Los muros de piedra ostionera del cuartel del Tercio de la Armada, en San Fernando, acogen el amplio despacho de su principal responsable, el general de brigada Antonio Planells Palau. Pero no es el único ibicenco que se mueve por ese recinto, construido hace más de dos siglos. También se encuentra allí Josué Torres, de 28 años de edad, que hasta 2008, cuando se alistó en la Infantería de Marina, vivió en ses Païsses con sus padres. Siguió los pasos de su padre, José Luis, que también sirvió, en 1982, en esa unidad.

No obstante, no era esta la primera opción de Torres, que ante todo quería salir de la isla. Entre las posibilidades que barajó, todas tenían «proyección en el extranjero», es decir, la posibilidad de embarcar hacia destinos allende estos mares, como Líbano, Irak, Haití... Probó en los Paracaidistas y en la Legión, pero finalmente acabó entre los ´marines´ españoles.

Torres forma parte de la unidad de reconocimiento y adquisición de blancos (TAR): «Somos los ojos y los oídos en las operaciones anfibias», explica. Son la vanguardia. En el ejercicio de evaluación, por ejemplo, fueron los primeros desplegados en tierra, desembarcando en lanchas o descendiendo de los helicópteros SH-3D/W. Lo que esa avanzadilla detecte es crucial para la seguridad de los que vienen detrás. Ha participado en las misiones de la Infantería de Marina en Bosnia (en el 2009) y en Líbano (2011). En la actualidad se prepara para el ascenso a suboficial, «unas pruebas muy difíciles», reconoce este exestudiante del instituto Sa Blanca Dona cuya abuela siempre le cocina (o compra) un flaó cuando regresa a Eivissa con su mujer, Lidia Moreno, de Puig d´en Valls.