Senallons, cistellons, bunyols e incluso bonsáis llenaron ayer la plaza del pueblo de Sant Jordi y el patio de la iglesia con motivo de la feria de artesanía, que tiene como objetivo mostrar algunos de los oficios y productos tradicionales de Ibiza. Turistas y vecinos visitaron los 35 puestos de los 70 artesanos que participaron en esta iniciativa, organizada por el grupo folclórico Sant Jordi de ses Salines.

«Queremos recuperar los oficios que se están perdiendo en la isla para que la gente los conozca y así evitar que desaparezcan», explicó Paco Palleva, miembro del grupo folclórico del pueblo y alma de esta feria de artesanía, de la que es su responsable desde su primera edición. Aparte de los espacios habituales como los de encordado de sillas, instrumentos ibicencos, senallons, cistellons y el de bunyols, que Palleva definió como «puesto estrella», destacó como novedad uno dedicado al cuidado de bonsáis. «Cada año intentamos incluir un espacio nuevo, que dé color a la feria», señaló Palleva.

Uno de los responsables del estand de bonsáis era Juan Torres, de 30 años, que contó que el origen de esta afición se debe a su abuelo, que era jardinero. «Me gusta recuperar los troncos de árboles retorcidos, aquellos que parece que han sido maltratados por el tiempo», explicó Torres.

Por su parte, Xicu Tur, ataviado con la vestimenta típica ibicenca, relató que aunque su padre ya se dedicaba al esparto, aprendió el oficio en un taller hace unos ocho años. «Era una actividad para ocupar mi tiempo libre y, de paso, para ayudar a conservar esta tradición», apuntó Tur. En su puesto ofrecía desde senallons hasta barses (cestos), cuyas cañas habían sido limpiadas en las aguas de la playa de Cala d´Hort.

El encargado del puesto de cistells y panerets era Joan Marí. «Lo que más me gusta de estas ferias es hablar con la gente. Para mí la artesanía es un pasatiempo, no un negocio», comentó Marí, vecino de Sant Antoni. En una de una de las carpas más concurridas se encontraba la experta en bunyols, María Suñer. «Se ve que los hacemos bien», bromeó esta mujer de 79 años, que aseguró que participa en esta feria desde la primera edición.