«La gente piensa que se necesita una gran aportación económica, pero no es así, con poco dinero se podrían ver resultados interesantes muy rápidamente», señala Jordi Salewski, geógrafo de Amics de la Terra, sobre uno de los humedales más degradados de la isla: ses Feixes des Prat de ses Monges.

Por su parte, Joan Carles Palerm, presidente del Grup de Entesa de la Naturalesa (GEN) coincide plenamente con Salewski: «Las ventajas de las zonas húmedas es que, con un pequeña intervención, en poco tiempo se puede revitalizar todo muy rápido a pesar del tiempo que hemos perdido».

Ambos señalan que recuperar este humedal, ubicado en una zona privilegiada de la isla entre la playa de Talamanca y junto a la ciudad (tan pegado que ha acabado arrinconado por el voraz desarrollo urbanístico) no significa solo revitalizar un foco de biodiversidad «importantísimo», sino que además se puede convertir en un gancho de atracción turística.

Para lograrlo, la principal herramienta es el Plan Especial de ses Feixes, documento cuya aprobación definitiva ya no parece una utopía después de que haya estado años (el primer borrador data del 2002) olvidado en algún despacho del Consell, y que esta legislatura se ha retomado. Aunque de momento la financiación para aplicarlo es una incógnita. «La ecotasa podría servir para esto», según apuntan los ecologistas.

La tramitación del plan, en el que hay implicadas varias administraciones como el Consell y los ayuntamientos de Ibiza y Santa Eulària, camina muy lentamente con constantes trabas y algunas zancadillas entre Santa Eulària y el Consell, que se acusan mutuamente de su retraso. «Va todo demasiado lento y no puede ser que para estudiar unas alegaciones te tires un año», lamenta Palerm.

Problemas burocráticos al margen, el documento, además de aumentar el espacio protegido, permitiría la construcción de un centro de interpretación así como la creación de lagunas para aves, la limpieza de los canales o la recuperación de los portales de feixa. «Es necesario un plan de gestión que cambie la realidad actual y que potencie esta zona, que además habría que incluir dentro de la declaración de Patrimonio de la Humanidad para que la gente la conozca y pueda venir a visitar», apunta Salewski.

En ses Feixes des Prat de ses Monges la parte más degradada es la del humedal; la zona agrícola, que pertenece a Santa Eulària, está más cuidada ya que muchos terrenos se explotan para la agricultura y otros se están reconvirtiendo en viviendas, incluso hay proyectos para hacer algún agroturismo.

«El humedal es el que más deterioro ha sufrido por culpa del abandono, al crecimiento urbanístico, la construcción de carreteras y los consiguientes desvíos de torrentes, como el de sa Llavanera», que han impedido que el agua dulce llegara a este ecosistema, explica Salewski. Entre las intervenciones destaca la aportación de agua dulce proveniente de la depuradora, una inyección que sería fundamental para ajustar la escasez de agua, porque la filtración subterránea a día de hoy es insuficiente y no parece que vaya a mejorar con los años.

Cañas y salicornias

Según señala Salewski, la deteriorada posidonia también tiene una función importante en esta zona, ya que hace barrera con la playa y ha ayudado a que se mantenga esta transición entre el agua dulce y salada. Hoy en día, esa transición apenas se produce, y en un corto paseo por los caminos de tierra se puede ver cómo las aguas permanecen estancadas en casi todos los canales, el olor en algunos puntos es desagradable, las cañas de más de dos metros adornan los caminos y plantas como la salicornia (que crecen en zonas de agua salada) inundan el paraje.

Si la vegetación ha cambiado por culpa del abandono, algo similar ocurre con las construcciones y los portals de feixa, verdaderos testigos del deterioro del humedal. Un coche abandonado a la entrada al ecosistema, junto con un desvencijado cartel de una antigua inversión del Consell, da la bienvenida al visitante, que a su paso se encuentra con portals de feixa a los que se han añadido una decorativas y oxidadas puertas de hierro, unas cuantas bolsas de escombros de alguna obra cercana, o incluso un váter. El recorrido está salpicado de corrales reconvertidos en casas, donde una toalla hace de cortina o un panel de uralita de porche. Pero no todo son malas noticias, también hay algunas casas cuyos propietarios cuidan el entorno e incluso han limpiado los canales de cañas y hierbajos. «La gestión de la administración es fundamental», apunta Salewski, «y la implicación de los propietarios y de los negocios de la zona, también», señala.

En ses Feixes el ruido de fondo son la obras, como las de hotel de 5 estrellas que se está construyendo en el antiguo Playa Real. «Yo, si fuera hotelero, ayudaría de alguna manera a recuperar este espacio porque además de tenerlo limpio, sin aguas estancadas y sin mosquitos, las posibilidades turísticas de este sitio son increíbles», reflexiona Salewski. De similar opinión es Palerm, para quien ses Feixes tienen un potencial turístico «enorme». «Cuando hablamos en ferias turísticas de posicionarnos como destino de calidad y vemos que tenemos un espacio como este olvidado y con grandes posibilidades, no entiendo cómo no hacen el esfuerzo de arreglarlo de una vez», lamenta Salewski, que considera que también es un lugar idóneo para potenciar la investigación de estos ecosistemas.

Un paseo en bici, una vía de comunicación natural entre Jesús y Vila y un humedal de indudable valor ecológico y etnológico a un paso de la ciudad son alicientes suficientes, para los ecologistas, que insisten en que, a pesar del tiempo perdido por la dejadez institucional, su recuperación es factible con poco dinero.