La empresa que gestiona el Mercat Nou -Mercat Nou SL-, formada por unos cuarenta socios, evidencia su preocupación ante el futuro por el fin de la concesión en agosto de este año, aunque el mercado actual seguirá funcionando hasta finales de 2019. Para esa fecha, se prevé que estén listas las instalaciones provisionales para trasladar las paradas, derribar la estructura y levantar un nuevo edificio. El presidente de la sociedad, Agustín Pineda, confía en ganar el concurso de la nueva concesión, pero hace autocrítica porque su colectivo no ha sabido anticiparse a este periodo de incertidumbre.

La clientela del mercado percibe en los últimos meses mucho nerviosismo entre los dueños de los puestos por el futuro del mercado. ¿Ha cambiado con la última reunión con el Ayuntamiento para explicar la licitación del mercado?

Es lógica esta intranquilidad, porque es el medio de vida de mucha gente y lo queremos conservar. Pero debemos hacer autocrítica por no haber previsto esta situación. Los trámites del Ayuntamiento son lentos, se necesitan plenos y muchas veces los partidos políticos se llevan la contraria para fastidiar al rival. La obra se ha previsto en 36 meses, que es el tiempo que estaremos en un mercado provisional. No va a ser un sitio muy cómodo ni funcional, pero no hay otra solución. Si lo hubiéramos previsto, con más reuniones y presiones a políticos, probablemente ya sabríamos dónde iríamos provisionalmente, tendríamos gestionada la compra de la carpa y, a lo mejor, ya nos trasladaríamos allí en el momento en que acabe la concesión en agosto, no a finales del año que viene. La actual concesión se tendrá que ampliar 14 o 15 meses, un tiempo que podríamos haber evitado.

¿Seguirán los mismos puestos durante este intervalo hasta finales de 2019?

No se sabe. La primera vez que hemos tenido claro cómo va a hacer el tránsito el ayuntamiento fue la semana pasada. La única faena que sí estaba hecha era el anteproyecto, que lo redactó Mercasa y del que nuestra sociedad pagó una parte y la otra el Ayuntamiento, así que también es nuestro. El Ayuntamiento es el casero y propietario de los terrenos, tiene la última palabra y los políticos siempre apelan a la ley. A veces las leyes no son muy funcionales, pero hay que respetarlas y atenerse a ellas. Me consta que, en principio, se iba a instalar la carpa provisional al lado del Parque de la Paz, me consta, pero no sé qué ha pasado.

¿Tienen alguna pista de dónde se levantará la carpa provisional?

Ni idea, sólo nos han avanzado que estará a menos de 300 metros del mercado.

¿Se van a presentar al concurso para la nueva concesión del Mercat Nou?

Claro. Hay una cosa que siempre he puesto por delante al Ayuntamiento: hay que ponerse en el lugar de cada uno de los comerciantes, pensar que su medio de vida es éste y que es muy agobiante cuando ignoras si mañana vas a tener dónde ganarte la vida. Esto ha ocurrido porque hemos hecho dejación de nuestras funciones. Hicimos una propuesta que es el anteproyecto que está allí. Mercasa es una sociedad que tiene capital público y gestiona Mercabarna, Mercamadrid y muchos otros más, además de haber reformado la mayoría de mercados que hay en España, que se construyeron a finales del siglo XIX y principios del XX.

Agustín Pineda, durante la entrevista. Foto: J.A. Riera

Cuando se presentó ese proyecto, una de las opciones que se barajaba era que Mercasa asumiera el coste de la obra que parece descartado por el Ayuntamiento. ¿Ha influido en todo este retraso la investigación a Mercasa por el caso Lezo?

Lo desconozco, porque no lo hemos gestionado nosotros. Cuando se hizo el anteproyecto, la gente se asustó porque el presupuesto es de 12 millones de euros, pero hay que valorar la rentabilidad que se le puede sacar al edificio para saber si es viable. Lo que no es viable hasta ahora es el Cetis, que me da pena cuando lo veo. El nuevo mercado debe enfocarse bajo conceptos comerciales que se adapten a los hábitos de compra de hoy en día, que no tienen nada que ver con los que había hace 40 años, cuando se construyó el actual. Hoy en día no se va a la compra cada día y el cliente sólo va a uno o dos centros, como máximo. Por ello, debes ofrecer un servicio lo más completo posible y creo que se debe contemplar la opción de habilitar también una gran superficie dentro del mercado.

¿Como en el Mercat de l´Olivar, donde hay un Mercadona?

Dentro del anteproyecto está contemplado un centro comercial de 1.000 metros cuadrados, pienso que sería beneficioso. Hoy en día la compra se acerca mucho a un acto lúdico.

¿Qué pasa si pierden el concurso de la nueva licitación? ¿Podrían desaparecer las puestos de toda la vida?

