Su abuelo era cazador y de él heredó su afición, o más bien su amor, por el ca eivissenc. Antonio Serra Peixet habla con pasión de sus canes tanto que podría estar desgranando sus virtudes horas y horas.

Con solo siete años ya tenía su propio perro y compartía jornadas de caza con su abuelo. «Antes era más fácil, no había tantas restricciones, se podía llevar a los perros sueltos y nadie decía nada», comenta Peixet. Sin embargo, hoy esto es tan complicado que los perros se pasan cinco meses casi encerrados sin poder correr por el campo libremente. «Si vas paseando por un camino con un perro suelto nadie dice nada, pero si es un ca eivissenc enseguida te denuncian», lamenta Peixet, a quien su querencia le ha llevado a presidir la Asociación de Criadores de Ca Eivissenc de Ibiza y Formentera.

Por ello, a lo largo de la conversación reitera la importancia de tener un lugar para que los perros puedan correr varias veces por semana durante los cinco meses que dura la veda de caza. «Hemos solicitado en repetidas ocasiones al Consell que nos deje la finca de Sa Coma para que los canes puedan explayarse», dice mientras argumenta que se trata de animales «totalmente inofensivos, muy nobles y tranquilos».

Eso sí, se transforman en cuanto husmean a lo lejos un conejo. Es entonces cuando los perros salen corriendo en busca de la presa. «Trabajan en equipo, uno va a por el conejo y el resto se posiciona en forma de abanico para cortar el camino y que la presa no se escape», explica Toni. En el momento que el perro atisba una pieza comienza a correr a tope, «no ve obstáculos ni impedimentos, se lanza a por ella, al tiempo que emite un ladrido característico, como de ansiedad». Es todo un espectáculo. «Quien no lo ha visto nunca, alucina, es increíble», añade este experto. Además, aclara que esta raza «es tan noble que nunca mata al conejo, lo porta vivo a su dueño».

En ocasiones durante una jornada de caza los perros se golpean o se hacen heridas al golpearse con algo. «Pero como son tan fuertes no se quejan y se curan enseguida, sobre todo si saben que vamos a ir a cazar, entonces se curan al momento», apunta. Otro ejemplo de la fortaleza es este tipo de perros, es la elevada resistencia a las enfermedades, tanto que expertos de varios laboratorios han venido varias veces a Eivissa a tratar de entender cómo logran enfrentarse a la Leishmaniasis, una enfermedad que sí padecen, pero que no les afecta. «Son tan primitivos y fuertes que no necesitan grandes cuidados, antes no había ni veterinarios y sobrevivían sin ningún problema» sostiene este experimentado criador.

Raza antiquísima

Raza antiquísimaY es que se cree que esta raza tiene unos 7.000 años de antigüedad. Se introdujo en la isla gracias a los fenicios, grandes comerciantes y navegantes. Desde entonces no ha abandonado Ibiza y sí se ha extendido por otros sitios, primero por las vecinas Formentera y Mallorca y, desde hace un tiempo está viviendo sus años dorados en la Península. Es allí donde se está descubriendo para la caza porque una de las grandes ventajas es que el cazador no necesita ningún arma. En 2017 se organizó el primer campeonato de caza de Castilla-La Mancha en Pozoamargo (Cuenca) al que se inscribieron 26 collas pero solo pudieron participar 20 por falta de espacio. Ya que cada colla necesita 10 hectáreas de terreno donde soltar a los perros.

Mientras que fuera de Balears el ca eivissenc está de moda, aquí cada vez hay menos afición. La prueba irrefutable que esgrime ‘Peixet’ es que «en el año 2000 en el campeonato de Eivissa participaron 20 collas, en total, unos 60 criadores. El año pasado, los números han descendido tanto que solamente se registraron 6 collas con 8 criadores».

El futuro es más bien negro. Algunas de las razones son económicas, ya que mantener varios perros cuesta una importante cantidad económica, otras son el abandono de la caza por parte de las generaciones más jóvenes, también las dificultades administrativas para tener estos perros en condiciones durante la veda y la falta de afición. Por lo que este criador, que hoy tiene 15 perros, pero llegó hasta los 50 animales, considera que el futuro está fuera de las islas. «Hay zonas que viven del turismo de la caza, como aquí lo hacemos del de playa», es allí donde se está despertando el furor por esta raza. Así que los aproximadamente 1.500 perros censados en toda España tienen, por ahora, un porvenir, aunque no sea en las Pitiüses. Lejos quedan los tiempos en los que las fincas no se vendían porque tenían muchos conejos. Entonces soltaban varios perros y los roedores desparecían. Así la venta se lograba sin dilación.