Achuchones, nervios a flor de piel y lágrimas hubo ayer por la mañana en el Centro Cultural del Sant Carles. Los seis participantes de la categoría Juvenil del XXI Concurso Internacional de Piano de Ibiza debutaron en el certamen. «Es mucho más fácil deliberar si hay más chicos.

Además, otros años había mucha más diferencia entre ellos, pero es que hoy el nivel es muy alto y está muy igualado», explicó la pianista china Mary Wu, miembro del jurado, durante uno de los descansos. Ya por la tarde continuaron los músicos de la categoría Pianista, los menores de 30 años. Finalmente esta edición se han presentado un total de 55 intérpretes de 17 nacionalidades diferentes, entre ambas categorías, que tendrán que esperar hasta el viernes por la noche para saber quién se lleva el primer premio.

Todos esos nervios desaparecieron una vez tocaron las primeras notas. «La verdad es que al principio te pones nervioso, pero una vez te sientas y comienzas a tocar, todo se pasa», explicó Noel Redolar, que estaba todavía a la espera de poder subirse al escenario. Sara Pinaque, que minutos antes de su actuación se puso a llorar de los nervios, comentó que se suele poner nerviosa pero que nunca había llegado a llorar. «Creo que me agobié con el calor», apuntó.

De entre todos los músicos, María Linares es la benjamina del concurso con 13 años. «Me siento como una enana, al ser la más pequeña -declaró María-. Por eso, vengo con la idea de hacer mi trabajo bien y ya está».

Además, todos los músicos coinciden en que participar en uno de estos concursos es una gran oportunidad, no solo por poder llevarse algún premio, si no que es un lugar donde conocer a más músicos, y, sobre todo, aprender. María, que se presentó por primera vez a uno de estos certámenes con ocho años, y que ya estuvo presente en la última edición del concurso de Ibiza, en el año 2013, dijo: «Todo el mundo quiere ganar, pero hay que aprender también de los demás. Además, yo no soy una persona muy competitiva». También añadió: «Al final lo que importa es la experiencia, no si ganas o pierdes».

«El nivel de este concurso es muy alto, por eso vengo como si esto fuera una prueba para seguir avanzando», comentó Sara, que confesó que para ella bajar del escenario tras una actuación es como «quitarse una mochila, como ver la luz del sol. Si te sale bien el concierto, es algo muy gratificante». Noel también explicó que gracias a este tipo de pruebas los intérpretes adquieren más confianza y descubren «diferentes matices» que puede ser que no hubieran descubierto. «Creo que es una gran oportunidad para todos los pianistas. Pienso que cualquiera a partir de los 13 años ya debería estar participando», expresó la bielorrusa Yadviga Grom, una de las pianistas de la categoría ´absoluta´, que estaba en el centro ayer por la mañana para poder ensayar su actuación.

Estos adolescentes sueñan con poder llegar a dedicar toda su vida la música. «El piano es todo para mí, nunca me he planteado otra cosa» dijo la belga Charlotte Beniest, a la que la música le viene en los genes, ya que su madre también es pianista y además su maestra. «Sí, debe de ser algo que va en la sangre», bromeó su madre Gill Masson, ya que su abuelo también era violinista.

Una vez acabó la mañana, todos estos jóvenes artistas pudieron comenzar a disfrutar de unas pequeñas vacaciones en la isla, en las que la música seguramente estará muy presente, ya que todos apuntan que verán algunas de las pruebas de la categoría ´absoluta´. «Yo es que pienso: ´¿Seré algún día como ellos?´», expresó María. Les tocará esperar hasta que el viernes por la noche, cuando el jurado pronuncie los nombres de todos los ganadores en las diferentes categorías del concurso. «Yo hoy toco [por ayer] y ya me olvidaré del concurso hasta el viernes», concluyó bromeando Noel.