«Aniré amb seny!», promete Vicente Ramon Roselló, patrón del 'Charpat II', segundos antes de zarpar. En el barco, el mismo arrastrero de 19 metros en el que sale a pescar, viaja, asegurada con dos cabos y mirando a proa, la Virgen del Carmen, patrona de la gente del mar. Varios marineros, uno de ellos descalzo, la han asegurado a cubierta. Otro, desde tierra, les insiste: «¿Va bien amarrada?». Dos fuertes tirones. Son la única y parca respuesta.

A bordo del barco de arrastre, además de la familia del patrón y algunos marineros y pescadores, va también Magdalena Frau, marinera de la Comandancia de Ibiza. Ella será la encargada de arrojar al mar (la Mar) la corona de laurel con la que, fuera ya de la bocana del puerto, cerca de es Freus, recordarán a quienes se llevó el mar. Cuando Magdalena, dos horas antes, ha llegado a la iglesia de Sant Elm con su uniforme blanco, algunas de las señoras mayores que aguardaban el inicio de la misa se han sorprendido. Ella le quita importancia. «Cada vez hay más mujeres», comenta junto a la puerta de la iglesia, rodeada de sus dos niñas y su chico. Magdalena siempre tuvo claro que su vida era la mar. Le viene de familia, su abuelo era capitán de la marina mercante, y su padre también era marino. «Siempre lo supe. A los 18 años ingresé en la escuela, en Ferrol», explica antes de que empiece la misa en honor a la Virgen del Carmen, oficiada por el obispo de Ibiza, Vicente Juan Segura.

En la plaza, a la espera de que las campanas toquen las siete, las autoridades se saludan, charlan, se abanican. Sobre todo, se abanican. Las concejalas de Vila Carmen Bonet y Montse García intercambian anécdotas de calor y misas en verano. El concejal de Sant Antoni José Ferragut besa a la consellera Marta Díaz, que llega acelerada. El comandante de marina Alberto Cervera hace el saludo militar a varios niños, que le responden de igual manera mientras otro de los marinos explica en un corrillo que anda lesionado tras un percance en un velero en una reciente regata de las Fuerzas Armadas.

Los abanicos trabajan con intensidad en el interior de la iglesia. Los ventiladores de las columnas no son suficientes para aliviar el intenso calor. El obispo recuerda durante su sermón que esa misma tarde se homenajea a la Virgen del Carmen en otras localidades de las islas: es Cubells, Portinatx, Formentera y Santa Eulària. Asegura que la patrona ejerce de madre de marinos y pescadores, los protege de la «furia de las tempestades» y les sirve de refugio «en los mares embravecidos». Falta poco para el final de la misa cuando una de las fieles tiene que abandonar la iglesia, mareada por el calor. Sentada en las escaleras, le tienden una botella de agua. En esos momentos decenas de personas aguardan la salida en procesión de la imagen. La banda del Santo Cristo Yacente espera en formación frente a la puerta principal, que poco después de las ocho, mientras suena el himno nacional, cruza la Virgen.

En el carrer de la Mare de Déu, aún decorado con las banderas arcoíris del Gay Pride, la procesión sorprende a los turistas. También a los comerciantes, algunos de los cuales retiran por unos minutos sus terrazas para dejar pasar a la comitiva, a la que centenares de personas aguardan al final del puerto, junto al muro. Los costaleros la bajan con cuidado por las escaleras y enfilan los últimos metros del recorrido, durante el que no han parado, abriéndose paso en el mar de gente hasta el amarre número 13 (supersticiones fuera). Hasta el 'Charpat II'. «¡Poco a poco! ¡Con cuidado!», gritan marineros y pescadores al subirla a bordo.