Casi 50 años después de su construcción, la estructura del edificio de la antigua Delegación del Gobierno de Ibiza, cerrado desde el año 2000, comenzó a ser derribada ayer por la mañana pese a la persistente lluvia. La antigua Delegación, levantada a finales de los 60, había albergado también las oficinas de Correos y la comisaría de Policía. Desde el año 2000, el edificio estaba abandonado, ya que se detectaron en su estructura graves problemas de aluminosis.

La empresa Excavaciones y Demoliciones Medina, que lleva desde principios de octubre desmontando el cableado, las tuberías y la madera, tenía previsto empezar a tirar el edificio durante los primeros días de noviembre, pero los operarios hallaron amianto, una peligrosa sustancia cuya retirada debe ser autorizada por el Govern balear, lo que ha ralentizado todo el proceso.

El alcalde de Ibiza, Rafa Ruiz, explicó ayer que se trata de una obra importante, prevista ya en el proyecto Ibiza Centre, y reconoció que la ejecución se ha retrasado «un poco». «El amianto es de difícil extracción y necesita un permiso especial de la conselleria balear de Trabajo, agradezco la eficiencia del Govern, porque en el pasado tardaban más, pero esta vez ha ido muy rápido», señaló Ruiz.

Para poder ejecutar los trabajos, se han cerrado al tránsito las calles Madrid y Arzobispo Cardona Riera en su confluencia con Isidor Macabich.

La acera del frontal del edificio, situado entre los números 12 y 14 de la avenida, también está cerrada a los viandantes, que deben cruzar la calle para poder andar sin peligro.

Más derribos próximamente

La ciudad está inmersa en demoliciones, ya que el fin de semana pasado también comenzó el derribo del edificio de los sindicatos (que ejecuta una empresa privada) y próximamente empezará también el del antiguo colegio Sa Graduada, donde se construirán los nuevos Juzgados.

El alcalde recordó que tirar abajo la estructura llevará tres días de trabajo «si no hay complicaciones». En principio allí se construirá provisionalmente un aparcamiento de 50 plazas, porque en el futuro el Ayuntamiento quiere erigir en este solar la futura Casa de la Música, que incluirá un auditorio y que era uno de los puntos estrella del programa electoral de PSOE-Guanyem.

Por ahora no hay fecha para el comienzo de las obras. «Será la inversión más importante de la legislatura. Empezamos desde cero. Es una idea del equipo de gobierno, el concejal de Cultura está trabajando en ello, pero los pasos son progresivos, hay que hacer un proyecto, concursos... Para el año que viene no habrá noticias y si hay serán muy primarias», aclaró Ruiz.

Pese a que el derribo se produce en el centro de la ciudad, ayer por la mañana no se registraban atascos en este punto, aunque sí una cierta incomodidad, porque los transeúntes tienen que cruzar la calle o bordear las vallas junto a los coches, una opción, esta última, mucho más peligrosa. Los trabajos de derribo comenzaron en el lateral más cercano a los Juzgados, donde antaño estaba situado Correos.

Eva Serra, dependienta de la Zapatería Juanita, situada justo al lado del edificio de la antigua Delegación del Gobierno, explicó ayer que el ruido no es muy molesto (han empezado justo por el lado contrario), pero sí que se nota que entran menos clientes a la tienda. «Desde las nueve y media que estoy aquí he tenido menos gente, porque cruzan por el paso de peatones y ya no pasan por delante», indicó Serra.

En el bar Ses Botes, situado en plena avenida, lo que han notado desde hace unos días es que no hay tanta clientela porque han trasladado la parada de autobús que había enfrente de la delegación con motivo de las obras. «Quieras que no, antes la gente esperaba y quizás entraba un momento a tomarse una caña», explicó ayer una de las camareras, Eulalia Colomar, que espera que la obra no genere mucho polvo.

Numerosos curiosos, sobre todo jubilados, se detuvieron ayer por la mañana a observar la obra pese a la fina lluvia y a las bajas temperaturas.

Es el caso de Bartomeu Ribas, que dijo no entender por qué se tira el edificio. A su juicio, no tenían por qué derribar las columnas y se podrían «haber reforzado los bajos». Eso sí, indicó que las obras suponen «trabajo para la gente». Ribas no estaba informado de los planes del Ayuntamiento de construir ahí un auditorio de música, pero le pareció una buena idea.

Jaume Marí, otro de los ciudadanos que se acercó a ver la obra, indicó que le parece bien que lo tiren si «ya no se usa y está viejo». Recordó que el edificio ya estaba en muy mal estado y «había peligro de que cayeran trozos», con la parada de autobuses delante. «Esperemos que hagan algo mejor, que no sea como el Cetis, que se pueda utilizar, que tenga un consenso y que no sea un derroche», opinó Marí.

También Antonio Guerrero y Domingo Mondragón, dos albañiles retirados, observaban ayer con atención el derribo. Creen que habría que hacer un edificio adecuado, «no como el que hay al lado de Can Ventosa, con ventanas azules, que es una metedura de pata». Ambos opinaron que es mejor que el día de ayer saliera lluvioso, porque «así no se levanta tanta polvareda». «Esto a los vecinos les viene de lujo», aclararon estos albañiles retirados, que creen que el edificio puede quedar reducido a escombros en tres días, aunque luego habrá que retirar todos los restos.

Antigua comisaría

Mondragón relató que en un bar cercano le habían contado que el edificio data de los años 68 o 69.

«Estaba muy bien hecho, ahora ya no los hacen así, el hierro está saliendo todo nuevo», indicó este albañil retirado, que cree, igual que Guerrero, que el hecho de que lo tiren se debe a que «hay interés para construir». «Puede que al principio hagan un parking, pero luego edificarán algo», indicaron. Incluso uno de ellos, Mondragón, recordó una anécdota de juventud, cuando le encerraron en los calabozos, donde «hacía mucho frío», porque la policía le pilló sin DNI. «Solo estuve unas horas hasta que la familia vino con el DNI», agregó.

Según publicó Diario de Ibiza, la Delegación del Gobierno se trasladó en la primavera de 1971 a este nuevo edificio. De hecho, el 26 de abril de ese año, el delegado del Gobierno, José Mieza Martín Conde, publicó un escrito en el que advertía del traslado.

Unos meses más tarde, el 14 de julio, se inauguró y bendijo el edificio con motivo de la visita del ministro de Gobernación, quien aprovechó también, en una jornada maratoniana, para inaugurar la depuradora de Sant Antoni, el paseo marítimo de Sant Antoni, la red de aguas potables y alcantarillado, el barrio de Puig d´en Valls y el salón de plenos de Santa Eulària.