­La abogada Patricia de las Heras, que defiende a los dos jóvenes de 26 y 28 años acusados de violar a una turista en el party boat donde ambos trabajaban, resaltó ayer que el informe forense elaborado tras examinar a la denunciante «no revela que se hallaran señales de que la víctima fuese agredida sexualmente», como informaron inicialmente la Guardia Civil y fuentes judiciales. «Simplemente -añade- se detectaron pequeñas fisuras que pueden ser consecuencia del uso del anillo vaginal anticonceptivo que portaba la denunciante, no evidenciándose lesiones en genitales internos». El propio informe concluye que su valoración «no supone la demostración del hecho», recalca la letrada.

Los hechos ocurrieron el 28 de junio a bordo de un barco discoteca. Según la abogada, la denunciante, de nacionalidad australiana, explicó en su declaración judicial que al subir al barco se sintió atraída por el camarero español de 26 años y empezaron flirtear. Este manifestó ante la juez que le estuvo sirviendo copas y que en una ocasión incluso se negó a seguir haciéndolo porque la joven las pedía «de cuatro en cuatro».

Según explica la letrada, en un momento dado, ambos, de mutuo acuerdo, entraron en la cocina del barco, situada detrás de la barra del bar, en una planta en la que no había música y cuya puerta estaba además abierta, por lo que quienes estaban allí podían ver el interior. Estas circunstancias -sobre la música y la puerta- fueron confirmadas por la propia denunciante, sostiene la abogada de los presuntos agresores. Dentro de la cocina se encontraba el segundo imputado, de nacionalidad argentina y de 28 años, puesto que era el cocinero del barco.

La joven explicó que entonces se sintió indispuesta, ambos tripulantes la sujetaron de las manos y la violaron. La letrada que defiende a los dos jóvenes considera que esta versión «se cae por su propio peso» porque la chica «no tiene ni una sola marca».

«Dominaba la situación»

El camarero acusado afirmó en su declaración «que era ella la que dominaba la situación», apuntó De las Heras, quien agregó que, según su cliente, mientras mantenía relaciones sexuales con él «empezó a tocar al cocinero» y a practicarle sexo oral. En ese momento, el camarero, al que no agradó esta situación, decidió marcharse de allí. Con el cocinero, señaló, no hubo penetración alguna.

La letrada destaca que los testigos que declararon tanto en sede policial como judicial corroboraron la versión de los imputados: «Manifiestan exactamente lo mismo: que lo vieron porque la puerta estaba completamente abierta, que no había forcejeo ninguno, que era una relación consentida de lo más normal y que ella había bebido, como todo el mundo en el barco».

Aunque se informó de que al día siguiente la víctima denunció la violación, que la joven reconoció a los dos presuntos agresores en las fotografías mostradas de la tripulación y que entonces estos fueron detenidos, la letrada insiste en que no sucedió de este modo.

De las Heras explicó que, todavía en el barco, había miembros de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado de fuera de la isla que no estaban trabajando y que vieron a la joven llorando -quizás «al darse cuenta de lo que había hecho», afirma la letrada-, por lo que le empezaron a preguntar y la animaron a denunciar. Entonces, se avisó a la Guardia Civil y al llegar al puerto les estaban esperando los agentes de la Policía Judicial.

«Pusieron a toda la tripulación en fila y ella señaló a los dos», les arrestaron y las diligencias de la detención son de esa noche, no del día siguiente. «El reconocimiento fotográfico fue posterior», agregó la letrada en su relato.

Estas circunstancias son las que, en opinión de la abogada, propiciaron la decisión de la juez de guardia de decretar la libertad provisional con cargos de los dos detenidos, a pesar de que la Fiscalía pedía el ingreso en prisión eludible con 6.000 euros de fianza. «No hay ningún tipo de prueba, ningún signo que acredite que había habido una agresión sexual».