Dar de mamar como método antiestrés. Así se lo toma Amara Barceló, madre de 33 años en cuyos brazos sostiene a Irati Cartón, de dos meses y medio y a la que parece que también sosiega cada dosis de leche materna, como si contuviera unas gotitas de valeriana. «Me siento súper relajada. Antes de empezar a dar de mamar, nunca imaginé que sería así. Solo pensaba en la lactancia como método alimenticio. Pero hay algo más: ese vínculo que se establece con el bebé. Eso es paz, es relax», cuenta Amara rodeada de una decena más de mujeres que ayer participaron en la XI Fiesta de la Lactancia, una tetada popular que se celebró bajo una pérgola de Platja d'en Bossa. El acto, organizado por la Associació Balear d'Alletament Matern (ABAM), puso fin en Ibiza a la semana mundial de la lactancia materna.

Cuando nota que su bebé está estresada, le da el pecho porque sabe que «le relaja». Lo hace «un mínimo de ocho veces al día», lo que complica su integración laboral. Como en enero desea regresar a su antigua ocupación en un centro comercial (en principio lo iba a hacer a los seis meses, pero ha decidido prolongar la excedencia un año), se está asesorando para el destete.

Apego al padre

Bárbara Revert, de 34 años, cuenta para ello con la ayuda de su pareja. Xicu, de tres meses, está al cuidado de su padre por las mañanas, cuando ella ejerce de profesora de música. A falta de teta, el progenitor le da un biberón que contiene la leche que ella se extrae a diario. No les queda más remedio que hacer turnos con el pequeño, pues, como son valencianos, sus parientes no residen aquí. Pero esa circunstancia ha permitido al marido tener un contacto más íntimo con su nene: «Xicu le tiene tanto apego como a mí», subraya Bárbara. Su propósito es que se nutra de su propia leche hasta que cumpla los tres años, siguiendo el ejemplo de su hermana: «Pero dependerá de Xicu». Por la cara que pone el pequeño, hay pecho para rato.

La semana de la lactancia de 2015 tenía como lema 'Amamantar y trabajar a la vez es posible', y la de 2016, 'Por un desarrollo sostenible', mientras que la de este año es mucho más larga: 'Sosteniendo la lactancia materna, unidos sin conflictos de intereses'. De la misma manera, Thaïs Puig, delegada de ABAM, emplea unos cinco minutos en explicar la kilométrica y, si se es profano, enigmática frase. Las corporaciones de alimentos, denuncia, «presionan y vulneran la legislación de comercialización de sucedáneos de leche materna». Además de la abundancia de productos (comidas, chupetes...) que se regalan a las madres en las consultas, Puig critica que, para ahorrar, en los hospitales se apueste por la leche artificial, «de coste simbólico», en vez de por la materna que es donada, que sale a unos 180 euros el litro. Pero cuando el hospital ha de pagar esa leche artificial al precio de mercado, se produce un hecho curioso: «Entonces se disparan los índices de lactancia en esos centros», según Puig. Los hospitales «solo estimulan» esa práctica natural cuando echan cuentas.

Contacto emocional

En ese sentido, desde ABAM reclaman a las instituciones que procuren que los hospitales públicos «cumplan los criterios de la Iniciativa para la Humanización de la Asistencia al Nacimiento (IHAN)» y se mantengan « libres de influencias de las corporaciones comerciales», que a juicio de esa asociación llegan a «incurrir en prácticas de marketing poco éticas».

Muchas madres acuden a ABAM en busca de asesoramiento sobre cómo dar el pecho a sus hijos. Pero Agustina Algorta, de 39 años, nunca ha tenido problemas en ese sentido. En su caso busca comunicación: «Los círculos son muy importantes entre mujeres para que nos podamos contar nuestras experiencias. A veces es solo algo emocional». Es algo tan sencillo, dice, como estar al lado de madres que entienden que en un momento dado pueda sentirse harta. Leona, su nena de 11 meses, es su cuarta hija. Lleva cinco años seguidos «dando teta de corrido» a tres criaturas (una que tiene ahora casi cinco años; otra de casi tres, y Leona), a veces a dúo, que seguro que debe de ser el no va más en métodos de relajación.