Marina Subirats señala que aunque no será posible educar totalmente en igualdad mientras esta no sea una realidad, es necesario ir dando pasos para avanzar en ella. Apunta que la escuela tiene un papel central en este proceso, pues es «la organización» destinada «a formar personas que mañana tendrán responsabilidades», pero aclara, «sola no puede lograrlo». Y es que la familia, que sin ser consciente muchas veces trata a niños y niñas de forma distinta, y los medios, que todavía muestran roles sexistas, deben ir a la par.

Hace años decía usted en una conferencia que la educación en igualdad en España atravesaba «un momento complicado». ¿Qué diagnóstico haría hoy; hemos avanzado, retrocedido?

Realmente no hemos avanzado. Entonces se había promulgado una ley, la Lomce, que en lugar de permitir avanzar lo que hizo fue retroceder, pues antes estaba contemplada la coeducación, la educación para la igualdad, a través de la asignatura de Educación para la Ciudadanía, y esta asignatura fue suprimida. Decían: ´Bueno, no ha servido´. Pero claro, si se boicoteó desde el primer día y no se dejó desarrollar, evidentemente era muy difícil que funcionara.

¿Y a partir de ahí?

Desde entonces ha seguido la Lomce, que es una ley muy controvertida, muy discutida. En este momento algunas cosas ya se han retirado, pero se verá hasta dónde se pueden retocar. Y claro, la coeducación no está contemplada.

Entonces...

Pero al mismo tiempo que decimos esto, en este momento está surgiendo, en Cataluña de manera muy especial y también en otras zonas de España, un movimiento muy fuerte del profesorado, que ve que tenemos un sistema educativo que no está ajustado a las necesidades de las nuevas generaciones y que está empezando a ver cómo se cambian la forma de educar y los objetivos de la educación. Y en estos objetivos está la coeducación. A veces no con este nombre, pero está, ya que existe la voluntad de rebajar la violencia y la violencia de género, de cambiar la forma de actuación de los niños y las niñas en lo que está muy marcado como estereotipos del pasado. Por lo tanto, en este sentido, creo que estamos en un momento de una mayor esperanza de cambio.

¿Es posible educar en igualdad mientras la igualdad no sea una realidad en la sociedad?

Nunca hasta que la igualdad sea una realidad total se educará totalmente en igualdad. Pero, al mismo tiempo, nunca se llegará a la igualdad si no se dan pasos. Y en este sentido la escuela tiene un papel fundamental porque pone las bases. No solo la escuela, la familia y los medios de comunicación son importantísimos, pero la escuela es la organización que la sociedad destina a formar a las personas que mañana serán adultas y tendrán responsabilidades. Por tanto, que desde que nace una criatura y accede a la escuela se le den unos mensajes u otros hará variar lo que pensará, lo que será, cómo se comportará. La escuela sola no lo puede lograr, pero tiene un papel fundamental y puede cambiar muchas cosas.

¿Qué impide hoy en día que la sociedad sea igualitaria?

Ya no lo impiden las leyes, aunque algunas no ayudan, como la Lomce. Pero tenemos una sociedad que, durante milenios, ha estado centrada en los hombres, en qué es lo importante para ellos, en su figura, en la idea universal del hombre, cuando se ignora que el hombre es el hombre, que la mujer es la mujer, que no vemos las cosas de la misma manera, que no tenemos exactamente las mismas necesidades? Y todavía hay muchísimas cosas en las que sin darnos cuenta damos prioridad al hombre, aunque desde el punto de vista educativo las mujeres tienen hoy mejores notas, menos fracaso escolar, más porcentaje de títulos universitarios...

¿Como cuáles?

A través de la educación, tanto la familia, los medios de comunicación como la escuela, se trata de manera diferente a niños y niñas. Entonces las niñas van adquiriendo la idea de que somos el segundo sexo, que los protagonistas son los niños, los hombres, y nosotras un poco calladitas y en un rincón. Esto dicho así puede parecer una exageración, pero pasa continuamente en las escuelas.

¿De verdad?

