La gerencia del Área de Salud de las Pitiüses no pudo formalizar una decena de contratos el verano pasado debido a las dificultades que hay en la isla para encontrar vivienda a un precio asequible, según detalló a este diario un portavoz del área de Salud. Las complicaciones parece que se repetirán de nuevo este año, tal y como alerta ya la junta de personal (ver página 3). Pero no sólo eso, sino que ya hay personas que afirman que han rechazado un contrato en el hospital Can Misses tras no encontrar alojamiento. Es el caso de Andrea Zambrana, auxiliar de Enfermería, que ha renunciado a una oferta que en principio era para abril pero que está «segura» que le habría permitido seguir trabajando ya todo el verano encadenando contratos.

En concreto, el citado portavoz del Área de Salud señala que el verano pasado no se llegaron a realizar siete contratos de refuerzo o de vacaciones para Atención Primaria por la falta de profesionales vinculada a esta problemática.

No fueron éstos los únicos casos, y es que para el servicio de Urgencias de Can Misses hubo también unas «tres o cuatro plazas en verano que en principio no se pudieron cubrir» por la misma razón. Eso sí, aclara que en este caso sí que se han podido ocupar a en el transcurso del año.

Sofá a 10 euros la noche

Sofá a 10 euros la noche

Andrea vino por primera vez a Ibiza en el verano de 2015. Había echado un currículum en la Policlínica Nuestra Señora del Rosario cuando vino a visitar a una amiga y la llamaron «de un día para otro» para trabajar como auxiliar de Enfermería. «Tenía ganas de empezar a trabajar en un hospital, aunque fuera privado, y dije: 'Me lanzo'», resalta y comenta que era un contrato para dos semanas, para cubrir unas vacaciones.

En Ibiza, empezó «durmiendo en un sofá» por el que pagaba «10 euros al día», relata desde Alicante. No sabía «cómo funcionaba la isla» y la persona que compartía piso con su amiga, es decir, la que le había realquilado una habitación porque no era la propietaria, la alojó temporalmente. «Lo hizo como un favor; no se dedicaba a alquilar sofás», aclara Andrea. Para entonces, su amiga ya no vivía allí y la pequeña habitación en la que ella había estado -por la que cree recordar que pagaba «unos 500 euros»- la ocupaba otra persona. «El problema de Ibiza es que la gente realquila los pisos», subraya.

Tras aquellas primeras dos semanas, a Andrea le renovaron el contrato hasta acabar el verano. Ella tenía claro que «si no encontraba algo normal» no se quedaba en la isla, pero señala que entonces tuvo suerte. «Conocí a un chico que me ayudó muchísimo; gracias a él viví en casa de un amigo suyo y estuve bien, por un precio moderado», cuenta.

Pese a esto, recuerda que miró pisos y encontró cosas increíbles como «un colchón encima de un palé por 400 euros» en un piso de la calle Aragón de Vila. «Esto me lo querían alquilar unos italianos que estaban en el piso, o sea que también era realquilado», agrega.

Intentos de volver

Intentos de volver

Finalizado el contrato, Andrea regresó a Alicante. Aunque quiso venir a trabajar el verano siguiente e incluso tenía una oferta del hospital Can Misses y había encontrado alojamiento en Santa Eulària por 500 euros, circunstancias personales la obligaron a permanecer en la Península y tuvo que renunciar.

«Ahora he querido volver pero no hay manera», señala y añade: «Tenía un contrato para empezar en abril y he tenido que rechazarlo y ponerme no disponible por falta de alojamiento», cuenta Andrea, quien afirma que para encontrar casa miró en Internet, puso mensajes en Facebook e incluso una amiga colgó un cartel en el hospital. «Pero no hay nada», apunta y dice que cuando llamó al departamento de Personal del hospital, quien la atendió fue «muy agradable» y entendió su situación.

Andrea resalta que ha visto que se ofrecen barbaridades. Pisos 'patera', «brutalidades» de fianza. «Yo he sido testigo, en Cases Barates, de una chica que alquilaba un balcón acristalado por 400 euros al mes. También de otra que alquilaba una habitación por 450 euros en un piso súper viejo, con goteras y todo», relata.

Cuenta que cuando trabajó en la isla hace tres años llamó a una villa donde vivían 15 personas: «Yo pregunté: '¿Pero esto es Gran Hermano o qué'? Y me contestaron: 'No. 300 euros por cada cama compartiendo habitación con dos personas más». «También encontré otra chica que te alquilaba la habitación de su casa pero ella ni te empadronaba ni nada, todo ilegal, y también 500 euros», añade.

«Me ha fastidiado mucho porque podía estar trabajando. El año pasado ya tuve que rechazar varias ofertas», sostiene y subraya que no está dispuesta a aceptar cualquier cosa. Apunta que en esa situación «hay muchísima gente».

Y peor: «He conocido a gente que ha sido muy maltratada, que ha pagado fianzas y ha llegado y era mentira», denuncia y lamenta que hay quienes «se están aprovechando de la desesperación de la gente», así como el desinterés por resolverlo.