«No, no es una broma». Aunque lo parece. El final de la conferencia 'Genomas mitocondriales de los antiguos fenicios', impartida el viernes en Eivissa por el biólogo Pierre Zalloua, de la Universidad Americana del Líbano, fue de traca: en las secuencias de ADN de los fenicios ibicencos han encontrado más trazas orientales de las esperadas, más incluso que las halladas en las de los propios fenicios libaneses. Pero, además, en el genoma de los libaneses han detectado más trazas europeas de las que en principio cabía esperar, incluso hay más que las encontradas en los antiguos pitiusos. El mundo al revés. ¿No es una broma pesada, no será que alguien cambió de lugar las tumbas, quizás hubo un error en los análisis? «No, no es ningún chiste», afirmó Zalloua al concluir su charla, sonriente por haber logrado su propósito: desconcertar a su audiencia, que llenó la sala de actos del Museo de la Necrópolis de Puig des Molins.

La conclusión del estudio, realizado tras analizar restos óseos púnicos de las tumbas de Eivissa, resulta difícil de asimilar, incluso para los propios investigadores: las muestras pitiusas tienen poco que ver con las de la Europa de la Edad de Bronce, «pero son más cercanas a las del Levante Neolítico. ¡Los fenicios ibicencos parecen libaneses!», exclamó Zalloua. Por el contrario, «las muestras analizadas de las tumbas fenicias de Beirut son muy similares a las de las antiguas poblaciones europeas del Neolítico tardío». En el mapa genético, el ADN ibicenco aparece cartografiado donde debería estar el libanés. Y viceversa. Es como si se hubiera doblado el mapa del Mediterráneo, de manera que el Líbano apareciera en su costa occidental, y Eivissa entre Siria e Israel.

Flujo migratorio subestimado

Ahora toca, además de digerir esta información, encontrar una explicación, que no es fácil. «Es difícil de explicar», reconoce el biólogo libanés: «Quizás -prosigue- hemos subestimado la frecuencia del movimiento de las personas en aquella época». Esa podría ser la clave: que en aquellos tiempos hubiera más flujos migratorios de los que imaginamos y que las fronteras fueran más diluidas que las actuales. El mundo que se colige de esos análisis genéticos se parece más al descrito en 'Sinuhé el egipcio' o en 'León el Africano', que al de la civilización moderna, cuyas fronteras son cada vez más impermeables. A su juicio, «es difícil entender por qué había entonces tanto movimiento de población».

«Estamos al principio de esta investigación», señala, no obstante, el investigador libanés, especialista en los vínculos genéticos entre las poblaciones de Oriente Medio y el Mediterráneo. Las investigaciones que al respecto se están desarrollando con el ADN de fenicios de Cádiz y de Malta podrían ser determinantes.

Para el estudio se decantaron por analizar el ADN mitocondrial (en el que solo aparece la información genética de la madre), por ser mas abundante y fácil de obtener que el del núcleo (en este caso, de padre y madre). En el caso de Eivissa (también investigaron en Cerdeña y en Beirut) recogieron 11 muestras de cuatro yacimientos púnicos, pero solo obtuvieron ocho secuencias, pues en tres casos el ADN «no tenía calidad suficiente». Solo en una de las muestras, en la extraída del yacimiento de Can Portes des Jurat, consiguieron tanto el ADN mitocondrial como el de núcleo. Zalloua aclaró que los restos analizados pertenecían a púnicos y no a los primeros fenicios llegados a Eivissa, ya que estos últimos calcinaban a sus difuntos, por lo que conseguir su ADN era misión imposible.

Según Elisa A. Matisoo-Smith, profesora de Antropología Biológica de la Universidad de Otago (Nueva Zelanda), que forma parte del equipo de investigación de este proyecto y que estuvo presente en la charla, los resultados del ADN mitocondrial estudiado «dan a entender que los hombres procedentes de Oriente -de la estrecha franja del actual Líbano en la que vivían los fenicios- se mezclaron con las mujeres locales ibicencas, lo mismo que sucedió en Cerdeña». Y posiblemente ocurrió lo mismo en el sentido contrario: los europeos se mezclaron con las orientales en la zona libanesa.

Eso, a juicio de Zalloua, muestra una sociedad más tendente «a la integración que a la conquista y la esclavitud, aunque también las había: «Los fenicios tenían una naturaleza inclusiva, multicultural».

No quiso dar muchas pistas, pero Pierre Zalloua dejó en el aire la sospecha de que puede haber más sorpresas próximamente. Por ejemplo, la que pueda resultar del estudio del haplogrupo (conjunto de haplotipos, que son conjuntos de variaciones del ADN) T2b, hallado en una de las 18 muestras tomadas a ibicencos en la actualidad. Las 18 eran distintas, pero una de ellas contenía ese T2b, algo sorprendente porque, según el biólogo, también fue hallado en la muestra genética extraída a un púnico en el yacimiento de Can Portes des Jurat y porque ese mismo haplogrupo ha sido detectado en los fenicios del Líbano: «La existencia del haplogrupo T2b nos llama la atención», dijo Zalloua con una sonrisa picarona, como si ya supiera que próximamente volverá a desconcertarnos.