Así es. Le dije a Alfonso Molina [teniente de alcalde y concejal de Hacienda]que la ley debe estar al servicio de los ciudadanos, no en contra. No es que queramos privilegios, pero sí conservar nuestro modo de vida. Suponemos que la adjudicación será un concurso, pero no sabemos si, a lo mejor, es una subasta. No me parece justa esta incertidumbre y que una persona que ha estado unos buenos años allí, se encuentre con que no tiene posibilidades de continuar. Molina nos explicó que la ley de régimen local de concesiones municipales marca que, cuando termina una concesión, no tenemos ningún derecho adquirido por la antigüedad, pero la ley luego es susceptible de interpretarse.

Es evidente que el Mercat Nou no cuenta con el movimiento de antaño, sobre todo en esta época del año. ¿Cómo se podría dinamizar?

Los puestos suelen tomar las vacaciones en enero y febrero y entre los diferentes gremios se suele acordar uno u otro mes para no desatender el servicio. Para dinamizar el mercado, es importante que la oferta sea completa y adaptarse a los horarios del público. Deberíamos abrir viernes y sábados por la tarde, que es cuando las grandes superficies están más llenas. Después, podríamos descansar la mitad de un gremio un martes y la otra el jueves, por ejemplo, si son los días menos rentables. Es una propuesta digna de estudiar.

Los bares no irán a las instalaciones provisionales, ¿les da miedo perder clientela sin su reclamo?

Para nosotros, no va a ser positivo. Los bares ofrecen sus tapas, cuentan con su clientela y todo el mundo debería tener su sitio en el mercado provisional. En cualquier ambiente comercial, se requiere concurrencia de público, de igual la motivación inicial que tengan para ir al lugar.

En España están en auge los mercados gastronómicos o ampliar esta oferta en las plazas tradicionales.

Pero este fenómeno se da en Madrid, Barcelona o donde pueda haber un millón de vecinos. Así, con un porcentaje muy pequeño de la población, pueden crear una demanda importante para un establecimiento especializado. Sí que hay posibilidades para aprovechar el auge de la cocina española, como montar puestos con vocación de cáterin, que vendan un producto y también lo cocinen allí mismo, o acuerdos para comprar el género en un sitio y que lo cocinen en uno de los bares a cambio de la bebida. Pero, en principio este enfoque no está dentro del ánimo de la reforma.

Hay diferente concurrencia en función de los pasillos, ¿se va a tener en cuenta a la hora de los futuros puestos?

Ahora no está definido, supongo que se tendrá en cuenta. Cuando se construyó el mercado, los precios se valoraron en función de la ubicación de los puestos. Frente a las puertas y en las esquinas se pagaban a 550 mil pesetas, mientras que dentro de los pasillos se fijó en 400.000 pesetas. Ahora sólo sabemos que se cobrará entre 20 y 22 euros mensuales por metro cuadrado.

¿Cuántos vendedores son en la actualidad?

En el mercado actual, se fijaron 135 unidades de 5 metros cuadrados cada una, pero de las 40 o 50 paradas que hay actualmente, nadie cuenta con menos de diez metros, que son las más pequeñas que uno se puede encontrar. Las tiendas exteriores, que también forman parte de la concesión y de la Sociedad Limitada del Mercat Nou, tienen entre 30 y 40 metros cuadrados.

¿Cuándo se creó la sociedad limitada por parte de los comerciantes del mercado?

Los socios son los asentadores, pero no todos, porque algunos vendieron las acciones. Formamos la sociedad cuando estaba de alcalde Enrique Fajarnés y se hizo la reforma anterior del mercado. La íbamos a asumir nosotros, con una subvención de la Unión Europea, pero el Ayuntamiento cambió de opinión y decidió encargarse él mismo, así que les cedimos los derechos de esa ayuda. En ese proyecto, había una partida para la reforma del aparcamiento que no se ejecutó. Con Xico Tarrés como alcalde, aprovechamos que teníamos la Sociedad Limitada para llevar a cabo nosotros la reforma del aparcamiento, a cambio de obtener su explotación mediante un convenio. Ahora funcionamos en régimen de autogestión bastante bien, porque con ese acuerdo también asumíamos la limpieza y mantenimiento del mercado.

¿Cómo nace su vínculo con el mercado?

Compre unos puestos en 1978 y, como no había puesto de salazones de bacalao, pensé que podía funcionar, al igual que una de frutos secos a granel. Yo iba a mucho a Barcelona como representante y me sorprendían sus puestos de bacalao, donde lo venden también desalado. Al final sólo hemos vendido el producto en salazón, además de frutos y encurtidos. Soy el titular, porque era soltero cuando lo compré, pero el negocio lo lleva mi mujer y yo tengo un almacén de distribución.