«Esto es una guerra», dice siempre. ¿La sentencia de La Manada

Sí, ha servido para muchas de nosotras como demostración de que la violencia contra las mujeres es estructural y sistémica. En una situación en la que es tan evidente... Eran cinco contra una, la doblaban en tamaño y edad, ella estaba en shock, hay un vídeo, lo habían hecho antes, tenían voluntad de hacerlo y los autores son tan obviamente unos violadores... Y que la justicia no sea capaz de garantizar los mecanismos para que a esta chavala se le haga justicia, se la repare y se le reconozca el delito. Ni el poder legislativo ni el judicial ni el ejecutivo están para protegernos. Eso nos deja en estado de shock. Claro que es una guerra: el Estado contra nosotras.

En shock

No son casos excepcionales. Yo era muy escéptica con esta sentencia, pensaba que acabaría en absolución por cómo se debate siempre el tema del consentimiento. Si consideras que es una relación sexual consentida les tienes que absolver, pero reconocer, como hacen los otros jueces, que no fue consentida, que estaba acorralada, acurrucada en un rincón, que se puede someter a una mujer a prácticas sexuales no consentidas y no considerarlo violencia... Este juez, el profesor y los medios que están dando voz a un discurso supremacista masculino que hace un año sería impensable no son un fallo del sistema, es el sistema funcionando perfectamente. Este juez tiene una perspectiva de las relaciones sexuales heteropatriarcal y pertenece a una élite judicial, supongo que la perspectiva es compartida y que la sentencia les ha parecido justa. Las leyes lo han permitido y es obvio que con sus compañeros en el tribunal ha habido una negociación, ¿no?

Eso parece.

Seguramente los otros apostaban por agresión, él quería absolverlos y hubo una negociación. Hay un sector masculino de la sociedad que apoya que estos chavales sufren una caza de brujas. Tenemos que asumir, por mucho miedo que dé, que una parte importante de la sociedad que forma parte de las élites considera que a las mujeres se nos puede tratar como si no fuéramos personas. Imagina lo que hace falta para ver «jolgorio y regocijo» en esas imágenes que no he visto y que espero no ver, para que directores de medios digan atrocidades de la chavala o para que uno de los condenados le diga a la chica «fuiste allí a follar». Cada sociedad tiene la violencia que tolera y el Estado español, en 2018, tolera la violencia contra las mujeres de forma descarada.

Tengo la sensación de que después de la sentencia se dio mucha cancha a las protestas, pero que ahora cansan.

Mi sensación es peor. Se nos ha dejado protestar un poco y ahora están sacando a los hombres para que digan lo que de verdad hay que decir. En los últimos meses, medios masivos y serios están dando voz a mensajes machistas y antifeministas: que es la nueva inquisición, que está acabando con la literatura y la libertad... Eso es una reacción. Están viendo que somos muchas, que hemos entendido que es la lucha de todas, que estamos saliendo a la calle y que no queremos que se nos viole, pague menos, infantilice o cosifique. Lo que al principio parecía una lucha de excéntricas ahora va a tocarles sus privilegios. Muchos hombres se están poniendo nerviosos y reaccionan. A nivel individual y desde las élites del poder, que son profundamente heteropatriarcales. Hay artículos que si en vez de hablar de machismo hablaran de racismo, sería impensable publicarlos. Están muy asustados.

¿Nos tienen miedo o es otra cosa?

Dicen que nos tienen miedo, pero no es verdad. Si lo fuera no nos harían lo que nos hacen. Tienen miedo a perder sus posiciones de privilegios porque saben que son arbitrarias y muchos están donde están sólo porque son hombres. Saben que están en peligro.

El caso de La Manada deja claro que el machismo no es algo de generaciones mayores.

Hace décadas que decimos que el machismo no es una cuestión generacional y que no está pasando, sólo cambia sus manifestaciones. Hoy [por ayer] hemos sabido de un chaval de 24 años que ha pegado un tiro en la cabeza a su novia de 21. Las expresiones de l machismo van adaptándose a los tiempos y disfrazándose del estado natural de las cosas, pero hemos tenido claro que el machismo no es algo pasajero que se cura con el tiempo. Es algo muy consolidado y en lo que se sigue educando: a los niños en que el mundo es el sitio al que vienen las mujeres para cumplir sus deseos y necesidades y a las niñas se nos impone la idea de que cuando más felices somos es cuando satisfacemos deseos ajenos.

Con todo lo que vemos cada día una empieza a entender a las amazonas.

Yo las he entendido siempre. Imagina un pueblo compuesto por mujeres, que se entrenan en la autodefensa feminista y la solidaridad entre ellas. Si ves los primeros veinte minutos de 'Wonderwoman' te dan ganas de irte allí a vivir y de que nos entrene a todas, a sus más de 50 años, Robin Wright. Son mujeres poderosas que no necesitan la protección de hombres y cuyas armas son la autodefensa y la solidaridad. Todas deberíamos ser amazonas.

