Ni el nuevo conseller de Educación, Martí March, ni su equipo tenían ni idea de lo que ayer por la mañana se les venía encima. Venían de una plácida reunión con el presidente del Consell, Vicent Torres, y el conseller insular de Educación, David Ribas, y cruzaron la puerta del salón de actos pequeño de la sede de la UIB pensando que la reunión con los directores de los centros educativos de Ibiza sería como las que habían mantenido hasta ahora. Un encuentro en el que comentarían problemas comunes a todos y que en una hora y media estaría acabada. Pero no.

Los directores de Ibiza acudieron con el libro de reclamaciones en una mano y la carta de los Reyes Magos en la otra. Y uno por uno fueron desgranando los problemas y las necesidades de sus centros. Casi tres horas de reunión que el propio conseller definió durante una pausa para atender a la prensa como «un baño de realidad».

Eso sí, el baño solo se lo dieron él y su equipo, porque muchos de los directores, una vez expuesta la situación de sus centros, abandonaron el encuentro. Esto también sorprendió a Martí March y la gente de la conselleria, que explicó que en las reuniones de este tipo mantenidas en el resto de las islas todos se habían quedado hasta el final de la reunión a escuchar lo que tenían que decir los demás.