El sector del juego de azar parece experimentar un importante boom en la isla de Ibiza desde hace un años, al menos en cuanto a número de establecimientos abiertos se refiere. La isla, en la que esta actividad sólo ha tenido una presencia tradicionalmente testimonial (el Casino de Ibiza, un bingo y alguna sala aislada durante muchos años) cuenta ahora con 19 establecimientos dedicados a las apuestas con máquinas tragaperras, según los datos proporcionados a este diario por los cinco ayuntamientos de Ibiza. Prácticamente todos estos locales pertenecen a la misma empresa: Orenes, una de las principales compañías del sector que hay en España.

En concreto, en la ciudad de Ibiza hay 15 establecimientos en total (descontando el Casino), muchos de los cuales han aparecido súbitamente en muy pocos años. De hecho, cuatro han abierto entre 2014 y 2016. Están repartidos por diversos puntos de la ciudad y no siempre están, en contra de lo que cabría esperar, en enclaves especialmente concurridos o zonas turísticas.

El municipio de Sant Josep cuenta con dos locales más, el de Sant Antoni con otro (que de momento funciona sin licencia, sólo con declaración responsable) y hay otro más en el núcleo urbano de Santa Eulària.

«Un negocio como otros»

Todos han abierto en el espacio de pocos años, aunque la primera licencia que consta data de 1987.

Negocios de este tipo se hallan en el punto de mira de los expertos y profesionales que luchan contra las adicciones, en concreto, la ludopatía. Sin embargo, la concejala de Urbanismo del Ayuntamiento de Ibiza, Elena López, en declaraciones a este periódico, no consideró ni que el número de salas de juego en Vila sea excesivo ni que supongan una invitación a la ludopatía.

«No nos parece que haya habido un crecimiento exponencial», señaló. «Es un negocio como muchos otros, no es que le prestemos especial atención. Se mira que tenga las licencias que ha de tener, como cualquier otro y que cumpla las normas de accesibilidad, infraestructuras..., como cualquier otro negocio», explicó.

A la pregunta de si este tipo de locales pueden estimular conductas adictivas, afirmó: «El Plan General lo permite, igual que una pastelería, una cafetería o un restaurante. Si cumplen la legislación, en principio no vemos cómo denegarlo». Incluso, desde el punto de vista político la concejala de Urbanismo tampoco lo considera un negocio diferente de una pastelería: «En principio, si no molestan y cumplen las normas, no sería justo usar ese argumento para no permitirlos». «No comparto esa perspectiva» de inducción a la ludopatía, agregó. Incluso se declaró «sorprendida» de que se le preguntara por ello.

El Registro General de Interdicciones de Acceso al Juego, que es la base estatal en la que se apuntan quienes quieren que les prohíba seguir jugando, estaba formado el pasado 27 de abril por 33.756 personas, pero «el número aumenta a un ritmo de 100 más al mes, aproximadamente desde 2012», según afirmó recientemente al diario El País el director general de Ordenación del Juego, Carlos Hernández. La mayoría de los jugadores que pedía ayuda hace siete años para dejar esta adicción tenía entre 28 y 35 años, pero ahora ese perfil está entre los 18 y los 25, según Juan Lamas, de la Federación Española de Jugadores de Azar Rehabilitados.

Este diario intentó sin éxito recabar la opinión del grupo Orenes.