¿Cómo tenemos que mirar 'Telma y Louise'? Porque despeñarme por un acantilado con un descapotable no me convence.

Mi interpretación subjetiva del final es que se hacen bolleras. Es una metáfora: se miran, se dan un pico y es como decir «nos marchamos de este orden heteropatriarcal que no ha hecho más que fastidiarnos y machacarnos y nos vamos a crear un mundo en el que nosotras pongamos las reglas». Es mi interpretación. Cuando una mujer empieza el proceso de ser libre la sensación es que va a tener todo el sistema en contra, pero al otro lado no está el vacío del Cañón del Colorado, está una alternativa de relaciones sexoafectivas, humanas y de todo tipo. Es una metáfora: dentro del sistema no puedes ser libre, por eso hay que crear otro nuevo.

¿Las feministas somos anarquistas del género?

Somos muy antisistema en todo. El principal mandato que nos impone el heteropatriarcado a las mujeres es obedecer, pero sobre todo obedecer para gustar a todo el mundo. Eso en 'Telma y Louise' queda muy claro porque ellas van cambiando en el camino a su propio empoderamiento. Incluso físicamente, porque empieza a sudarles la opinión ajena, dejan de querer gustar a todo el mundo y se plantean gustarse a ellas mismas. Eso, aunque parece de autoayuda, es el proceso de empoderamiento más potente que pueda emprender una mujer: dejar de preocuparte por gustar a todo el mundo y empezar a gustarte a ti. Ese es un viaje sin retorno.

¿No te vuelve a importar?

Ves lo absurdo y la tiranía de la opinión ajena. La única que debe tener importancia para ti es la tuya.

¿Dar el paso al feminismo es mirar el mundo de otra manera?

Uno de los síntomas del feminismo es que todo te parece distinto. Cambias la perspectiva y le ves los surcos a todo. Ves en qué medida estamos acostumbradas a ver como normales cosas que no lo son, cómo los espacios de poder están absolutamente masculinizados, hasta qué punto a las mujeres se nos trata como objetos... Todo es distinto. Incluso películas que te han gustado toda la vida y que ahora tienes que ver con mucha generosidad o dentro de su contexto. Ya no las ves igual.

¿Con qué películas le ha pasado?

¡Con muchas! Desde 'My fair lady', que me parecía una cosa deliciosa y me doy cuenta de que es algo heteropatriarcal que va de domesticar a una estupenda y espontánea mujer para que sea en una pedorra igual a las demás, hasta algunas con las que me pasa todo lo contrario. Como 'Nueve semanas y media', que tiene bastante más gracia que las sombras de Grey. O películas en las que no hay personajes femeninos y te aburren, o que parece que les falta algo porque están contadas desde una perspectiva masculina. Por eso estamos todas locas con 'El cuento de la criada', 'Pretty little lies' y esas series maravillosas en las que hay mujeres haciendo cosas, porque las mujeres estamos todo el día haciendo cosas y en la ficción sin embargo, hay muchas mujeres que no hacen nada, sonreír y poner una cara bonita. Estamos en un momento precioso para la ficción.

Deduzco que es optimista y que cree que lo conseguiremos.

Totalmente. Es la única forma de ser revolucionaria. Tenemos razones que justifican el optimismo. Mira a tu alrededor y piensa en cuántas mujeres son las mismas ahora que hace un año. De esto no se vuelve. No conozco a ninguna exfeminista.

Da la sensación de que cuando la llaman feminazi se lo toma casi como un piropo.

Bueno... He adoptado esa actitud típica del movimiento feminista y lgtb: coger el insulto y darle la vuelta, resignificándolo. Pero me parece obsceno comparar el único movimiento revolucionario que no ha matado a nadie y que más éxito ha tenido con los nazis, que querían eliminar a toda la gente que no cumplía con un determinado patrón. ¡Me parece tan repugnante! Es una muestra de lo asustados que están. Puedes tomártelo con sentido del humor y darle otro significado, como hemos hecho con puta, zorra, bollera, maricón y todas las palabras que han intentado usar como insulto.

¿El sentido del humor es un arma?

Es una gran arma porque el sentido del humor es mucho más divertido y transgresor. Los chistes machistas, racistas y fascistas no hacen gracia, pero un buen humor feminista, anticapitalista y antirracista es muy cañero y divertido.

Imagine que tiene delante a los de La Manada, ¿qué les dice?

Qué difícil... Creo que les diría que lo que más miedo les da a los tíos como ellos es que nosotras les hiciéramos lo que llevan haciéndonos toda la vida, pero que no se preocupen, que el feminismo no va de esto.

¿Y a los de Forocoches?

Se me revuelve el estómago de pensar en eso. Les diría una frase de Galeano que dice que el machismo es el miedo de los hombres a las mujeres sin miedo. Y que se vayan preparando para asustarse porque somos cada vez más y tenemos cada vez menos miedo, aunque nos amenacen de muerte y con violarnos en su foro todas las semanas.