Los vecinos de es Rafal Trobat, cansados de la «inoperancia» de las Administraciones en materia de recursos hídricos, han decidido dar un paso al frente y demostrar ellos mismos que es posible recuperar el acuífero de sa Serra Grossa -el más dañado de la isla- sin otras herramientas que «el sentido común», afirman sus promotores.

Por ello, han puesto en marcha un sistema de actuación, asesorados por el ingeniero agrónomo Andreu Vila Pascual, que consiste fundamentalmente en retener el agua de lluvia que ahora se desliza pendiente abajo, desde la montaña hasta la llanura de Sant Jordi y Vila, y va a parar al mar o provoca inundaciones en las zonas urbanas.

El portavoz de la Asociación de Vecinos de es Rafal Trobat, Rafa Tur, explica que «todo este es un caudal que se pierde y son muchas toneladas de agua que podrían reinfiltrarse en el acuífero». De hecho, este es el objetivo del proyecto: «Cerrar el ciclo del agua, desde la lluvia hasta su infiltración en el subsuelo», afirma.

Empleando técnicas adecuadas, muy sencillas, puede recuperarse gran parte del caudal que cae del cielo y ahora pasa de largo por los campos de es Rafal Trobat, un paraje situado en el corazón de sa Serra Grossa donde viven cincuenta familias que están protagonizando, desde hace años, un estilo de vida en armonía con el entorno y desarrollan múltiples actividades para mejorar el medio rural, la última de las cuales ha sido la instalación de puntos de carga de agua contra los incendios forestales.

Retener el agua en los bancales

Las actuaciones consisten, fundamentalmente, en interponer pequeños obstáculos sobre el terreno para evitar la escorrentía del agua de lluvia y que se queda retenida en las feixes y bancales de cultivo. «Basta elevar unos centímetro las paredes que separan los diferentes bancales para que el agua no caiga y se quede encharcada en el terreno. De este modo, se va filtrando en el subsuelo y va a regenerar el acuífero. Si, además, el terreno está arado, entonces se inyecta aún más rápidamente», explica Rafa Tur.

No se trata de un proyecto de futuro, sino de un trabajo que ya se está desarrollando sobre el terreno. Numerosos bancales y aterrazamientos de cultivos están siendo restaurados aplicando esta técnica, de modo que en el lluvioso mes de octubre ya se han podido ver los primeros resultados. «Hay que tener en cuenta», afirma Rafa Tur, «que en una sola feixa de cultivo que se encharque ya se pueden recuperar 60 toneladas de agua».

En otros puntos del terreno donde se sabe que corre el agua cuando llueve se efectúan también algunas modificaciones para obligarla a que se dirija allí donde mejor se puede infiltrar.

«Sí se puede»

Rafa Tur no oculta su indignación con los burócratas tradicionales que sólo apuestan por grandes infraestructuras para solucionar los problemas del agua: «Esto de que te vengan los de Recursos Hídricos y te digan: ´Uy, aquí no se puede hacer nada´ es totalmente absurdo. ¿Cómo que no se puede? Lo que hace falta es que la gente se ponga en marcha».

Además, critica el «criterio urbanita» que caracteriza en ocasiones a los técnicos de las administraciones públicas: «A menudo se ve el agua como si fuera un estorbo. ¿Que llueve? Pues hay la mentalidad de que es necesario desaguar, enviar el agua fuera de aquí, para abajo. No es así, hay que aprovecharla para que vuelva al acuífero, que es donde debe estar», afirma.

«Es que incluso la limpieza de torrentes se está haciendo de modo que el agua pueda circular más rápidamente por ellos», lamenta Tur, quien explica que otra de las acciones que llevan a cabo es precisamente la creación de terrazas junto al torrente de la zona para aprovechar esas avenidas e reinfiltrarlas en el subsuelo.

«El problema se arregla arriba»

El objetivo de las familias de es Rafal Trobat es predicar con el ejemplo. «No queremos que vaya una sola gota de agua al mar», afirma Tur, quien recuerda que, de hecho, «a los payeses del Baix Llobregat, en Barcelona, les obligan a regar mediante el sistema de inundación», que es parecido a lo que se está poniendo en práctica en este paraje de Ibiza.

Además, «el problema del agua se ha de arreglar arriba, en la montaña, no cuando ya está abajo causando inundaciones», señala Rafa Tur, quien lamenta una vez más la incapacidad de los organismos públicos para acometer actuaciones preventivas y que se centren sólo en curar el daño cuando ya se ha producido.

Los vecinos de es Rafal Trobat están convencidos de la utilidad de lo que están haciendo y por ello han implantado también un mecanismo para monitorizar la calidad del agua de riego y comprobar así las variaciones en la salinidad que tiene el agua del subsuelo.

Tur está persuadido de que, en cada medición que se haga, y al cabo de un periodo de tiempo adecuado, se notará una mejora. Además, «influirá también el hecho de que al fin ha dejado de bombear la desaladora de ses Eres», que en su opinión agravaba el problema de forma considerable.

El área donde se lleva a cabo el proyecto de recuperación de agua de lluvia abarca de momento diez hectáreas, pero en tan reducido espacio se calcula que se podrán recoger 15 millones de litros de agua. «Será la cantidad que se evitará perder; agua que ahora cae del cielo y se va a mar», afirma Tur.

«Lo que no puede ser es que los ayuntamientos vayan a gastar 70 millones de euros en infraestructuras hídricas y cero euros en recuperación de acuíferos. Sólo se piensa en construir cosas y gastar dinero, cuando a veces bastaría emplear el sentido común», recalca el portavoz de este colectivo, que no para de desarrollar trabajos para mantener el entorno natural.