­«Sant Antoni tiene fama de fiesta y discotecas y esta feria sirve para dar a conocer el mundo rural del municipio», contó Isabel Prats, presidenta de la asociación de vecinos de Buscastell, organizadora de la Fira Rural de ses Quatre Véndes, que celebró ayer su cuarta edición en el centro social de Forada. Dar un paseo en un carro de más de cien años, acariciar un caballo, ver cómo se labra la tierra con un tractor o contemplar a una artesana mientras ultima los detalles de un par de espardenyes fueron algunos de los atractivos de esta iniciativa.

La llegada en carro del grupo de ball pagès Sa Colla de Buscastell a las 11 horas inauguró de forma oficial la Fira Rural de ses Quatre Véndes (en alusión a Forada, sa Vorera, es Pla de Sant Antoni y Buscastell), en la que participaron 35 puestos de artesanía, 36 de maquinaría agrícola y pesada y una muestra de animales. El pelaje marrón de Lucrativo, un caballo de 14 años, cautivó a niños y no tan niños, que no pudieron resistir la tentación de acariciarle. «Es muy bueno, no hace nada. Cuánto más le tocan, más le gusta. Es como un chihuahua grande», bromeó María Ariza, que trajo el caballo de su hija, Eva Palau, a esta feria en la que participa desde su inicio.

Paseos en carro

Otro caballo que llamó la atención de los asistentes fue el de Bartolomé Costa, un agricultor que ofrecía paseos en su carro, de más de cien años de antigüedad, a los más pequeños. «A ellos les gusta mucho esta actividad», aseguró Costa, en cuyo carro no paraban de subir y bajar niños y niñas de todas las edades. No le daban tregua.

Mientras los más pequeños recorrían las cuatro véndes subidos al carro de Costa, Paquita Riera y Ana Ribas, organizadoras de esta feria y miembros del colectivo de vecinos de Buscastell, repartían los tiques de la «monumental» paella para más de 500 personas que se serviría a partir de las 14.30 horas. «No paramos ni un segundo. ¡Es un día caótico!», expresaron ambas. No obstante, reconocieron que es un esfuerzo que vale la pena. «Esta jornada es para pasar un día con la gente a la que le gusta la tradición y el campo», señalaron.

Toni Sala, el propietario de una empresa de transportes y excavaciones, llevó a la exposición de maquinaria agrícola y pesada dos retros mixtas y un camión. «Participo para apoyar a la asociación y para que la gente se anime a venir», explicó Sala, que ofrecía bunyols y sobrasada a los que se acercaban a su zona.

Aparte de maquinaria, en el recorrido por los 71 puestos instalados, los asistentes tenían múltiples opciones: podían probar aceite pagès, comprar un jabón hecho con algarrobas, conocer cómo funcionan las placas solares o dar de comer a las cuatro ovejas de la granja de Ca´n Pere Mussona. Sin embargo, los animales que más llamaron la atención de Toni, de es Pla de Sant Antoni, fueron los cerdos negros. «Es curioso verlos porque hace años en Ibiza no teníamos», apuntó este vecino, que no se ha perdido ni una edición de esta feria rural.

La jornada se completó con una suelta de palomas, una exposición etnológica y con una rifa y se despidió al ponerse el sol.