Isidor Marí (Ibiza, 1949) vive con un pie en Cataluña y otro en su isla natal. La agitada actualidad catalana de estos días es analizada por este ex alto cargo de Convergència i Unió (CiU) como el desenlace de un largo proceso que se gestó durante la presidencia de José María Aznar y que desencadenó el actual malestar de amplios sectores sociales en Catalunya. Marí analiza la situación del catalán en las Pitiüses y lanza un mensaje de optimismo frente a lo que parecería indicar la evidencia cotidiana.

¿Qué queda de la identidad pitiusa y la cultura propia?

Creo que no ha desaparecido. Sí ha habido una llegada masiva de gente de muchas procedencias en los últimos años y esto ha hecho que la población autóctona quedara en una situación minoritaria, pero demográficamente hay más ibicencos y formenterenses ahora que hace cincuenta años. No se ha borrado nuestra forma de ser, sino que ha quedado diluida en un entorno que de momento no le es suficientemente favorable.

¿No ve usted el peligro de que, si la situación continúa así, pueda desaparecer nuestra personalidad cultural propia?

Esta es la gran pregunta. Las últimas informaciones que tengo, sobre todo de la lengua, que es un vehículo primordial de la cultura, indican que no hay un retroceso de la lengua catalana. Sí es cierto que los porcentajes han cambiado mucho, pero la cantidad de gente que habla nuestra lengua ha subido.

¿El porcentaje de quienes la hablan habitualmente también?

Sí. Hay una medida que indica si una lengua retrocede o no y si gana hablantes o no. La proporción de gente que habla catalán en Ibiza y Formentera es una tercera parte del total, pero hay cosas muy significativas. La gente que dice que su primera lengua era el catalán es un 25-28%, pero los que dicen que el catalán es su lengua actual llega a un 32-33%. Esto es significativo de que la gente va adoptando el catalán, que gana hablantes y que no retrocede. Los que no hablaban catalán con los padres, pero lo hablan con los hijos han subido. Esto indica que la lengua se transmite. Y aquí hay una herramienta que nunca agradeceremos lo suficiente,que es el trabajo que hacen los centros de enseñanza. El 89% de la población joven, de 15 a 29 años, sabe hablar catalán y el 85% sabe escribirlo. Esta gente, que son el futuro porque son los más jóvenes, son competentes en catalán. El peligro es que no sepamos crear las condiciones públicas y sociales para que todo el mundo pueda usar la lengua del país. A veces es más fácil en Ibiza hablar extranjero que hablar catalán.

¿Y esto de quién es responsabilidad? Porque lo cierto es que en la calle se oye poco hablar catalán.

Esto es como todo. Hay normas que regulan las terrazas de los bares y el espacio público. Creo que se ha de facilitar a los trabajadores aprender catalán, al menos para que sepan que si se les pide un cafè amb llet se les está pidiendo un café con leche. ¿Por qué no se hace este pequeño esfuerzo? Ha de haber un compromiso de los responsables de las empresas de no maltratar a los clientes de Ibiza. Y la gente de Ibiza debería usar más su ‘libro de reclamaciones’.

¿Y cree que el ibicenco reclama sus derechos? Enseguida nos adaptamos al castellano en una conversación...

Falta que la gente tenga suficiente confianza en la lengua. A nadie le gusta provocar una situación tensa cuando va a un establecimiento y se relaciona con un profesional. Pero todos deberíamos aprender a decir: ‘¿Podría atenderme en mi lengua?’, sobre todo cuando hay comportamientos ofensivos.

Usted fue uno de los tres componentes del grupo Uc, que para muchos ibicencos es la banda sonora de su vida. ¿Qué cree que aportó este grupo?

Uc fue una de las etapas más gratificantes de mi vida. Esto fue una probatura que hicimos en 1973 para ver cómo respondía el público ante cinco o seis canciones adaptadas de la tradición popular. Cuando vimos, con aquella actuación de verano del 73, que había un auténtico entusiasmo por redescubrir aquellas canciones, nos fuimos animando y terminamos haciendo tres discos, todos con una gran acogida. Era también el momento de la transición política y la recuperación de las libertades.

Y ha tenido continuadores, como Ressonadors. ¿Qué le parece este grupo?

