Su masterclass

Todos conocemos qué es la inteligencia, pero no la inteligencia emocional. Diríamos que es la habilidad para percibir y reconocer las emociones en uno mismo para luego poder comprenderlas, usarlas en el momento oportuno y manejarlas y gestionarlas adecuadamente.

Eso suena complicado para algo que debería ser natural, ¿no?

Es una habilidad, se puede aprender. Hay quien la tiene innata, como la habilidad para las matemáticas o el dibujo. Pues lo mismo con la habilidad para gestionar tus propias emociones de forma adecuada para estar bien contigo mismo y con los demás, es decir, no hacer daño y evitar relaciones negativas cuando, por ejemplo, no gestionas bien el enfado. Sirve para comprender las emociones de los demás y ayudarles.

¿Ayudar es la clave de la inteligencia emocional en la atención a los pacientes?

Sí, es muy importante saber y comprender las emociones que estoy sintiendo para comprender las que está sintiendo el otro. Son situaciones difíciles, de dependencia, en las que uno puede sentir miedo, enfado, tristeza... Si conecto con esa emoción será mucho más fácil que la atención que ofrezco sea de calidad porque atenderé sus necesidades emocionales.

En un hospital las emociones están a flor de piel.

Sí, no es lo mismo que en una situación fácil o con emociones positivas, como la alegría. Ahí todos más o menos sabemos cómo actuar. Es una situación complicada en la que está en juego la salud, la integridad física y psicológica de la persona. Tenemos que atender al paciente y a sus familiares ofreciéndoles lo que necesitan en cada momento y, sobre todo, escuchándoles. Algo muy importante en la inteligencia emocional es la percepción, la observación de cómo está la otra persona a través de los sentidos.

¿Sin interés por el otro no hay inteligencia emocional?

Lo primero es uno mismo, saber quién soy, dónde estoy, qué me está pasando, qué estoy sintiendo. Ponerle nombre a mis emociones porque si no las reconozco en mí no las puedo identificar en otro. Si estoy enfadada por algo, me dejaré llevar por mi enfado y no conectaré con la emoción de la persona a la que tengo que atender y cuidar.

¿Identificar las emociones en el otro es la parte complicada o lo difícil es conocer las propias?

[Ríe] Ésa última es la parte más complicada. Creemos que lo sabemos, pero no. No sabemos ni ponerle nombre. Te preguntan cómo te sientes y respondes que te sientes mal. ¿Qué es mal? Nos cuesta identificar nuestras emociones.

¿Por qué?

Nadie nos ha enseñado, lo aprendemos a lo largo de la vida y hay gente que nunca lo aprende porque no se preocupa por saber qué está sintiendo. Da miedo, ésa es una de las emociones principales que nos paraliza. Tienes que estar muy preparado para conocer tus emociones, pero es lo que te va a ayudar.

¿Cada vez se es más consciente de la importancia de la inteligencia emocional en el trabajo?

Sí, poco a poco. Hay muchos hospitales que trabajan la inteligencia emocional. En la atención sanitaria es importante el trabajo en equipo, si no está cohesionado y se gestionan adecuadamente las emociones de cada uno será más difícil prestar una buena atención al paciente.

¿El buen o mal ambiente que notamos en un sitio?

Exacto. Cuando ves que hay una buena relación entre los trabajadores y en la organización te sientes mucho más a gusto, te transmite seguridad y confianza. Sobre todo en lugares en los que el personal lleva mucho tiempo trabajando significa que la gente está bien. Cuando notas tensión y emociones no trabajadas, como un enfado o la envidia, el paciente está más susceptible y puede ser incluso que tenga más miedo.

Tradicionalmente las emociones se quedaban fuera del ámbito laboral, pero no es así.

Sin emociones no podemos tomar decisiones ni resolver problemas, no podemos actuar. Pero nos han enseñado lo contrario. En lo académico, por ejemplo, que lo técnico es lo principal. Y lo es, pero las emociones están siempre, es algo de lo que no nos podemos separar. Estés en familia, en la escuela o en el trabajo, siempre las vas a necesitar. Si no sé regular mi miedo o relajarme para controlar mi enfado probablemente tenga dificultad de relación con otras personas y eso disminuirá mi rendimiento.

Estoy pensando... ¿Hasta qué punto las emociones se han proscrito de esos ámbitos porque históricamente se han asociado a la mujer, a lo femenino?

A los niños se les dice, o se les decía, «no llores, que eres un hombre». Lo que le estamos transmitiendo es: sientes algo y no te dejo expresarlo. ¿Qué hacemos? Lo acumulamos. Con los años acumulamos esas emociones que no sabemos identificar ni expresar y eso puede derivar en problemas como trastornos del estado de ánimo, depresión, ansiedad... Generalizando, las mujeres tienen más facilidad de conectar y hablar, cuando hablas te expresas, eso te desahoga y te sirve para manejar las emociones. El hombre está más acostumbrado a reprimirlas. Por suerte, eso está cambiando.

«No llores»... ¿Es tan necesario llorar como reír?

Sí, rotundamente. Y enfadarse. No debo gritar porque le hago daño al otro, pero sí poner cara de enfado y decirle a la otra persona: «Estoy enfadada, ahora no quiero hablar, lo hacemos luego». El otro debe saber que estoy enfadada. Si estoy triste, la expresión de la tristeza es el llanto. Te dicen que no llores delante de los niños, ¡para nada!, eres su referente. Si lloras verán que cuando ellos estén tristes también podrán llorar con libertad, desahogarse, calmarse.

¿No gritar y poner cara de enfado es una buena gestión emocional?

Eso sería la expresión. La gestión sería: ¿qué hago con el enfado? ¿Me sirve para mejorar la relación con alguien que me está haciendo daño? Si no quiero que me vuelva a pasar tengo que solucionarlo.

En sanidad, ¿cuál es la diferencia entre personal que gestione bien las emociones y que no lo haga?

La inteligencia emocional te ayuda a resolver los problemas de forma adecuada y tomar mejores decisiones. Las emociones las vamos a sentir siempre, lo importante es pensar qué nos están diciendo. Cuando reflexionas sobre eso ves cuál es la solución más adecuada para que no se vuelva a producir. Si un paciente me hace enfadar, debo hablar con él. La inteligencia emocional te indica que hay algo que modificar.

¿Esto sirve para los dos lados?

Claro, en tu rol de trabajador sientes unas emociones, pero como paciente también debes aprender a regular el miedo, el dolor, la tristeza... Porque están ahí. Debes saber cómo expresarlo con naturalidad. Aunque sea el paciente no puedo estar chillando todo el rato o tratar mal a la persona que me cuida.

Una curiosidad: ¿Vio 'Del revés'?

Sí.

¿Qué le pareció?

Muestra las emociones básicas: alegría, enfado, miedo, asco y tristeza. Está muy bien porque nos falta mucha alfabetización emocional y nos enseña que de ellas se derivan muchísimas otras. Pero hay ciertos momentos de la película que no sé si los niños pueden entender. Pero está muy bien porque no se habían hecho películas así. Estábamos acostumbrados a las de princesas y príncipes que se salvan, pero no a hablar de que las emociones las sentimos todos, hombres y mujeres, en todas las situaciones y vivamos donde vivamos. Es lo que nos enseña realmente la película.