Los más pequeños se sintieron ayer como el personaje de Peter Pan en ´El país de nunca jamás´. No les interesaba lo más mínimo crecer, ya que ayer eran los protagonistas de ´Santjoseplandia´, una iniciativa organizada por el Ayuntamiento y por la escuela de tiempo libre y de animación de s´Espurna, en la que no faltaron los castillos hinchables, juegos de la consola ´wii´, maquillaje infantil ni actividades artísticas como ´window colour´ y ´goma eva´.

«Está muy bien que organicen actividades como ésta, ¡ya podría celebrarse cada semana en vez de solo un día!», exclamó Lucía Martínez, de Sant Antoni, que esperaba su turno en la fila para el taller de maquillaje infantil junto a sus sobrinas, María, de tres años, y Ana, de seis. «Ahora están aquí tranquilas porque quieren que les pinten la cara, pero se han pasado toda la mañana saltando en los castillos hinchables», añadió Martínez.

Y es que la entrada a los dos castillos hinchables era obligatoria para los menores. Uno de ellos estaba dedicado a personajes de Disney como la Cenicienta, Blancanieves y la Sirenita. En lo que tardaban en pestañear las madres, los hijos ya se habían descalzado y entrado en uno de los reinos de ´Santjoseplandia´. No sería fácil que salieran de allí. Eso lo sabía bien Ingrid Olivera, madre de Fabrizzio Fetenbrini, de cuatro años. «He traído a mi hijo y a amigos suyos a Sant Josep para que se diviertan. Está muy bien que se piense en los niños y que se organicen días así», señaló Olivera, mientras Fabrizzio salía escopetado del castillo de princesas hacia el otro hinchable, donde no solo se veía a los niños dar botes, sino que se deslizaban por el tobogán de cabeza de mil y una maneras.

Entre salto y salto los más pequeños también podían recuperar el aliento en los espacios dedicados a actividades artísticas. En uno de ellos se encontraba Cati Fernández, la responsable del taller de ´goma eva´. «Lo que más le gusta a los niños son las figuritas de flores, sobre todo margaritas, mariquitas y gatitos», dijo la monitora, antes de ayudar a Teresa, de cuatro años, a recortar el morro del minino que estaba elaborando. «Cada parte de la figura tiene que ser de un color para que haya mayor contraste y sea más llamativo», explicó Fernández.

Otras niñas optaron por el taller de chapas. Como por ejemplo, Alba, de dos añitos. «Ha dibujado un garabato y ha escrito ´I love mami y papi´ en una chapa que ya le he colocado en la camiseta», contó orgullosa Laura, su madre, vecina de Sant Josep.