En 1114, cuando Ibiza era la Yabisa musulmana y los catalanes eran el enemigo que acechaba en el horizonte, tuvo lugar la más devastadora batalla que ha conocido la ciudad en toda su historia. Durante más de un mes, una gran flota pisano-catalana desembarcó en la costa de Vila y asedió sin desmayo las murallas de la ciudad, que fueron abatidas progresivamente una semana tras otra mientras sus habitantes eran masacrados sin piedad. Después de no dejar piedra sobre piedra, la escuadra cristiana dejó tras de sí una ciudad humeante y repleta de cadáveres para dirigirse a Palma y hacer allí lo mismo. No conquistaron Ibiza, solo la destruyeron.

Por este motivo, el arqueólogo Benjamí Costa afirma que, pese a que esta expedición estaba bendecida por el Papa a título de cruzada, «en realidad no fue tal, puesto que una cruzada buscaba conseguir nuevos territorios para la fe cristiana, pero en el caso de Ibiza no se conquistó la isla, sino que sólo fue pura rapiña, lo que hoy llamaríamos un genocidio».

El Museo Arqueológico de Ibiza y Formentera, coincidiendo con el 900 aniversario del ataque, presentó públicamente el libro donde se recogen los pormenores de aquellos hechos y la situación que caracterizaba a la Yabisa de entonces. El trabajo lleva el curioso título de ´Sol erat incipiens per iter conscendere caeli...´, que no es sino la primera línea de la impresionante crónica escrita durante aquellos días del siglo XII contando lo sucedido: ´El sol empezaba a ascender por su ruta celeste...´ es la traducción al castellano de esa primera línea que, con grandes paralelismos cinematográficos, describe un idílico amanecer en Ibiza antes de que empiece un trágico capítulo de su historia.

La importancia de una crónica

El historiador Antoni Ferrer Abárzuza, autor de uno de los capítulos del libro, hizo hincapié durante el acto de presentación en la importancia de la crónica redactada por uno de sus testigos presenciales. El largo texto Liber Maiolichinus, que explica las batallas de Ibiza y Mallorca, es uno de los principales documentos históricos de las islas por el grado de detalle y veracidad que contiene. Ha sido traducido al castellano y al catalán, pero ambas ediciones se encuentran agotadas.

Abárzuza indicó que el autor ha sido identificado como Laurentius Veronensis (Lorenzo de Verona), «probablemente un religioso que iba con la expedición», especula el historiador. Este cronista redactó todo cuanto vio aproximadamente un año después de que terminaran los hechos, una vez regresado desde Mallorca a su ciudad de Italia.

La importancia de este texto no se agota con la información que aporta: «Es una fuente a la que aún se puede explotar mucho», afirma Abárzuza, que pone como ejemplo lo que comenta otro experto en este capítulo histórico, Jaume Juan Castelló. «Este investigador realiza varias hipótesis sobre la topografía urbana de Vila», señala Benjamí Costa. Por ejemplo, sa Carrossa, la conocida calle que sube hacia el Ayuntamiento, podría proceder de la palabra del castellano antiguo ´coracha´, que servía para describir una especie de cercado para guardar ganado.

Cien años de desolación

El libro del museo recoge las tres conferencias pronunciadas este mismo año en unas jornadas dedicadas precisamente a la batalla de 1114, y que pronunciaron el propio Ferrer Abárzuza, Jaume Juan Castelló y el también profesor Guillem Rosselló Bordoy, todos ellos expertos en la presencia árabe en Ibiza.

Benjamí Costa destaca que los hechos de 1114, aparte de su «extrema violencia» y el «afán de rapiña» que los caracterizó, tuvieron importantes consecuencias históricas, dado que la isla cambió totalmente. «Ibiza tardaría cien años en recuperarse de este ataque, y no volvería a levantar cabeza hasta finales del siglo XII, con los almohades», señala Costa, en alusión al último tramo del periodo musulmán de Ibiza, justo antes de la llegada de los cristianos en el siglo XIII.

Curiosamente, la batalla que sí conquistó Ibiza para la cristiandad en el año 1235 carece de una crónica como la de 1114. «Sólo hay un párrafo en el Llibre dels Feits» de Jaume I, y se desconocen los detalles de aquellos días que cambiaron la historia para siempre.