«No pretendemos una lucha política, sólo asegurarnos de que nunca faltarán médicos en la sanidad pública». Así comenzó ayer Carlos Rodríguez, portavoz en las Pitiusas del Sindicato Médico de Balears (Simebal), el manifiesto que leyó durante la concentración convocada junto con la Central Sindical Independiente de Funcionarios (CSIF) contra el decreto del catalán.

Cerca de 200 profesionales se movilizaron en las Pitiusas, más de un centenar de ellos frente a las puertas del Hospital Can Misses. «¡Mérito sí! Requisito no!», gritaron como única consigna los manifestantes, muchos de los cuales enarbolaban banderolas repartidas minutos antes por los sindicatos. Algunos mostraban pequeñas pancartas improvisadas, hechas con un folio, en las que se podía leer: «Sanidad no es política. Sufrimos todas las precariedades». En el grupo había especialistas, médicos de familia, personal de enfermería, celadores e, incluso, algunos excompañeros, ya jubilados, que se sumaron a la protesta. También se manifestaron otros veinte profesionales en el Hospital de Formentera (ver página 4), unos 25 en el centro de salud de Sant Antoni, 15 en Es Viver y una veintena en Santa Eulària. Algunos de los profesionales de los centros de salud de Vila y Can Misses se acercaron al hospital, explicaron desde el Simebal.

Rodríguez recordó que en estos momentos faltan profesionales para cubrir las plantillas de Radiología, Anestesia, Urgencias, Traumatología y Atención Primaria y que «ha sido difícil completar las de otras especialidades que están siempre en la cuerda floja». También apuntó a que la exigencia del catalán por parte de la conselleria pueda agravar la contratación de profesionales por lo que definió como el «síndrome del lujo pitiuso, que provoca dolor de cabeza para encontrar una vivienda, mareo al saber el coste de la vida y desmayos al conocer el precio de un vuelo en Navidad». «Pedimos sensatez, que demos facilidades, premiemos al que venga, que el catalán sea un mérito, no una imposición. Por favor, recapaciten», concluyó Rodríguez, que pidió que no se les tache «de intransigentes» por su oposición al decreto de catalán.

Por su parte, Luis Enrique Apolinar, delegado de la sección de sanidad del CSIF, calificó de «decreto maquillado» la segunda versión del documento. «CSIF defiende que en los procedimientos de selección, provisión y movilidad para personal estatutario se considere el conocimiento del catalán como un mérito y no como un requisito, permitiendo la igualdad», leyó. Apolinar desgranó después la ristra de motivos por los que el sindicato se opone al decreto: «Porque va en contra de los derechos de los trabajadores y excluye al resto de profesionales del Sistema Nacional de Salud, porque es una medida estrictamente política, innecesaria y carente de argumentación objetiva y demostrable en el ámbito sanitario, porque impide la captación de profesionales, muy limitada por la insularidad» y, por último, «porque condiciona el desarrollo profesional de las distintas categorías profesionales del Ib-Salut». «¿Qué profesional va a venir de fuera sabiendo que tiene que aprender una lengua que desconoce en dos años?», preguntó Apolinar.

Los dos representantes sindicales se mostraron satisfechos con el número de profesionales que se sumaron a la concentración, aunque recordaron que ésta se celebraba en horario laboral. Apolinar reconoció que el catalán no es el único motivo que complica la contratación de profesionales de fuera de la isla, «pero el requisito es la gota que colma el vaso».

Rodríguez, por su parte, reconoció el derecho de los catalanoparlantes a que los profesionales sanitarios les atiendan en su propia lengua. En este sentido, Apolinar atacó: «Hay gente nativa de la isla que no tiene certificados de conocimiento del catalán. Están igual que alguien que acaba de llegar de Murcia. Lo que quieren es que tengas un papel de la dirección de política lingüística, pero puedes tenerlo y no hablarlo. No tiene ningún sentido».

Ambos representantes se mostraron dispuestos a «negociar otras fórmulas» con la conselleria para que los profesionales demuestren sus conocimientos de catalán, como exámenes orales.