La soprano Teresa Albero actúa por primera vez en Ibiza esta noche, a partir de las 22 horas en el XXI Festival Internacional de Música, en la iglesia de Sant Carles. Esta alicantina comenta que lo que más le motivó para venir a la isla fue «la ilusión con la que organizan este festival».

Albero explica que el programa que trae a la isla no es habitual en ella, ya que siempre intenta «que haya un hilo conductor». «Este caso quise hacer un programa que ha salido de mi corazón, donde todas las piezas tienen un hueco muy importante», apunta.

A lo largo de la velada interpretará obras de Tchaikovsky, Strauss, Satie, Rossini, Granados o Sorozábal, entre otros compositores. «Empiezo con una canción de Tchaikovsky, que habla de la nostalgia que tienes cuando tienes que dejar tu casa para luchar por tus sueños, cosa que yo tuve que hacer», detalla. «A partir de ahí, todas las obras tienen su relación y acabo con ´Sierras de Granada,´ que implica un gran avance en la técnica», añade.

La historia de Teresa Albero no es de lo más habitual, ya que empezó con el piano y luego estudió musicología. No fue hasta los 27 años que comenzó a estudiar canto, gracias a que la soprano Ana María Sánchez descubrió su talento operístico y le invitó a trabajar con ella. «Ella me secuestró y yo me dejé», bromea Albero, cuando habla de su introducción en el mundo de la ópera.

Albero además agradece haber tenido una educación musical tan extensa antes de llegar a dedicarse al canto, ya que considera que eso le ha dado una base muy importante para ahora poder llevar a cabo sus interpretaciones. «No puedo rechazar mis años de piano ni musicología, porque todo me ha llevado a ser la artista que soy. Me han dado una base para poder hacer programas y tener cierta solidez a la hora de enfrentarme a las piezas. Todo contribuye a que seas una artista mejor formada», señala.

La diferencia de edad con respecto a sus compañeros no es ningún problema para ella, porque puede afrontar a las piezas con una mayor «madurez» e «intelectualidad». «Nunca he tenido mucho complejo en ese sentido. Lo afronto con naturalidad», apunta. Asimismo, a sus 34 años sueña con conseguir entrar en una ópera, aunque también comenta que todo debe ser a su debido tiempo. «Uno tiene que entrar en la ópera cuando esté preparado. Llegará cuando tenga que llegar», comenta la artista. «Si la ilusión falla, uno está perdido», añade.

A Albero lo que más le aporta de la interpretación es la comunicación «con el alma del público». «Lo más importante es que mis sentimientos lleguen al alma de cada uno de los que están ahí -comenta entusiasmada-. Que las almas coincidan es algo maravilloso».

«Cuando estás sobre el escenario lo que debe primar es la música, las palabras, para poder llegar todavía más al público, es magia», agrega.

También opina que todas las experiencias que se viven en el día a día pueden marcar la forma de interpretar las diferentes obras. «Creo que hay que pasar por ciertas cosas en la vida para que salgan reflejadas en la música. Ahí es donde uno consigue crear la esa conexión maravillosa con el público», confiesa. «Lo que me gustaría es tener una carrera parecida a la de muchos grandes, sobre todo, basada en la honestidad-comenta la alicantina-. Quiero ser fiel a mi misma, ayudar a los demás, a los jóvenes, sin el miedo de que me puedan superar, porque para eso yo voy a seguir trabajando duro».

Para Albero actualmente los jóvenes creen que el teatro en general y la ópera en particular pueden parecer aburridos a los jóvenes. Aunque también destaca la labor de muchos teatros para acercar la música a los más pequeños. «Ir al teatro no es aburrido, es un alimento para nuestras almas. Está muy bien cultivar el intelecto con los estudios y las carreras, pero también hay que hacerlo con el alma. La experiencia sensorial de ir al teatro y emocionarte es increíblemente necesaria», aclara.

También opina que la música debería ser una asignatura obligatoria y con una mayor profundidad en su temario ya que «inculca el trabajo en grupo, a ayudarse unos a otros». Además, también comenta que es necesario dar todo el apoyo a los festivales y a todas las personas que buscar promover la cultura. Por ello, pone como ejemplo a seguir a los países del norte de Europa en lo que a educación musical se refiere. «A veces hablamos del ejemplo que son los países desarrollados, como Noruega -comenta-. Son países en los que se enseña música desde bebés. Es algo que aporta estabilidad emocional, poder de decisión. Esperemos que aquí esto deje esto de ser una utopía», declara.

«Por los valores que transmite, si la gente estudiase más música, la sociedad sería mucho mejor», concluye.