El alumnado de 5ºB de la escuela S´Olivera, en Puig d´en Valls, ha presentado este viernes por la tarde oficialmente el libro ´La casa de l´arbre´, inspirado en ´La casa de los ratones´, de Karina Schaapman. Aunque los pequeños autores no han podido contar con la presencia de la holandesa en este día tan especial, la tutora de la clase ´Els científics´, Aida Maylin, explicó antes del acto que los niños estaban «a tope». Lo que más ilusión les hizo fue firmar ejemplares y, sobre todo, contribuir con el dinero de las ventas de los 755 libros al proyecto en Nepal de la asociación Ibiza al desarrollo.

En el acto, que ha comenzado a las 16.30 horas en el centro educativo, cada uno de los 26 escolares explicaron el proceso creativo de ´La casa de l´arbre´, mientras se proyectaba una presentación de diapositivas con imágenes de esta aventura. «Los niños están muy nerviosos, pero muy motivados. Queríamos presentar este libro el 23 de abril, pero por un problema en las máquinas se retrasó la impresión y no hemos tenido el libro hasta el martes. ¡Está recién salido del horno!», señaló Maylin en una conversación telefónica.

La maestra agregó que la idea de que fuese un proyecto benéfico surgió de un alumno. «Nos planteamos que la venta de los libros sirviera para pagar el viaje de estudios, pero un escolar comentó que el dinero podría donarse a niños que lo necesitasen más que ellos», recordó la maestra antes de la presentación.

Aparte de imaginar un cuento, en el que también han colaborado estudiantes del instituto de Sa Blanca Dona, los niños inventaron (y cosieron, a partir de los patrones dibujados por una madre) sus personajes, que habitan en 19 casas.

La aventura creativa

La historia de este proyecto escolar es como un cuento dentro de un cuento dentro de otro cuento. Todo empezó con las palabras mágicas «lee este libro a los niños». El libro era 'La casa de los ratones' y el consejo partió de una amiga de Aida Maylin, la maestra de Els Científics, que empezó a contarlo en clase como ya había hecho antes con otros, aproximadamente uno cada semana. Pero este era especial. Lo que Aida no se imaginaba al comenzar a relatar la historia de los roedores de trapo Sam y Julia era la que se iba a montar antes de que acabara la tercera página.

Antes de publicar el libro (y sus secuelas), Schaapman tenía como afición crear, a partir de cajitas, decenas de habitaciones de ratones decoradas con miniaturas y materiales reciclados. El cuento 'La casa de los ratones' surgió de ese proceso creativo manual. En la primera planta de S'Olivera sucedió algo similar. Cuando Aida iba por la tercera página, una de las alumnas «lo vio claro», en palabras de la docente. En un colegio donde las asambleas, la palabra y la exposición de motivos rigen su funcionamiento, la pequeña levantó la mano, se hizo el silencio y fue escuchada: propuso crear casitas similares. Y, por qué no, incluso escribir un cuento. De aquella tercera página, de un cuento que les sedujo desde las primeras palabras e imágenes, surgió un proyecto escolar en el que llevan seis meses inmersos y en el que han participado no sólo los 26 alumnos, sino también sus padres, alumnos y profesores del instituto Sa Blanca Dona, el fotógrafo Vicent Marí, carpinteros, publicistas, maquetadores... Hasta las casitas han acabado expuestas a la entrada del colegio.

En vez de plagiar la historia de Schaapman, los niños decidieron inventar (y coser, a partir de los patrones dibujados por una madre) sus propios personajes, que habitan en 19 casas: un caracol (Aura) hace las veces de conserje de 'La casa del árbol', que es como bautizaron su proyecto; dos hormigas (de Jan Lluc y Noa) están al cuidado de la prisión, donde enseñan a hacer el bien y hay encerrados dos abejorros y una abeja (Maria y Carla) por robar golosinas; un insecto palo y un insecto hoja (Jordi y David) están al frente de una tienda de ropa de camuflaje; hay una lagartija (Judit) que enseña escalada; dos conejos mudos (Irene y Mar) son profesores de lenguaje de signos; la ardilla Carta-Lina (Paula) es la cartera; las arañas (Luis y Sergio) controlan un parque de atracciones y, claro, una tienda de hilos; hay una mariquita (Maya) que finge desmayarse para no pagar el restaurante, un escarabajo (Noa) trotamundos, un camaleón (Fiona) que es prestidigitador...