relativizan con el tiempo.

A veces, las críticas eran por olvidar a algunos personajes€

Como a Estella Matutes Juan, la investigadora del cáncer. No sabíamos la importancia que tenía esa mujer. Se añadirá en la edición digital y en el próximo volumen, el 14. En este caso no había nada en contra de nadie. Fue, simplemente, ignorancia nuestra. Y que se trata de una persona muy discreta. En cambio, otros pintan dos cuadros y salen en todos los medios. Para la Enciclopèdia, hubiera sido un buen criterio sólo incluir voces de personas muertas, que han cerrado toda una vida. Pero se acordó publicarlo todo, incluso a los políticos. Son criterios establecidos al principio y que yo seguí, ya no podía dar marcha atrás.