Yo invito a las personas que no lo crean a mirar las escuelas y qué pasa en los patios. En muchos han desaparecido los árboles, la vegetación, y todo se ha convertido en pistas de deportes. En esas pistas juegan fundamentalmente los niños y las niñas están por las esquinas, mirando. Y nadie pone en duda el derecho de los niños a ocupar los patios y a imponer sus juegos porque parece que es lo normal. ¿Y por qué? Porque en la sociedad ocurre lo mismo.

¿Puede poner más ejemplos?

En los libros de texto ocurre lo mismo. Hay poquísimas figuras de mujeres, ya desde los cuentos infantiles. Y hay un trato diferencial, las mujeres somos de segunda fila, las acompañantes, las pobrecitas a las que hay que ayudar y proteger, esperando al príncipe azul. Y esto cala en la imaginación de los niños y de las niñas para hacerse una idea de cuál será su destino y su papel en la vida. Y encontramos que entre los 3 y 4 años tienen adquirida la idea de si son niñas o niños y ellos tienen desprecio por todo lo que es de niña, consideran que es más importante lo que es de niño.

Y ellas les ceden protagonismo. Eso quiere decir que seguimos educando de una manera diferente.

¿Y cuáles son las claves para educar en igualdad?

Lo primero es que el profesorado y las familias se den cuenta de estas cosas que ahora no ven. Yo he ido a escuelas, les he dicho que el patio es así y me dicen: ´No´. Cada día lo están viendo, pero no mirando. Lo primero es ser consciente, lo que llamamos construir la mirada violeta. A partir de ahí aplicamos una serie de métodos para ir cambiando eso. Vamos a discutir qué pasa en el patio; qué días se puede sacar el balón y qué días no; cómo se comparte. Incluso cómo se reestructuran los patios, porque también los jardines tenían ventajas, son un sitio donde tiene que haber rincones para que niños y niñas observen la naturaleza, vean crecer las plantas, toquen la tierra.

Habla de la escuela. Las familias, ¿qué errores cometen?

Las familias tampoco lo saben y se rigen por las normas establecidas. Antes de que nazca la criatura se le compra ropa de color diferente. Se le compran juguetes de color diferente. Y no solo eso. Se trata de forma diferente al bebé según creamos que es niño o niña.

¿Al bebé?

Se ha hecho la experiencia de un bebé a quien se viste y se presenta como niño. Y se le trata moviéndolo, haciéndole saltar un poquito, estimulándole. El mismo bebé lo vestimos de niña y decimos que es una niña y no se le mueve; se le protege; se dice: ´Ay que bonita´; todo mimitos. La forma de dar el pecho a niños y niñas también se ha comprobado que es diferente: la madre se pone mucho más al servicio del niño y deja que él sea quien más marque el ritmo de ´quiero más o ya no´. Cuando es la niña, la madre marca más el ritmo y dice ´ya no tengo más tiempo´ y la deja. La madre los quiere a los dos, por supuesto, pero inconscientemente se ponen más al servicio del varón porque es lo que nos han inculcado.

¿Qué consejos daría a las familias para corregir esto?

El mismo. Que prescindan de si es niño o niña. Si tienen que comprarles un juguete, el que les guste. Lo mismo en el color de la ropa y en el trato. Veámoslos como bebés, como criaturas, y no haremos esta diferencia. Porque con esa diferencia les cortamos posibilidades, les marcamos un destino. Y lo que sabemos es que muchas veces no es el destino que la criatura puede y quiere desarrollar. Cada vez tenemos más criaturas transgénero: ´No me adapto al modelo que me están dando y quiero ser otra cosa´. El transgénero no tendría por qué existir si los niños y las niñas tuvieran la libertad de ser como son, cualquiera que sea su sexo.

Entonces la idea de que las niñas tienden a jugar con muñecas como algo de su naturaleza...

Qué va. No sabemos hasta dónde llegan el instinto o la naturaleza. Hay cosas que están claras: la naturaleza nos ha dotado de órganos distintos en la reproducción y esto implica un desarrollo de hormonas y unas características. Pero hoy sabemos que muchas de las características secundarias puede que estén más vinculadas a hábitos.

¿Qué quiere decir?

