Es la una de la madrugada y, como cada noche desde el inicio de la temporada estival, una marabunta de turistas británicos llena la calle de Santa Agnès, la principal arteria del West End, en Sant Antoni. Los vendedores ambulantes se concentran frente a los locales de ocio para ofrecer sombreros, gafas y diademas, entre otros artículos, pero, al ver a dos guardias civiles y a una pareja de policías, salen corriendo en dirección a la calle del Mar. Su huida ha sido en vano, ya que terminan rodeados por agentes del Equipo Nocturno Especial de Verano (ENEV) de la Policía Local de Sant Antoni, a los que Diario de Ibiza acompaña desde las 23 horas del lunes hasta las 3 de la madrugada del martes durante su patrulla por las zonas más conflictivas del pueblo: el passeig de ses Fonts, el de s'Arenal y el West End.

Desde el 1 de mayo y hasta el 30 de septiembre, este equipo formado por dos oficiales, siete agentes y un refuerzo canino, Lala, (cuya función es, principalmente, detectar estupefacientes) vela por el cumplimiento de las ordenanzas y cada noche se enfrenta a vendedores ambulantes que ofrecen óxido nitroso, más conocido como 'gas de la risa', marihuana y hachís a los turistas y a 'tiqueteros' que venden pastillas u otro tipo de drogas. «Aunque nos centramos en la venta ambulante, en los registros casi siempre hallamos drogas e interponemos denuncias por su tenencia o, cuando la cantidad es considerable, por delitos contra la Salud Pública», explica uno de los dos oficiales, que en este servicio va de paisano.

Un 'gancho' con éxtasis

La única detención de la noche se produce a la una de la madrugada a raíz de la identificación de, en palabras de los policías, un «boca- boca», es decir, una persona que intenta captar clientes para un local de la calle Santa Agnès. Como la publicidad dinámica está prohibida en Sant Antoni, el oficial que va de paisano y otros dos agentes que tampoco llevan el uniforme se dirigen a él para identificarle, pero el joven, de nacionalidad británica, les empuja violentamente para huir. Los policías piden apoyo y dos de los que estaban en la calle del Mar acuden en su ayuda. Finalmente, le intervienen 14 pastillas de éxtasis y dos bolsas monodosis de cocaína y se lo llevan esposado al retén.

Antes de entrar en el West End, el ENEV recorre el paseo de s'Arenal y el de ses Fonts. Precisamente es en esta zona donde comienza la vigilancia y tiene lugar el primer registro e incautación de pastillas. Cuando pasan diez minutos de las once de la noche, dos policías se han dado cuenta de que tres jóvenes cambian bruscamente de dirección al notar su presencia al caminar por la Travessia Miramar. Cuando se les llama la atención, responden con nerviosismo. «¡Uno de ellos está muy alterado!», advierte el policía y guía de Lala. En el registro, descubren que uno lleva encima cinco pastillas de, al parecer, éxtasis.

Esta noche todos los integrantes del ENEV, a excepción de un agente, están operativos. Tras el inicio de la temporada turística apenas existe diferencia entre un lunes o un sábado. Los policías saben que no van a tener una jornada tranquila y están preparados para todo lo que pueda pasar. El oficial más antiguo, vestido de uniforme, cuenta con 20 años de experiencia en Sant Antoni, mientras que el otro, de paisano, ya acumula nueve años en este puesto.

Lala, en acción

Ambos señalan que el tipo de delitos no ha variado con el paso de los años. Sin embargo, reconocen que harían falta más profesionales para combatir la delincuencia y garantizar el pleno cumplimiento de las ordenanzas.

A continuación, el ENEV se dirige hacia s'Arenal. Uno de los policías observa cómo uno de la decena de vendedores ambulantes que se encuentran en esta zona ofrece sus artículos a un grupo de extranjeros. El resto intenta huir, pero al final seis de ellos terminan en un callejón donde no tienen escapatoria. Se sientan en el suelo uno al lado del otro y se apoyan en una pared para su identificación y registro. Mientras tanto, un agente busca por los alrededores si se han deshecho de material y encuentra una mochila en cuyo interior hay 40 ampollas de óxido nitroso, 170 globos y dos dosificadores. Al propietario se le denuncia por un delito contra la Salud Pública.

La inhalación del 'gas de la risa', cuyo uso recreativo está prohibido en Balears desde agosto de 2013, provoca euforia, hilaridad, supresión de la sensación de dolor y ganas de reír. «Muchos lo mezclan con alcohol o pastillas para multiplicar sus efectos. Aunque parezca una droga inocua, no lo es», insiste uno de los oficiales.

Una pareja de la Benemérita del cuartel de Sant Antoni también se suma a este intervención, pero finalmente su actuación no es necesaria. «La coordinación con la Guardia Civil es excelente», remarca el oficial que patrulla de uniforme.

Mientras la mitad de los policías del ENEV prosigue con los cacheos e identificaciones de los vendedores ilegales, el guía canino observa que Lala está inquieta, por lo que se la lleva a la playa, cerca del paseo. Una decena de turistas se han detenido para ver en acción a la perra y más de uno se queda con las ganas de grabar su actuación. El animal pone el hocico en un punto y acto seguido su guía introduce la mano en la arena, extrae una bolsita de plástico y se la entrega a otro policía. «Lala ha encontrado seis dosis de hachís. Cuando los vendedores nos ven, entierran la mercancía en la arena o la esconden en las papeleras», apunta el agente mientras, con unos guantes puestos, extrae la droga de su envoltorio. Lala, por su parte, recibe otro premio: un mordedor. Lo que no pueden detectar los policías con sus ojos, lo descubre la agente canina con su olfato.

Tras esta intervención, Lala regresa al retén para descansar, pero para el ENEV el trabajo continúa hasta que salga el sol.