La colocación de la escultura hiperrealista de un cocodrilo bautizado como Gustavo en el torrente de sa Llavanera y la performance que allí se originó provocó una gran expectación entre residentes y turistas que dudaban si se trataba de un reptil de carne y hueso. «¿Es de verdad?, preguntó Andrija, un turista de nacionalidad serbia, cuando el creado de la obra, Andreu Moreno, su hermano y otras tres personas se disponían a cargar los 90 kilos que pesa Gustavo, con ayuda de una grúa. «He visto que no se movía, pero pensaba que estaba disecado», comentó Andrija.

Cuando la grúa levantó al cocodrilo de fibra de vidrio había más de una decena de curiosos contemplando la performance, y todos lanzaban la misma pregunta, en inglés o en castellano, «¿Es real?». El resto respondía al unísono: «No, es de mentira», sin dejar de fotografiar al ´animal´ con cámara, móvil o tableta en mano. Mientras la gente se iba acercando sorprendida al torrente, Moreno y su hermano, ataviados con un mono impermeable (botas incluidas) intentaban poner pesos en las extremidades de Gustavo para que no lo arrastrase la corriente.

La presencia de cuatro agentes de Policía Local en el torrente hizo la performance mucho más creíble. Muchos abandonaron sus vehículos en marcha para convertirse en testigos de lo que estaba sucediendo. Moreno, autor de varias esculturas instaladas en la isla, como el ´Homenaje a es ca eivissenc´, estaba contento con el resultado. El escultor tiene autorización para mantener a Gustavo en sa Llavanera durante 24 horas, desde las 13 horas de ayer, con el objetivo de hacer pensar sobre los contrastes que se producen en Ibiza. Eligió este enclave porque el torrente presenta un aspecto muy «descuidado» y se mezcla con algunos de los establecimientos más lujosos de la isla.

Durante su instalación, Fani y dos amigos suyos se apearon de su bicicleta rápido y sin aliento debido a que pensaban que era un cocodrilo real que había llegado a sa Llavanera. «¡Qué susto, me lo he creído!», exclamó. Su amiga bromeó: «Lo que no pase en Ibiza...». Cuando conocieron el objetivo que persigue el escultor, les pareció una gran idea: «Aquí hay hasta ratas y justo al lado un hotel carísimo. Es una buena protesta», concluyeron. Una joven también llegó al torrente preocupada por si Gustavo era o no real y recurrió a un agente policial. «¿Es un cocodrilo? ¿Está muerto?», preguntó. El hermano de Moreno le respondió: «Si fuera de verdad, no estaría aquí».