¿Por qué las mujeres tenemos una musculatura más débil? Entre las explicaciones está que hemos estado peor alimentadas, que hemos desarrollado trabajos que necesitaban menos esfuerzo físico. ¿Hasta dónde puede llegar la musculatura de las mujeres? Probablemente hasta donde puede llegar la de los hombres,y la prueba la vemos en los cambios que hay en las marcas deportivas: las mujeres están acercándose cada vez más a las marcas de los hombres.

No sabemos dónde la naturaleza nos pone el límite. Sí hay uno, que los hombres no pueden parir, pero aparte, ¿qué es lo natural? no lo sabemos. Pero no se trata de cambiar la naturaleza, se trata de no poner límites que no están en la naturaleza sino en la cultura.

Incidimos en la escuela y la familia, pero pese a este esfuerzo, ¿qué se puede hacer cuándo los medios siguen perpetuando roles sexistas?

Varias cosas. Cuando fui directora del Instituto de la Mujer pusimos en marcha el Observatorio de la Igualdad. Cuando había programas o anuncios sexistas, se podía llamar a un teléfono [para comunicarlo] y un grupo de personas expertas se pronunciaban. Si lo era, pedíamos su retirada. Y eso habría que ponerlo en marcha de nuevo; con los distintos gobiernos del PP esto se ha destruido, el propio instituto está prácticamente destruido. Habría que ponerlo en marcha otra vez pues los medios son muy sensibles a la crítica. Y otra posibilidad es que boicoteemos a los medios que siguen siendo sexistas: ´Esta tele no la pongo, este producto no lo compro´. Si no, parece que hace gracia y que les da publicidad ser cada vez más sexistas, sacar figuras de mujeres en formas humillantes, etcétera.

Porque esto no va a menos...

Al contrario. Entonces hay que protestar contra esto. Se han utilizado incluso imágenes que proceden de la pornografía, con mujeres atadas o con marcas de haber sido golpeadas como si fuera muy sexy. Hay que negarse.

Porque eso a un niño o una niña le entra y le queda en el cerebro como algo normal. Normalizamos la inferioridad de

las mujeres y luego no nos puede sorprender que lleguemos a situaciones en que los hombres se imponen a golpes.

¿Qué opina del éxito entre los jóvenes de cantantes que hablan de las mujeres como objetos sexuales a su disposición?

Esto es lo grave. Se hacen las cosas para que sean escandalosas, transgresoras y a los jóvenes les parece bonito. Vemos un cierto retroceso en la adolescencia y en los institutos; últimamente me hablaban de una moda en la que las chicas llevan las mochilas de los chicos llenas de libros; les hacen de esclavas de carga. Es decir, una sumisión que estaba superada. Pero claro, se vende la imagen del amor romántico, tan endulzado y maravilloso, y las chicas son víctimas y llegan a decir que por amor se hace todo. Como tener relaciones sin protección, que está llevando a muchos casos no solo de embarazos sino de enfermedades venéreas.

Eso va ligado al aumento de la violencia de género entre ellos.

Exacto. ¿Y por qué ocurre? Porque realmente en la educación no les hemos dado unas ideas claras de qué está bien y qué no, qué les puede favorecer y qué perjudicar.

¿Hay esperanza?

Hay esperanza, porque el profesorado está reaccionando. Yo invito al profesorado a acercarse al movimiento que está habiendo en Cataluña y en otros sitios para revisar cómo educamos. Revisemos el currículum. Hay que evitar que el discurso sea a través del currículum porque entonces no hay tiempo para nada. Necesitamos enseñar otro tipo de cosas, el discurso central de la educación debe ser otro.

¿Y girar en torno a la igualdad?

No solo. Es la igualdad, pero es también la autonomía de los individuos. Que en lugar de ser personas que reciben pasivamente lo que enseña el profesorado, se les dé mucha más opción de actuar. Y esto es a través de lo que se llama la educación por proyectos. A partir de que las criaturas tienen su proyecto empiezan a indagar, a investigar, a buscar los medios. Y si tienen que escribirlo aprenden a escribir porque tienen ganas, y si no pueden, lo dibujan y si no, preguntan cómo. Y aprenden porque les gusta, porque les interesa, porque quieren, y eso hace crecer. Entonces, la trayectoria intelectual es mucho más interesante y mucho más efectiva.