Sí, y otros: Aires Formenterencs, Marga Bufí... gente que ha ayudado a recuperar y divulgar la canción tradicional. Ressonadors fue una segunda campanada. Había habido un cambio generacional. Nosotros marcamos un estilo folk en ese momento y Ressonadors lo ha llevado hacia una estética más pop y rock. Y estaría más contento si hubiera gente que, en vez de reversionar tanto las mismas canciones, recuperara otras diferentes, porque esto es una mina, hay muchísimas más. A finales de este año se publicarán los materiales inéditos recogidos en Ibiza y Formentera en 1928, de los que habrá dos volúmenes de canciones. Hay un capital que es un tesoro para explotar.

Usted no estuvo muy lejos de ganar unas elecciones a Abel Matutes en 1977, cuando Ibiza aún era más de derechas que ahora. ¿Cómo ve la evolución que ha seguido la izquierda en la isla en todos estos años?

Sí, ganamos en Vila y en Formentera, pero en el campo, no. Los partidos que había en los últimos tiempos del franquismo hicieron lo que pudieron, no se les podía pedir más. En poco tiempo ganaron un espacio político significativo, aunque no fuera mayoritario. Las dificultades que ha habido después para organizar y construir proyectos han sido muy grandes. El contexto en Ibiza no ha sido favorable. Pero así y todo, con altibajos, los partidos progresistas han podido gobernar, con dificultades considerables. Creo que ahora es cuando en Balears hay una situación más favorable, porque todas las instituciones de las islas son de signo progresista. Espero que haya un periodo largo de gobierno progresista, porque hasta ahora no hemos definido un modelo económico, de gestión del medio natural y de la lengua que sea consistente.

¿Cree usted que la creación de la Comunitat Autònoma ha servido para dar más autogobierno a las Pitiusas o para atarnos aún más a Mallorca?

La historia de nuestra autonomía es el reflejo de la historia general del país. En el Estado español, ha administrado la democracia y gobierna ahora un partido que no quería Constitución. En Balears empezó gobernando la autonomía un partido que no quería autonomía, o sea que ya podemos pensar qué autonomía se ha ido haciendo. Pero ha habido cosas positivas, como la creación del Consell de Formentera. Ahora falta una distribución equitativa de las competencias y también que se articule la gestión insular y la gestión conjunta de todas las islas. En temas culturales se podría haber hecho mucho más, por ejemplo, la Universitat se podría haber descentralizado más.

Lo que sucede es que continuamente los medios de comunicación reflejan casos de distribuciones no equitativas de recursos económicos y medios. ¿No mantiene eso la histórica desconfianza que ha habido hacia la autonomía?

Hay una cuestión que no podemos pasar por alto. Balears tiene unas condiciones desfavorables por el simple hecho de ser islas. Ya Miquel Alenyà pedía un régimen económico especial, y aún lo esperamos. Y otra que se suma a ello: hay un drenaje fiscal enorme en Balears. Somos la autonomía que más aporta y menos recibe, proporcionalmente, del Estado.

¿Cree que los consells insulares se han consolidado como verdaderos órganos de autogobierno de las islas?

Creo que no. Los consells aún no se han consolidado como una administración eficiente. No digo que no se haya hecho un buen trabajo, pero seguramente aquí hay cosas que se podrían hacer mejor. Y la colaboración con los ayuntamientos es muy importante. Sobre todo falta que haya un período suficiente de tiempo para poner en práctica proyectos que sirvan a la gente y no a quienes mueven la economía arriba del todo. El problema es que aquí nos hemos tirado de cabeza a un turismo de masas, en vez de optar desde un principio por un turismo selectivo. Como si en Ibiza no hubiera otros atractivos aparte del ocio nocturno. Lo más triste es que se está destruyendo la tranquilidad y el medio natural, que deberíamos salvar, por los desastres que hace la gente de las discotecas de todo el mundo que se concentra en Ibiza. Somos un poco cortos de miras.

¿Cómo ve la situación política de Cataluña?

Esta historia se entiende si se ve desde el principio. En 2006, después de negociar y aprobar en las Cortes un Estatut para Catalunya, que se aprobó en referéndum por los catalanes, el PP se ha dedicado a recentralizar todo lo que ha podido, ha dejado de invertir en Catalunya lo que estaba comprometido... Toda la política que se ha desplegado desde entonces ha sido adversa para Cataluña, en financiación, en competencias, en inversiones, en temas culturales y lingüísticos. Ha habido una política de castigo en Cataluña. Era una política diseñada por Aznar, esa segunda transición como la llamaban, que consistía más bien en una involución, un Estado más centralizado. Y aquí empezó el problema. Cuando en 2010 Cataluña empezó a expresar un desacuerdo muy amplio ante esta situación, se podría haber iniciado una negociación y plantear una recuperación de las competencias y un respeto a la autonomía.